domingo, 30 de diciembre de 2007

DESTINO, SUERTE Y FORTUNA


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA


Hemos dicho que la suerte consiste en que ocurra algo favorable o adverso que cae fuera del alcance de una previsión efectiva. Existe pues una diferencia significativa entre la suerte y la fortuna. Un individuo es afortunado siempre que le ocurra algo bueno siguiendo el curso normal de las cosas. Sin embargo, tiene suerte cuando el beneficio le llega.

A pesar de ser dudoso y especialmente si ocurre a pesar de ser poco probable y contra toda expectativa razonable. Una persona que hereda una gran cantidad de dinero que le va a permitir poder viajar en primera es afortunada, pero, en sentido estricto, no se puede decir que esta persona tenga suerte.

Por el contrario, el pasajero de un avión al que la tripulación le cambia de su asiento de turista a primera clase, sí se puede afirmar que ha tenido suerte. Por regla general, el destino y la fortuna tienen que ver con las condiciones y circunstancias específicas de nuestras vidas, mientras que la suerte está en el ámbito de lo bueno o malo que nos acontece por pura casualidad.

Nuestra capacidad y talentos innatos están del lado de la buena fortuna; las oportunidades que la casualidad nos pone en nuestro camino para desarrollarlos del lado de la suerte. Coger un resfriado es una desgracia, le pasa a mucha gente normalmente, pero que le ocurra a alguien en una noche de estreno es tener mala suerte.
Las cosas positivas y negativas que nos acontecen en el devenir normal, incluido la propia herencia, ya sea biológica, médica, social o económica, la capacidad y el talento, las circunstancias que marcan el tiempo y el lugar en el que a uno le toca vivir (pacífico o caótico), todo ello entraría en la categoría de destino o fortuna.

No podemos decir que la gente que no tiene suerte porque sean tímidos o tengan mal carácter, son simplemente desafortunados. Sin embargo todo lo positivo y lo negativo que nos vamos encontrando por el camino por pura casualidad e imprevisto azar, por ejemplo: encontrar un tesoro, o salir ileso de un accidente mortal son asuntos que hay que atribuir a la suerte.

Podemos decir, que Ernesto Luna es relativamente afortunado por poseer una navaja. Pero no cabe duda de que tuvo suerte al llevarla encima el día que se encontró con una serpiente. (Normalmente no la llevaba, pero por cosas del azar la cogió ese día).

Tienes que heredar una inmensa fortuna gracias a un destino favorable, pero se puede decir que eres un tipo con suerte si la heredas justo a tiempo para salvarte de la bancarrota.

La suerte y la casualidad constituyen dos caras de una misma moneda. Pero el destino es algo distinto, algo que carece de azar. Supongamos que se descubre que un enorme meteorito, que no ha sido detectado, está a punto de colisionar contra la tierra. El destino de la humanidad está marcado. Durante un determinado número de días, la tierra estará cubierta por una nube impenetrable de polvo que hará imposible la continuación de la vida para los mamíferos. ¡Qué catástrofe!

En estas circunstancias podremos decir que la extinción de la especie humana, estrictamente hablando, es una desgracia, pero no podríamos decir que hemos tenido mala suerte. Es el elemento de la sorpresa, de la casualidad y de lo impredecible, lo que nos permite distinguir la suerte del destino, o de la fortuna en general.

Lo peligroso de la suerte significa que en interacciones donde una parte corre con todos los riesgos, sólo uno puede tener suerte. Los patrocinadores de la lotería están destinados a ganar, pero sólo los jugadores pueden tener suerte.
Lo mismo se puede aplicar a los casinos donde las cosas están organizadas de tal modo que la banca “siempre gana”. De la misma manera, podemos ser afortunados, en ciertas circunstancias, por ser pelirrojos (en caso de que esta peculiaridad nos haga elegibles para la obtención de un determinado beneficio), sin embargo, no podemos decir que uno tenga suerte por el hecho de serlo. No obstante, los individuos pelirrojos sí tienen suerte si el patrocinador decide que sean ellos los beneficiarios de su generosidad.

La suerte en si misma es imprevisible. Y esto se refleja a su vez en la inconsistencia y lo variable de la suerte. Un proverbio escocés de 1721 dice: "Detrás de la mala suerte viene la buena." (Lo contrario es también cierto). Hay otra vieja máxima que dice: “La única cosa segura de la suerte es que cambia.”

Únicamente si creemos que nos toca una vida en suerte, como si se tratara de un reparto al azar, podemos interpretar el destino global de una persona en términos de suerte. En ese caso la suma total de todo lo bueno y lo malo que le acontezca a un individuo queda reducida, de manera global y automática, a un asunto de asignación azarosa. Evidentemente parece poco realista.

Así pues, se considera que una persona es afortunada por estar especialmente dotada en el campo de las matemáticas, pero no podemos decir que esta persona tenga suerte con respecto a las matemáticas porque la casualidad no está implicada. Su don y su capacidad son partes integrantes de dicha persona; no es algo que el azar le proporcione y que se añada a su identidad actual.
Una persona tiene suerte si encuentra en su vida a una persona que le estimule o le ayude a desarrollar sus propias capacidades. Pero el hecho de tener dicha capacidad tiene que ver con la fortuna y no con la suerte.

No tiene sentido establecer comparaciones entre el destino personal y los juegos de azar, porque en el caso de los juegos existe siempre antes un jugador que entra en una competición, mientras que en el caso de la gente nunca existe un antecedente, un individuo privado de identidad que obtiene todo por tener una cualidad especial.

La distinción que nos ocupa no es pura y totalmente un tener que dar cuenta de los distintos usos de los términos “suerte” y “fortuna”.  Es necesario, hacer algunas aclaraciones de carácter lingüístico. Cuando le preguntamos a una chica que nos dice que se acaba de comprometer: "¿Quién tiene esa suerte?", habría que utilizar la palabra fortuna y preguntar: ¿Quién es el afortunado?, siempre que queramos evitar cualquier otro tipo de sugerencia que nos haría pensar que ha sacado el nombre del susodicho de un sombrero.

Habría que hablar pues de fortuna y no de suerte. La distinción entre ambas, teniendo en cuenta que la segunda conlleva un elemento azaroso del que carece la primera, a veces no está presente en el uso común donde se detecta alguna infracción ocasional.

jueves, 27 de diciembre de 2007

LA SUERTE Y LO EXTRAORDINARIO

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

Si comer manzanas un día nos alimentara, y al día siguiente nos matara; si nuestro vecino fuera tan pronto un hombre agradable como un homicida maníaco; la vida humana y la sociedad no lo resistiría; en realidad no podría haberse desarrollado. Pero la regularidad y la normalidad del orden establecido no lo es todo en el reino humano. 
El azar y la casualidad irrumpe con frecuencia y trastocan dicha regularidad, provocando "sin saber cómo ni por qué" acontecimientos que afectan de forma considerable nuestro bienestar y nuestro infortunio. Y es justo aquí donde la suerte entra en escena. Tanto la suerte como la fortuna son notoriamente vanas. Según dice Horacio: "La fortuna, feliz en su cruel acción, y obstinada al jugar su juego perverso, siempre cambiando sus inconstantes honores, favoreciéndome ahora a mí o algún otro." 
 
La suerte es la antítesis de una expectativa razonable. Se manifiesta ella misma de forma más llamativa en situaciones contraindicadas, acontecimientos que son sorprendentes porque se oponen a todo tipo de previsión plausible. Algunos de los ejemplos fundamentales de sucesos que deberían sorprendernos son aquellos que están fuera de nuestro control y aquellos cuya eventualidad es inherentemente azarosa. 
La suerte crece entre la probabilidad y la realidad, entre lo que se puede esperar razonablemente (lo que por lógica debería ocurrir) y lo que realmente ocurre. Cuando ambos coinciden, la suerte desaparece, el individuo que obtiene una ganancia previsible es afortunado, pero no tiene suerte. Pero cuando lo bueno o lo malo entra en acción en circunstancias en las que la realidad está en desacuerdo con una expectativa razonable, entonces, la suerte, ya sea buena o aciaga, entra en escena.
Sin embargo, un acontecimiento feliz o infeliz puede ser un asunto de suerte desde el punto de vista del receptor, incluso si es fruto de una estrategia deliberada por otros. (Un secreto benefactor que nos envía un cheque con una importante cantidad representa un golpe de buena suerte, a pesar de que sea algo que él haya planeado desde hace años.) De tal forma que incluso si alguien distinto de la persona afectada es capaz de predecir un acontecimiento inesperado, el acontecer en cuestión entra en el terreno de la suerte para aquellos que están implicados. 
LAS COSAS BUENAS
Hay, en general, tres caminos para alcanzar las cosas buenas de la vida tal como son la salud, la riqueza y el éxito, y otros similares: en teoría se pueden lograr mediante el esfuerzo y el trabajo duro (al viejo estilo), o gracias a la fortuna (por nacimiento y herencia), o simplemente teniendo suerte ganando en la "lotería de la vida". Por regla general, para la mayoría de nosotros y durante la mayor parte del tiempo, las cosas buenas son fruto del esfuerzo, la planificación, el trabajo y la tenacidad.
La suerte representa una forma de obtenerlas más fácilmente, como si se tratara de un "regalo de los dioses". (Y, por supuesto, funciona en los dos sentidos: lo que la buena suerte da, la mala suerte se lo lleva). La suerte viene a ser un atajo que nos permite alcanzar las cosas buenas de la vida.
Con buena suerte obtenemos algo por nada, un nacimiento inesperado e inmerecido. Normalmente las cosas buenas que nos pasan son fruto de nuestra habilidad, nuestro esfuerzo, mientras que todo lo malo que nos ocurre lo achacamos, en consecuencia, a nuestros defectos. Pero la suerte nos proporciona una ruta alternativa. Para aquellos que tienen los favores de la suerte, "un golpe de buena suerte es tan bueno como un saco de sabiduría" (tal y como dice el refrán).
Cuando uno reconoce que tiene buena suerte, la reacción natural no sólo es de sorpresa, sino también de placer. Tener un favor que llevarse al cuerpo como un juego de circunstancias que se nos han anticipado y que no se han pedido es algo que uno tiene la obligación de encontrar agradable.
LO ESPERABLE
Puesto que la suerte implica que las cosas acontezcan para bien o para mal de forma imprevisible, se deduce que hay que considerar que la gente tiene suerte siempre que alcance el éxito más allá del nivel razonable de expectación que sus cualidades heredadas y sus condiciones adquiridas indicarían. Y por el contrario, aquellos que fracasan más allá del nivel razonable de expectación que indican sus defectos, sus deficiencias y sus déficits personales habría que pensar que simplemente tienen mala suerte. Por lo tanto, siempre que las cosas discurran por cauces normales, naturales y tal y como se espera que discurran, la suerte no está en escena.
La suerte implica un alejamiento de lo esperable, y su lugar en el escenario de los asuntos humanos se asegura por el hecho de que las condiciones de la vida son irregulares, ya sean éstas de carácter social, político o astrológico; las cosas no discurren siempre por cauces normales y regulares. Incluso Homero se duerme a veces, y personas como Muhammad Alí o Michael Schumacher pueden tener un mal día a pesar de ser casi invencibles.
SIEMPRE ES UN REGALO
No importa lo que la buena suerte nos depare, es siempre un regalo; siempre que la suerte esté implicada, no exige que pongamos a prueba nuestro talento ni que realicemos ningún esfuerzo, y ningún mérito está en juego. Por el contrario, sea lo que sea lo que la mala suerte nos quite, deja nuestros méritos intactos; nuestra valía no sufre disminución alguna cuando la suerte está en juego, no exige una disminución de nuestros talentos ni un fracaso de nuestro esfuerzo. 
La suerte afecta a nuestra condición personal, pero no refleja nuestra valía personal.Alfaro, Allende, Guevara, Lincoln fueron asesinados. Harry Truman, Ronald Reagan el Papa Juan Pablo II sobrevivieron a los intentos de asesinatos. (En el caso de Truman salió totalmente ileso y se puede decir que tuvo suerte). En este contexto, ningún mérito particular se añade a un lado de la dicotomía, ni ningún defecto especial al otro. Cuando decimos que es así como la suerte funciona, lo hemos dicho todo.
La casualidad se manifiesta de forma más notable cuando las circunstancias improbables ocurren en realidad. Tenemos especialmente suerte cuando las cosas nos son favorables a pesar de nuestra inacción, o incluso más, a pesar de los malos consejos y las acciones equivocadas. Y por ende, tenemos especialmente mala suerte cuando las cosas nos salen mal a pesar de haber hecho todo lo preciso para que salieran bien.
El enfermo que se recupera de repente a pesar de haber tomado las medicinas que no debía, tiene suerte; el que empeora a pesar de estar tomando la medicación precisa y siguiendo el tratamiento adecuado, tiene mala suerte. En tales casos, la lógica del sentido común de la situación concreta señala en una dirección, mientras que los dictados del destino señalan en dirección contraria. El funcionamiento de la suerte se manifiesta claramente en los aconteceres favorables y adversos que no tienen porque darse en absoluto "por lógica".
Entre mil acciones bursátiles algunas están destinadas a subir mientras que otras no, independientemente de que el momento sea propicio o no. La gente tiene participaciones en estas acciones. Por lo tanto, siempre habrá perdedores y ganadores. Y, dado lo azaroso del asunto, la diferencia entre ellos dependerá generalmente única y exclusivamente de la suerte. 

martes, 25 de diciembre de 2007

EN QUE CONSISTE LA SUERTE


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

“Si no se juega nada, no se gana nada”. “Probar suerte” de vez en cuando es algo muy razonable, pero “confiar en la suerte” como una política sistemática a seguir es sencillamente una estupidez.
 
¿En qué consiste la suerte?
 
Para determinar que una persona tiene suerte conviene hacer dos aclaraciones fundamentales:
En primer lugar, y por lo que respecta a la persona en cuestión, el resultado que se produce es totalmente “accidental”. Tiene que haber algo azaroso siempre que hablemos de suerte. (No podríamos decir que un individuo tiene suerte porque le ha llegado el correo a su casa, a no ser que haya ocurrido una catástrofe en la que se haya perdido todo el correo con mensajes importantes excepto el de algunos individuos entre los que se encuentra el nuestro).
En segundo lugar, el resultado en cuestión es de gran importancia en tanto que se trata de un resultado positivo o negativo, una pérdida o un beneficio. (Si X gana a la lotería, ha tenido suerte; si Z es golpeado por una piedra, tiene mala suerte; pero si consideramos un acontecimiento fortuito como que una persona está momentáneamente en la sombra por causa de una nube, en este caso no se puede hablar de suerte). 
Así pues, la suerte implica tres cosas: 
1º) un beneficiario y un afectado;
2º) un acontecimiento que resulte ser favorable (positivo) o adverso (negativo) desde el punto de vista de los intereses del individuo afectado, y que además,
3º) sea fortuito (inesperado e imprevisto). 
La suerte (buena o mala) cuenta siempre con un elemento normativo de bueno o malo; alguien tiene que verse afectado ya sea de forma positiva o negativa por un acontecimiento antes de que su ejecución pueda ser propiamente calificada positiva o negativamente. Es única y exclusivamente porque tenemos intereses, por lo que las cosas nos pueden afectar para bien o para mal; de ahí que la suerte entre en acción. 
No podemos decir que una persona tenga suerte porque se encuentre palomas en una plaza, o porque vea una nube sobre su cabeza, en tanto que estos fenómenos no afectan al bienestar de una persona. (Sería muy distinto si se hubiera apostado al respecto.) 
En caso de que nadie pueda decir si los acontecimientos se desarrollan para bien o para mal para los individuos involucrados, en caso de que todo sea ambiguo y oscuro y no haya forma de discernir si lo que acontece es para mejor o para peor, la suerte sale de la escena. Considérese la historia clásica del Quijote de Cervantes. 
Con un individuo normal, esos episodios estrafalarios, a saber el famoso encuentro con los molinos de viento, por ejemplo, serían una desgracia. Pero para el caballero andante de la Mancha con su extraña locura y su modo excéntrico de considerar las cosas, todo fue para bien en tanto que demostración de la seriedad de su dedicación a la misión caballeresca. 
La incertidumbre que se impone en este caso por lo que respecta a la ventura o desventura sirve para mantener el tema de la suerte en suspense: la posibilidad de beneficio o pérdida es crucial para la suerte. Un elemento inerte, a saber, una roca o un martillo no pueden tener suerte. Pueden ocurrir cosas que los conserven o que los deterioren, pero la ausencia de cualquier elemento de afectividad significa ausencia de intereses y por lo tanto descarta la entrada en acción de la suerte. Se podría equiparar “el fracaso de un acontecer negativo” con “un acontecer positivo”, y en consecuencia, “el fracaso de un acontecimiento positivo” con “un acontecimiento negativo”; los modos directos e indirectos de la suerte llegan a identificarse. (Dicha identificación resulta plausible ya que, considerando la ecuación mencionada más arriba, fracaso de lo negativo -acontecimiento positivo, parece totalmente apropiada. 
Evitar perder puede que no sea ganar, pero es, sin lugar a duda, algo positivo. En cualquier caso, la buena suerte no está en una ganancia de hecho del tipo que sea, sino en correr un riesgo y salir victorioso de él.

sábado, 22 de diciembre de 2007

TEMPLO DE SALOMON II PARTE


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
M.·.M.·.

Las historias genéricas y las especiales asignan a la institución masónica la antigüedad remota del Templo de Salomón. La magnitud para entonces colosal de la obra que la soberbia o el miedo del apodado Rey Sabio, hizo dedicar al dios de aquellas épocas, al terrible y colérico, al vengativo y sanguinario, al dúctil y caprichoso Adonaí, hubo de exigir el concurso de obreros y artífices de diversos países o regiones. El trabajo era lento, dificultoso, pesado; con pocas o imperfectas herramientas todavía para facilitarlo, y menos al tratarse de lo que habría de superar en magnificencia, riqueza y novedad a lo conocido entonces. 

Falanges, multitudes de operarios acampaban en este vasto campo; y fue preciso ordenar los grupos, metodizar los obrajes, dividir las faenas, disciplinar las gentes e imponer el régimen de los expertos, de los peritos, de los maestros, de los artistas sobre los braceros o simples cooperantes. La leyenda de Babel estaba fresca en la memoria, y el templo al miedo era éste que se levantaba, como el miedo fue quien elevó la Torre de la Ignorancia, la Babel simbólica, la perdurable Babel que siempre abatida y reedificada se perpetúa a través de las edades y las razas, mientras el miedo y la ignorancia nos traigan en la voluntaria confusión de la única lengua simplícisima e ingrediente que dios el verdadero, el padre bueno, infundió en la humanidad con su primer soplo de vida: Ama a dios como causa, y a tu prójimo como a ti mismo. Había pues, que evitar la confusión natural en esta nueva Babel. Sus ciclópeos muros se alzaban ya; laberintos, encrucijadas, vericuetos, subterráneos, andamiajes, talleres, estrépitos obstáculos hacinamientos, voceríos, nubes de polvo, diversidad de lenguas y de métodos, de caracteres y de índoles en ese pequeño pueblo en locura de trabajo. Años transcurrían y el tiempo iba haciendo nacer en ese campo al par que el colosal monumento, las malezas que son consecuencia en donde la humana raza se agrupa para convivir; las secreciones morales que como físicas, dejan los racionales doquiera que se aglomeran; adulación, intriga, bajeza, lucro, explotación, agiotaje, envidia, odio y rencores, celadas, infamias, tiranías. Ya eso era una ciudad, una nación en pequeño; la vida civil en su paradójica expresión.
 
Los más contra los menos, los malos contra los mejores, los fortalecidos contra los débiles, los arteros contra los ingenuos. Era, pues, preciso oponer fuerza contra fuerza, lucha contra lucha, derecho contra usurpación, libertad contra monopolio, secreto contra secreto, unión contra confabulación, igualdad contra usurpaciones, y he allí cómo (éste es el símbolo) desde los toscos muros del viejo Templo de Salomón quedaron escritas las tres sublimes palabras que muchos siglos más tarde, el Pueblo-Luz habría de sacar refulgentes y triunfantes para encabezar el Código de Derechos del Hombre.
Esas tres palabras que toda la humanidad puede leer con sólo alzar sus ojos hacia el firmamento en donde están escritas con signos diamantinos y verberantes; esas tres palabras simples pero inefables que sin confundir a las lenguas se puede contemplar y asimilar de cualquier punto del globo, toda raza, todo ser que sienta en sí el hálito del poder de lo equitativo y bueno, y que no tenga la necedad de creerse Rey de Pelotas de Barro que lo sustenta, sino ciudadano de la patria inmensa y única en donde no hay miserias ni limites: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

viernes, 21 de diciembre de 2007

TEMPLO DE SALOMON I PARTE


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
M.·.M.·.

Las épocas no son sino diferentes vestidos de la humanidad. Ella es la misma bajo las pieles de los hijos de la loba que bajo púrpuras de los Césares; tras los toscos escudos de Atila que bajo la coraza de los cruceros; en las cumbres arrojando piedras, en los llanos moviendo catapultas, que en los aires y bajo las aguas haciendo estallar bombas y torpedos. Del basto y la clava de la flecha y la bombarda, al rifle y el obús, a la mina, al misil y la esfera asfixiante, de los espejos de Arquímedes al periscopio hasta llegar hoy a la particular y la mente electrónica y la matrix. 

Son cambios de táctica y de medios según las circunstancias; la humanidad permanece la misma: haciendo babeles y babilonias, arcas y pirámides, templos al miedo, a la soberbia y a la ignorancia, inventado paraísos y Sinaís, infiernos y diluvios, juicios y resurrecciones, bajo la invocación de dioses acomodaticios a sus debilidades: el Jehová de los contratos con su pueblo; el Júpiter lascivo con su Olimpo de todas las bajezas deificadas; el Moloc repugnante; el hierático y austero Buda; el voluptuoso Alá; Pachacamac el fecundo; Ormuz el guerrero y hasta Jesús el manso hecho dios por la sencillez de una tribu y confirmado y sostenido tal para provecho del temporal imperio de los simonistas que medran a su pretexto, conservando la corona de espinas que la ignorancia le puso como a impostor, para no ponerle la brillante de gloria que la buena fe y la ciencia reclaman hoy para la privilegiada frente del más justo, del más humano, del más fuerte y sabio, del más hermano y sencillo de los hombres.
Porque la coronación de Jesús símbolo, del Cristo hombre, sería la ruina de la soberbia, del poder sobre la conciencia, el más vil y artero de los poderes; sería… la destrucción de la Babel con tanto trabajo levantada; la ruina del Templo de Salomón el Sapiente que hizo casa a dios a cambio del goce tranquilo de los bienes terrenales. Nació acaso, en verdad, la masonería en el templo de Salomón? La humanidad se repite y se repiten sus hechos bajo diversos disfraces. Y los hechos antiguos se convierten en símbolos para las generaciones futuras. Símbolos son hoy monolitos, al Esfinge, las pirámides, los restos de Babel, las estatuas de Hammon, las runas de los templos de Eleusis, de Afrodita; símbolos los jardines de Semiramis, el coloso de Rodas, el Sinaí, el Tabor y el Calvario, el Parnaso y el Pelión, el Arca de Noé y el Paraíso, el paso del Mar Rojo, las conquistas de Jerjes, el caballo de Atila, el paso de Rubicón, la quijada del asno, las plagas de Egipto, los primeros muros de Roma, la roca de Tarpeya, el templo de Janos y mil huellas y recuerdos más del paso humano con sus armas de ambiciones a través de las debilidades e ignorancias como mañana símbolos serán la torre Eiffel, la Guillotina, la aeronave, el sumergible, el bombardero, la computadora, la bomba de destrucción masiva y la ciudad de la Haya con su templo a la Paz que sufrirá la risa secular de la catedral de Reims; y símbolos, en fin, ese inmenso campo de desolación en que se libra la más feroz y primitiva de las riñas de la humanidad que ya se creía depurada de los instintos de las cavernas; pero que dejará en esa enorme pizarra yerma escrita con caracteres de escombros su atestación de quela raza ha progresado bien poco bajo sus nuevos trajes. 
Y no avanzará, no, mientras la evolución natural no le aumente unos milímetros a su posición normal, que le obligue más a ver hacia arriba que hacia el suelo. Porque el suelo le dice con montes y con cerros, con ríos y con selvas: hasta aquí es tuyo, hasta acá es mío; dominio derecho, fuerza; en tano que arriba en ese precioso cristal en que sólo la ciencia de las ciencias sin principios escribe con mundos por letras, con sistemas de mundos por palabras, el alma se eleva, lee: mirad que la patria es infinita, que la raza es una, uno su origen, uno su fin, uno su autor, causa de todos y de todos padre; surge, asciende, despégate, no te atrases, trabaja y asciende; acá es tu patria. Eres grande ¿por qué te empequeñeces? 
Te llamas mi hijo y te substraes a mis dones y mis máximas. Mi ley es simple y sencilla: Ama a tu padre como causa, tu semejante es tu hermano. Por eso te he puesto el cielo por tu techo y lo hice visible a todos los puntos; tuyo será, conquístalo; muchas moradas hay aquí para ti; léelo, léelo siempre cuando el inmenso foco sales tras la aurora, cuando en la calma y recogimiento de la noche alumbro el gran libro para ti: Cumple y cíñete a la única clave, a los tres únicos medios que tienes para venir a él a ser recibido en la alegría que al hijo pródigo : óyelas, léelas: libertad, igualdad y fraternidad.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

LA ORDEN ROSACRUZ


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

El concepto Rosacruz tiene una larga historia en Occidente. Puede ser considerado como una de las líneas del esoterismo práctico de notable significación en la tradición occidental. Surgida en el siglo XVI, si bien muchos de sus seguidores aseguran que sus orígenes se remontan a la más remota antigüedad, la Sociedad Rosacruz basa su fundación en los escritos de un personaje, Christian Rosenkreutz, cuya existencia parece encuadrarse en el siglo XIV, aunque su figura se diluye en las brumas de la leyenda. El Rosacruz utilizó en su filosofía no sólo el supuesto pensamiento de su fundador, sino también los contenidos de aquellas ciencias o artes más sustanciales de la corriente ocultista de occidente como la alquimia, Cábala, tradición hermética o simbología arcana. Amparados en estas líneas maestras, distintos personajes del siglo XX crearon diferentes escuelas o movimientos esotéricos que, aún teniendo una raíz común, discrepan profundamente en sus planteamientos doctrinales y prácticos. Las tres principales escuelas son: Lectorium Rosicrucianum; la Fraternidad Rosacruz y AMORC. 

LECTORIUM ROSICRUCIANUM 

El Lectorium Rosicrucianum o Escuela Internacional de la Rosacruz de Oro tiene su Sede Central en Haarlem - Holanda, siendo este también su lugar de origen. En 1924 entraron los hermanos Z.W. Leene (1892 - 1938) y J. Leene (1896 - 1968) en la Sociedad Rosacruz, división holandesa (que se había formado unos años antes) de la Rosicrucian Fellowship fundada en 1909 por Max Heindel en Oceanside, California, EE.UU. Pronto ocuparon en la Sociedad Rosacruz un lugar prominente y en 1929 fueron asignados para la dirección de la misma. En el año 1930 la Sra. H. Stok - Huizer (1902 - 1990) se unió a los hermanos Leene y juntos emprendieron una búsqueda espiritual de la cual resultó que en el año 1935 se independizaron de la 'Rosicrucian Fellowship' y continuaron su camino. Z.W. Leene falleció en el año 1938, pero el Sr. J. Leene y la Sra. H. Stok - Huizer continuaron juntos el trabajo iniciado. Escribieron numerosas obras, las cuales fueron publicadas bajo sus pseudónimos J. van Rijckenborgh y Catharose de Petri respectivamente Después de la Segunda Guerra Mundial, pudieron ser reemprendidas las actividades de la Sociedad (las cuales estuvieron prohibidas por el invasor durante los años de la guerra) Los líderes espirituales mencionados tomaron un nuevo camino, centrándose cada vez más en el concepto 'gnosis'. 'Gnosis' significa literalmente conocimiento en un sentido cristocéntrico, el conocimiento de Dios directo, el cual es resultado de un camino de desarrollo espiritual: el nacimiento de agua y espíritu (Juan 3:5). Este proceso de desarrollo espiritual es simbolizado de una u otra manera por 'Las Bodas Alquímicas de Cristián Rosacruz'. 

El nombre Cristián Rosacruz es una denominación utilizada por los Rosacruces clásicos del siglo diecisiete para designar al prototipo del hombre renacido en Cristo y así, totalmente renovado. Él está al servicio de la humanidad con todo su corazón y su alma, por la realización de la verdadera renovación espiritual. El concepto 'gnosis' en un sentido más amplio fue la denominación utilizada para el toque universal de Cristo y su fraternidad, y su trabajo eterno de salvación a través de toda la historia, también antes de Cristo. 
En el año 1945 la Sociedad Rosacruz tomó la denominación de Lectorium Rosicrucianum y se presentó al mundo como 'La Escuela Espiritual Gnóstica'. A partir de entonces fueron desarrollándose fuera de Holanda más y más actividades y actualmente el Lectorium Rosicrucianum tiene alumnos en muchos países de Europa, América del Sur, América del Norte, Africa, Australia y Nueva Zelanda. Desde el fallecimiento del Sr. J. van Rijckenborgh y la Sra. Catharose de Petri el Lectorium Rosicrucianum está dirigido por una Dirección Espiritual Internacional, la cual está asistida por direcciones nacionales y grupos de trabajo. 

FRATERNIDAD ROSACRUZ
 
Fue fundado por Max Heindel, quien organiza una serie de actividades. Crea la Escuela de Filosofía y otra de “Curanderos Místicos”. La escuela a quien él llama “Orden” se halla configurada de acuerdo con un sistema jerárquico. La Fraternidad Rosacruz se denomina a sí misma “Asociación de místicos cristianos” y tiene por lema: “Una mente equilibrada, un corazón tierno, un cuerpo sano”. Formada por hombres y mujeres que tratan de poner en práctica su filosofía, sus dirigentes hacen destacar una serie de características de la Escuela, de las cuales resaltamos las siguientes: a) Es una puerta de acceso a una de las siete escuelas de misterios menores que existen en el mundo; b) Contiene enseñanzas ocultas de la religión cristiana; es decir, aquella que Jesús explicaba en privado a sus discípulos; c) Sus enseñanzas van destinadas principalmente al mundo occidental y cristiano, pretendiendo que aquellos que han dejado de practicar esa religión vuelvan al seno del verdadero cristianismo; d) Enseña que en el sendero del desarrollo existen dos temperamentos: el místico y el intelectual. El primero desdeña los conocimientos intelectuales, siguiendo los dictados del corazón. El segundo, por el contrario, atiende exclusivamente a la razón dejando a un lado el sentimiento. Para la fraternidad Rosacruz considera que el hombre perfecto es aquel que posee polaridades: la positiva, perteneciente al intelecto y la razón, y la negativa que es la del corazón, que se refiere al sentimiento y al amor. Naturalmente , el desarrollo integral del individuo incluye esta doble vertiente que se ha de cuidar de forma plena, puesto que tanto el místico como el intelectual están desarrollándose de forma asimétrica, al concentrarse más en una polaridad que en otra; esta unilateralidad constituye una importante limitación, ya que en un tiempo futuro se verán necesitados de ejercitar la otra polaridad. Así lo exigen las leyes naturales que rigen nuestra evolución, y que han de conducirnos de forma insensible, pero inexorable hacia la perfección. Dentro de la Orden Rosacruz, se desarrolla de forma paralela y simétrica el corazón y el intelecto; y se da explicaciones lógicas a la religión y a la ciencia. Cabe resaltar que dentro de la orden no hay aseveraciones irreconciliables con la razón y además cualquiera puede comprobar personalmente si se toma el interés suficiente y desarrolla sus propios potenciales. Para la Fraternidad Rosacruz el “Periodo Terrestre” ha pasado por varios estadios de evolución que denomina “razas”, a cada una de estas se le ha dado en su momento la religión más apropiada para su desarrollo. Nos preguntamos, en este punto, quienes son los encargados de trasmitir semejante legado a los humanos, la Fraternidad responde que son Seres Superiores que se encuentran en otros planos y que en última instancia son los responsables de nuestra evolución. En relación las leyes naturales que la Fraternidad Rosacruz concede especial atención y son: La ley del Renacimiento o de la Rencarnación rige la evolución de los espíritus en su etapa terrestre y hace que a través de las existencias vividas pueda ir mejorando su calidad. La ley de Retribución o llamada ley de Consecuencia de Causa y Efecto o de Karma, es la que se ocupa de que todos recibamos los efectos propios de las causas que, durante nuestras vidas, ponemos en funcionamiento. Así aprendemos las lecciones oportunas sobre las leyes naturales y como debemos observarlas. La ley del Arrepentimiento es una aportación de la doctrina cristiana. Gracias a ella se nos permite escapar al efecto de la ley de Retribución por las infracciones que hayamos cometido. Según esta ley, cuando mostramos profundo arrepentimiento por cualquier infracción de una ley natural y realizamos la reparación necesaria al perjudicado, las consecuencias quedan disueltas y perdonadas. La ley de Epigénesis es una aportación de las enseñanzas de la Fraternidad Rosacruz y se refieren en forma directa a la ley de Retribución. Pero si meditamos en ella llegamos a la conclusión de que sus principios generan un mundo totalmente mecánico. Porque, cada causa produce un efecto, el cual se convierte en causa siguiente y así sucesivamente. 

ORDEN ROSACRUZ AMORC 
 
Es conocida como la Antigua y Mística Orden Rosae Crucis y cuyo nombre se deriva del antiquísimo símbolo que es la cruz y una sola rosa roja. Siendo importante destacar que siendo su símbolo una cruz no tiene relación religiosa sino un sentido alegórico propio. Mariano Vázquez en su obra “Escuelas Esotéricas de Occidente” señala que las iniciales de AMORC son una abreviatura de las palabras “Antigua y Mística Orden Rosae Crucis”. Su programa de estudios, reúne una filosofía de vida que es posible vivir, el idealismo metafísico y las ciencias prácticas como: física, química, biología, fisiología y Psicología. Procura por medio de su sistema educativo, librar a la sociedad de la influencia esclavizante de la ignorancia, el fanatismo, el temor y la superstición. Siendo sus propósitos fomentar la evolución de la humanidad mediante el desarrollo del potencial que cada individuo lo posee; enseñándole la significación y la aplicación de las leyes naturales y cósmicas que se manifiestan en el universo, dentro de nosotros y en torno a nosotros. Su tradición hace que su origen se remonte a las escuelas de misterios del antiguo Egipto. En estas escuelas, los místicos iluminados se reunían en forma regular para estudiar los misterios de la existencia. Precisamente por está razón se les llamó “escuelas de misterio”. Agrupaban a todos los buscadores que aspiraban a una mejor comprensión de las leyes naturales y universales. Por eso, la palabra “misterio” en las antiguas civilizaciones egipcias, griegas y romanas no tenía el significado que se le da en la actualidad. De esta manera esta Orden al referirse a sus orígenes se incluye a uno de los primeros iniciados el faraón Thutmosis III que agrupó a sus seguidores en una fraternidad única de la que AMORC perpetúa en nuestros días las reglas y fundamentos. Y a partir de esta relación histórica se incluye una larga lista de nombres como Salomón, Pitágoras, Solón, Plotino, Carlomagno, Francis Bacón, Claude Debussy, Isaac Newton, Benjamín Franklin, René Descartes, etc. Igualmente indica que el principio hermético “Lo que arriba es como lo de abajo” es el lema escogido de esta Escuela para enseñar que no se pueden comprender las leyes que rigen al mundo metafísico, sin conocer los principios básicos que gobiernan al mundo físico. Como a poyo para su tesis en AMORC se recuerda que los grandes iniciados de todos los tiempos sabían muy bien que la búsqueda de lo invisible comienza por la observación y el análisis de lo visible.  

SU RELACION CON LA MASONERIA

En el periplo de los rosacruces, su relación con la masonería ocupa un espacio importante. Así, por ejemplo, en la versión de su historia proporcionada por la más numerosa y extendida de sus organizaciones en la actualidad, AMORC, "la masonería no sería sino la organización nacida de Salomón, un rosacruz que no llegó a ser iniciado por completo"; versión no aceptada, evidentemente, por la masonería, y que carece de cualquier base histórica. Jean Pierre Bayard en su libro La meta secreta de los rosacruces (Robin Book, Barcelona, 1991), asegura que "Los Manifiestos de la Rosacruz, creados o no por Andreae y sus amigos, han tenido una influencia espiritual sobre muchos grupos y, particularmente, sobre los de Inglaterra. Francis Bacon, con la Nova Atlantis, influenció y marcó las logias masónicas". Afirma, por otra parte, que "Johann Gotthier, al publicar en 1804 su libro sobre los rosacruces, pensó que francmasones y rosacruces no eran sino un único grupo en su origen, que se separaron para propagar por una parte ideas filosóficas y filantrópicas en la masonería y, por otra parte, entre los rosacruces, para llevar a cabo investigaciones cabalísticas y alquímicas". Y, más adelante, describe el ambiente intelectual en el que todo ello pudo producirse, pues "Igualmente hemos visto que el Siglo de las Luces se sintió atraído por el iluminismo y que aquellos focos permitieron la eclosión de la francmasonería, bien estructurada desde 1717. Esta orden no pudo sino permanecer atenta a toda creación de sociedades análogas y seguir la evolución de los círculos, atribuyendo siempre a la Rosacruz de Oro intenciones alquímicas". Unos párrafos que consideramos, más allá de anécdotas, como sumamente aclaratorios. 
Es importante observar que el grado 18 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, practicado en la mayoría de logias masónicas de todo el mundo, se denomina Gran Príncipe Rosa Cruz. En este grado se recogen diversos símbolos indudablemente rosacruces: el triple beso, el pelícano, el águila, barras de cera para lacrar& La S.R.I.A. está compuesta exclusivamente, ya lo veíamos anteriormente, por masones, que conciben la "vía rosacruz" como una profundización más espiritual, incluso superior, en algunos aspectos, a la experimentada en la propia masonería. En el caso concreto de la Orden Rosacruz, los mandiles, de apariencia masónica a simple vista, la denominación de sus locales, "logias", y las referencias al Gran o supremo Arquitecto del Universo; nos remiten, inevitablemente, a la masonería como inspiradora tanto formal como materialmente o, al menos, formando parte de un tronco común. Manuel Guerra, en su extraordinario Diccionario enciclopédico de las sectas (BAC, Madrid, 1999,2ª edición) asegura que "Los grados de iniciación, el secreto, etc. del rosacrucismo deben atribuirse probablemente a influjo de la masonería". Cuando algunas organizaciones rosacruces analizan sus diferencias con otras entidades igualmente denominadas, denuncian la mayor o menor influencia ejercida por la masonería en ellas. Es el caso de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel que, para diferenciarse de AMORC, recurre a la inspiración masónica de ésta última, cuando afirma que en ella el proceso de la iniciación reviste carácter masónico: se realiza en una logia, asisten oficiales de ceremonia, se sigue un ritual preciso, se emplean palabras de pase, se utilizan signos e instrucciones secretas& Por el contrario, los seguidores de Max Heindel experimentarían una iniciación personal, espiritual e íntima. Pero donde puede encontrarse una gran fuente de inspiración para alguna de las actuales órdenes rosacruces, particularmente AMORC, es en la nebulosa masonería llamada egipcia, es decir, la seguidora de los ritos de Menfis, Misraim y Menfis-Misraim. AMORC, en su texto Preguntas y respuestas rosacruces, afirma, además, que "En el siglo XVIII, la Orden de la Rosa-Cruz y la Francmasonería estaban muy relacionadas, lo que explica por qué uno de los más altos grados de la masonería lleva el nombre de Caballero Rosa-Cruz´. Estas dos organizaciones son totalmente independientes entre sí, y por tanto, sus actividades también lo son. Ciertamente, hay numerosas personas que son al mismo tiempo rosacruces y masones, demostrando que no existen incompatibilidades entre estos dos movimientos". Intentemos, como resumen, establecer algunas semejanzas y diferencias entre ambas corrientes, ya aclarado que el "humus" humano e intelectual eran comunes. Semejanzas: ambas son órdenes (organizaciones jerarquizadas y estructuradas en grados); son entidades iniciáticas (se pasa de un grado a otro superior mediante ceremonias iniciáticas); son grupos esotéricos (para una minoría, frente a las religiones exotéricas, propias de las mayorías); afirman remontarse a una remota antigüedad; poseen sistemas de signos, toques y palabras; realizan sus trabajos en logias dirigidas por venerables maestros; emplean mandiles; comparten numerosos principios filosóficos. Diferencias: la masonería posee tres grados fundamentales (aprendiz, compañero y maestro), mientras que la rosacruz no los tiene; los sistemas de enseñanza son distintos (en la masonería es simbólica, en la rosacruz se realiza a través de monografías periódicas); en la rosacruz se escucha el discurso del maestro y se retiran, y en las tenidas masónicas, los asistentes exponen sus opiniones; en la rosacruz el ascenso de grado es automático, mientras que en la masonería el aspirante debe acreditar su preparación; el mandil rosacruz es triangular, por el contrario, en la masonería es cuadrangular; la masonería está enfocada a la simbología y la reflexión filosófica y social, y la rosacruz se encamina al desarrollo de las potencialidades de la persona, la alquimia y la astrología.

sábado, 8 de diciembre de 2007

LENGUAJE SIMBOLICO

EL LENGUAJE

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA 
M.·. M.·.

Es inviolable por su naturaleza y se conserva hoy tan puro como cuando se encontraba en los templos de la India, la Samotracia, de Egipto y de la Grecia. El que no estudia cada uno de nuestros tres grados, no comprende bien los símbolos ni explica su oculto significado. Podrá vanagloriarse con los títulos pomposos del maestro, hacer señas mas o menos extravagantes y pronunciar palabras judío-bárbaro-helénicas; pero no será nada, no sabrá nada que ignore cualquier mediana educación. Es decir, en otras palabras, desde el inicio mismo, una de nuestras principales obligaciones como masones, quizá la más importante, es la de dedicarnos al estudio, la comprensión y la explicación del oculto significado de los símbolos que nos rodean heredados desde la más antigua antigüedad. Nuestra institución encierra un secreto oculto detrás de esos símbolos secretos que debemos llegar a conocer mediante el aprendizaje del idioma sagrado: el idioma simbólico. Si observamos cuidadosamente lo que nos rodea, nos daremos cuenta, de que todo lo que se manifiesta en el universo es simbólico. La posición de las estrellas, la jerarquía y movimiento de los planetas, el sol y la luna, el día y la noche; la tierra, sus estaciones, los elementos que la componen, las variadas formas y cualidades de las piedras, los minerales y las plantas, así como el comportamiento y las funciones de las aves, los peces y todos los animales que habitan, son símbolos diseñados por las fuerzas de la naturaleza. También los colores, sabores, sonidos y por supuesto el humano son símbolos del universo. Por otra parte, si observamos las manifestaciones culturales, nos daremos cuenta de que todas ellas son también simbólicas; los números, las letras, son símbolos de energías que se encuentran detrás de ellos. El arte, en todas sus manifestaciones, cuyos orígenes son sagrados, son siempre expresión simbólica de ideas sutiles inspiradas al artista por las musas. También los idiomas, pues cada palabra o conjunto de palabras son símbolos de alguna idea que ellas expresan. Para el hombre antiguo, tanto la agricultura como la artesanía y hasta el comercio y la guerra, así como la construcción de ciudades, templos, habitaciones, carruajes y naves, incluyendo cada uno de los utensilios que usaban para la realización de sus oficios; todos los juegos que practicaba y en fin, todo lo creado por la naturaleza y el humano fueron símbolos vivientes de una realidad que trascendió. También los antiguos sabían que las verdades más altas llegan a nosotros a través de los símbolos y que los hombres podemos utilizarlos como vehículos de conocimiento, que si conducimos adecuadamente nos llevará precisamente a la comprensión de esas verdades.

Todas estas órdenes de la existencia son armónicas y se dice que esta armonía, a la que nuestros símbolos masónicos nos habrán de llevar, es así mismo un símbolo de la unidad universal, de la cual todas estas órdenes provienen, y a la que toda la creación finalmente retorna. El hombre, desde su origen mismo, ha vivido en función de los símbolos que lo rodean, pero a partir de la entronización del racionalismo durante esta época que algunos actores tradicionales llaman “Del Oscurecimiento Creciente”, el hombre occidental pareció olvidarlos casi por completo, y se abocó de lleno al desarrollo, la especialización y la manipulación de las ciencias empíricas y técnicas, llevado por una ilusión de progreso indefinido, cuyas últimas consecuencias ha sido la tremenda crisis que vive el mundo moderno.

Aunque la ciencia empírica y la psicología no es la materia que nos compete, resulta sin embargo interesante observar que aún esta ciencia moderna ha establecido con asombro que el hombre actual en el estado ordinario de conciencia, escasamente utiliza cuando mucho un 10 por ciento de sus capacidades mentales y emotivas; y lo que es aún más asombroso, recientes investigaciones psicológicas han logrado demostrar que la educación moderna que todos la hemos recibido, utilizando únicamente métodos racionales, analíticos y discursivos, no solo no despierta aquellas potencialidades dormidas sino que por el contrario, atrofia ciertas partes de nuestro cerebro que son precisamente aquellas que se activan cuando el humano se pone en contacto con energías superiores cuando se conectan con las musas que inspiran al artista o cuando comprende el lenguaje de los signos.

Esas investigaciones psicológicas han llegado a demostrar “empíricamente” que ciertas funciones del cerebro que se encuentran activivos en los niños, se van atrofiando a medida que van creciendo rodeado de prejuicios y condicionamientos que le impone la educación oficial que se imparte; y que únicamente se conservan estas facultades despiertas, en alguna medida en aquellos que mantienen contacto con el arte y con el símbolo. También los psicólogos se han ocupado de observar, pretendiendo descubrir algo nuevo, que los mitos, los sueños y las leyendas afectan de modo sensible al psiquismo humano y que ciertos símbolos se repiten de tal manera en las experiencias de sus pacientes, que este hecho solo puede ser explicable si se considera que estos se encuentran en lo que ellos llaman el inconsciente o subconsciente colectivo y que otros autores llaman con más propiedad la memoria colectiva de la especie humana.

Hoy día a nadie cabe duda de que los símbolos ejercen en el humano un gran poder transformador. Basta observar la influencia determinante que ejercen en el hombre moderno la publicidad y propaganda a través de los medios de comunicación donde se reproducen sistemas simbólicos, los resultados son elocuentes, muchos creen que es la realidad misma y así podemos darnos cuenta de que el ser humano posee una naturaleza tal que es sensible a los símbolos; que estos pueden actuar sobre nosotros y afectar de modo determinante nuestra conducta. Para adentrarnos en el lenguaje simbólico, en primer lugar es necesario distinguir dos clases de símbolos que corresponden de manera precisa a dos aspectos de la realidad y a dos maneras de encarar la vida: los sagrados y los profanos. Los símbolos sagrados, según nos dicen expresamente aquellos que nos lo han legado, han sido revelados al hombre; su explicación oculta fue transmitida por tradición (de boca a oído) a través de los siglos y se dice que sus orígenes se pierden en las noches de los tiempos.

Los símbolos profanos como los utilizados por la propaganda comercial y política, han sido por el contrario inventados por el hombre moderno, antiguamente no se conocían y modernamente se han generado y reproducido convirtiéndose en un instrumento más que contribuye al adormecimiento de la gente. Los símbolos sagrados son exactos y su contenido se encuentra expresado de una manera precisa en las distintas formas que adquieren; los profanos en cambio no tienen ningún contenido claro ni preciso y muchas veces son engañosos, pues exteriormente manifiestan cosas que interiormente no contienen.

Nosotros nos manejamos únicamente con los primeros, pero no podemos dejar de observar los segundos, pues debemos aprender a distinguirlos claramente y también porque estos últimos nos ayudarán a desentrañar los signos de los tiempos que nos ha tocado vivir; por otra parte, es necesario distinguir dos aspectos opuestos y complementarios que también corresponden a dos maneras de encarar la realidad: lo exotérico y lo esóterico. El primero se refiere a lo externo, a la forma que el símbolo toma para expresarse sensiblemente, a su manifestación visible. El aspecto esotérico indica más bien lo interno, el contenido oculto en el símbolo mismo, la idea-fuerza o la energía inmanifestada e invisible que detrás del símbolo se encuentra.

En el símbolo sagrado el aspecto exotérico no es de ninguna manera arbitrario ni casual, por el contrario, obedece a ciertas leyes exactas y precisas y por esto decimos que ambos aspectos se complementan: porque la manifestación externa del símbolo es la que trae al orden sensible aquello que pertenece a un orden superior a lo cual podemos llegar si logramos atravesar o traspasar el mero aspecto formal.

Lo esotérico pues es anterior y por lo tanto jerárquicamente más alto que lo exotérico, y es a ello a lo que el lenguaje simbólico, bien entendido, nos debe conducir, pero el aspecto externo es más bien necesario para que el símbolo se exprese a nuestro orden sensible, velando su contenido a quienes no tienen ojos para ver lo interno de las cosas, pero más bien desvelando o revelándolo a los que si están capacitados para ver. De esta manera lo exotérico puede variar al expresarse en los variados ordenes de la existencia o en las distintas culturas; pero lo esotérico se mantiene invariable de la misma forma en que una idea puede ser expresada en varios idiomas sin que su contenido se altere. Si observamos los símbolos exclusivamente desde el punto de vista exotérico, encontramos variadas formas de expresión simbólica en las distintas manifestaciones del universo y en los diversos pueblos; podremos, como lo hace la ciencia moderna archivarlos, exponerlos en museos, enciclopedias y hasta llegar hacer eruditos conocedores de los mismos, pero no podremos llegar hasta el verdadero conocimiento y comprensión.

Si, por el contrario los abordamos desde el punto de vista esotérico, más bien nos daremos cuenta de la identidad de todas las culturas verdaderas; podremos observar como símbolos y sistemas simbólicos en apariencia muy diferentes, pueden ser sin embargo idénticos en su contenido, y como la síntesis que se obtiene mediante las adecuadas relaciones entre los distintos ordenes de la existencia y entre los variados sistemas simbólicos de todos los pueblos, es lo que nos conduce a la verdadera comprensión y conocimiento de las energías secretas que detrás de los símbolos se ocultan. Sin embargo es necesario hacer la observación de que lo esotérico nada tiene que ver con lo mal llamado ocultismo, ni mucho menos con las prácticas llamadas hechicerías y la superstición como algunos estarían tentados a creer, sino que por el contrario nos conduce más bien a lo más profundo de los misterios de la creación, ocultos en el interior de nuestra propia conciencia. Nuestra Institución hace derivar sus orígenes de los centros iniciáticos de la antigüedad a través de los cuales se transmitió el lenguaje simbólico hasta nuestros días. A la masonería le ha correspondido, durante los últimos siglos la delicada función de ser, en occidente, el guardián de estos símbolos y transmitir su profundo significado.

Nuestra obligación pues es la de resguardar los símbolos y rescatar su sentido original y primitivo, no con el objeto de aumentar simplemente nuestra erudición, sino más bien para aplicar este conocimiento a la vida. El lenguaje simbólico tiene el poder de actuar en la vida cotidiana y se dice que quienes se acercan a él de la manara adecuada podrán observar dentro de sí mismos la profunda acción transformadora ejercida por la energía que se encuentra detrás de nuestros símbolos tradicionales.

LA LIBERTAD VALOR DE LA MASONERIA


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
M.·.M.·.
La tierra no es el centro del universo! Haber logrado captar la verdad de esta afirmación ha sido sorprendentemente la conquista de la libertad de la humanidad por conocer. Cuando Copérnico presentó por primera vez su revolucionaria teoría, que afirmaba que la tierra giraba alrededor del sol en lugar de ser al contrario, la gente pensó que estaba loco. De hecho, cuando Galileo utilizó un telescopio para probar la teoría heliocéntrica de Copérnico, se lo consideró hereje por desafiar las creencias religiosas prevalecientes con sus concepciones científicas; Galileo fue procesado y se le ordenó que renunciara a sus convicciones. Antes de enfrentarse a la tortura, renunció a sus afirmaciones y fue puesto bajo arresto domiciliario, donde permaneció los últimos ocho años de su vida. Se dice que cuando se hallaba al borde de la muerte, sus últimas palabras fueron: “no importa lo que ellos digan, la tierra gira alrededor del sol.” Aceptamos la verdad de Copérnico y de Galileo, pero existe hasta el día de hoy creencias que impiden aceptar una verdad científica acerca del universo y penetrar en el significado más profundo en el cual cada uno de nosotros es el centro de nuestro propio universo, y no es que lo impida su capacidad mental, sino la perdida de libertad para pensar y enfrentar esas verdades y conceptos que subyacen más allá de su mente. La verdadera libertad se divide a juicio de la filosofía, en externa e interna.
La externa es la facultad que tenemos de obrar conforme a nuestra voluntad, dada nuestra posición y las de los demás humanos en el mundo.
La interna es la facultad de pensar, apreciar los seres humanos y sus actos conforme a los dictados de nuestra conciencia. Sobre esta base de apreciación también dividiremos la libertad en positiva y natural. Llamamos positiva a la primera, porque está limitada por las leyes y costumbres que rigen a todos los seres; y natural a la segunda, porque los seres racionales disfrutan de ella en la esfera de su mayor o menor desarrollo intelectual y moral. La libertad positiva disminuye o tiende a disminuir a medida que el ser humano avanza en su saber, porque los complicados deberes y derechos que surgen del desarrollo físico, intelectual y moral del mundo, reconocen por límites y deberes y derechos iguales, que hay que respetar y que exigir de los demás. ¡Se podrá gozar de mayor libertad que en un estado puro! Cierto, debemos contemplar el mundo libre de ilusión o distorsión de la realidad que nos rodea, o de nosotros mismos; ver rosas donde hay rosas, ver espinas donde hay espinas. Veremos que esa amplia e ilimitada libertad en seres que conocen y que han desarrollado el conocimiento de la esencia del mundo que los rodea significa conocer lo que es, conocer cómo operan las cosas y conocerse a sí mismo y a los demás. Manifestar al contrario es cuando falta en el espíritu la luz del conocimiento, de la moral, del respeto a la naturaleza y a éste ser le falta la verdadera libertad, supuesto que no se piensa ni se obra sino en estrechos círculos de las acumulaciones materiales. Por otra parte, es indispensable ejercitar esa libertad individual, porque es indispensable conocerse y comprenderse a sí mismos. 
Cuando abrimos nuestros ojos a la sabiduría, no estamos obligados a elegir lo que vemos, sino que vemos exactamente lo que es. Esto puede parecernos como un desafío, sin embargo, cuando nos apartamos de la fantasía y vemos en verdad el modo de ser de las cosas, nos liberamos de la ilusión y podemos comenzar a vivir más de acuerdo a la realidad. Cuando las organizaciones se desarrollan crean un mundo de derechos y deberes múltiples que ofrecen al espíritu vasto campo para resolverse en el sentido que considere más acertado. Entonces nace la responsabilidad moral, que es el más activo elemento para el progreso, porque teniéndose un conocimiento más seguro del bien y del mal, y siéndole imputable al hombre todo lo bueno y lo malo que produzca con entera libertad y completo discernimiento; se deduce que cuando se infringen las leyes morales, la acusación de la conciencia que es el tribunal que siempre nos juzga, no se hace esperar, y las leyes positivas pueden aplicarse con justicia. ¿No es ignorancia una circunstancia atenuante? He aquí pues, explicado por qué la humanidad ha progresado más pero mucho más, en los veinte siglos transcurridos, que en el período o los períodos históricos, anteriores a la era cristiana. Y se debe a que seguimos una progresión creciente, de acuerdo a los tiempos en que desarrollamos nuestra inteligencia, que a tantos asusta, nos pone en condiciones de desenvolver nuestras facultades en una campo más amplio cada día. La libertad no es otra cosa que la consecuencia necesaria de la combinación de la voluntad y la inteligencia, dirigida en variado sentido. Es un efecto del libre albedrío, innato en todo ser humano, efecto genuino y grandioso, porque es el coeficiente más activo y poderoso del progreso, y a su vez, da nacimiento a otro coeficiente de no menos importancia, que se llama responsabilidad moral. 
En resumen: La libertad supone un conocimiento más o menos claro de los actos que se ejecutan y una voluntad perfectamente definida por el desarrollo de la inteligencia. Si en el hecho que se ejecuta no entra como causa eficiente la voluntad de obrar no el conocimiento de lo que se hace, la libertad no existe. Y quién creyera que hay seres humanos que combaten estos principios fundamentales como es el progreso en todas sus manifestaciones trascendentales no sólo para la vida individual sino el desarrollo de la sociedad en su conjunto que ha llegado a un grado de desarrollo y que para la cual ha necesitado siglos para alanzar la meta de la grandeza humana y que pese al tiempo transcurrido no logra todavía arrancar todos sus secretos a la vida y a la ciencia. De esta suerte todas las grandes conquistas del género humano en lo que va a nuestra época, son combatidas con tesón por quienes no creen en la igualdad, la tolerancia y la razón. Sin embargo que la tolerancia es la precursora y la compañera eterna de la libertad, y la igualdad es la mejor conquista de los pueblos.

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