lunes, 15 de febrero de 2021

EL ARTE DE MANEJAR LOS SENTIMIENTOS

 


VICTOR MANUELGUZMAN VILLENA

profesor de almas

La superioridad de muchos humanos resulta menores a las cualidades intelectuales que se adquieren con la educación en el hogar,  y luego en la escuela hasta llegar a la universidad que constituye propiamente la instrucción que nunca será completa, porque el conocimiento se lo va adquiriendo  mediante el estudio durante toda la existencia terrenal.

Por el estudio cultiva la persona la inteligencia. Por la educación modela el alma, ya que crea hábitos mentales, disciplina, sentimientos de deber y de responsabilidad; desarrolla el espíritu de observación, el buen juicio, la voluntad. Por tanto con  la educación se aprende a gobernar sus sentimientos.

Toda persona es guiada en la vida, más que por la inteligencia, sobre todo, por sentimientos, de los que deriva su carácter.

¿Cómo puede gobernar un pueblo, dirigir ejércitos, manejar una pequeña empresa, si se ignora el arte de manejar los sentimientos y las pasiones de los humanos? ¿Cómo podrá un individuo manejar los sentimientos ajenos si desconoce el arte de manejar los suyos propios?

¿Cuáles son las reglas de ese arte? ¿Dónde aprenderlas?

Desde el momento de nuestro despertar a la vida, asistimos a la contemplación de sus fenómenos y a la experimentación de lo que ocurre dentro del propio yo y fuera de él. El arte de manejar los sentimientos nos lo enseña la vida; nuestro primer aprendizaje es enteramente experimental y a menudo doloroso, ejemplo: El niño es atraído por el brillo de una llama, trata de tocarla y siente el dolor vivo de una quemadura. Ese momento aprende por sí mismo a gobernar sus impulsos, a dominar sus sentimientos y así va acumulando experiencias que serán sus profesores de su existencia.

La contemplación y la expimentación de los fenómenos de la vida van grabando los caracteres psicológicos del yo y traduciéndose en hábitos que, si asimilan lo bueno e imitan lo perfecto, donde quiera que estén, van despojando al ser interior de deformaciones innatas y de accesorios primitivos como de lastre inútil, y van contorneando la personalidad con rasgos adaptables al mejor cumplimiento de un destino en la vida y al logro de la felicidad, supremo móvil de todos los actos humanos

Pasado y presente

El fenómeno fisiológico actual, es decir, el yo físico con sus órganos en función, con el aliento de la vida, con la facultad de movimiento y de percepción por los sentidos; el fenómeno psicológico, o sea, el alma en operación, con la facultad de conocimiento, raciocinio e imaginación, con la facultad de amar, desear y rechazar; el momento de relación entre el mundo interior y sus dominios y el mundo externo y sus realidades, constituye el presente, lo absoluto de la vida, en el tiempo.

El presente no está sujeto a medida, es una continuidad, un enlace perenne entre lo que fue y lo que será, entre lo acaecido y lo que vendrá: tiene el valor de la vida misma, y por esto, es lo único que en verdad interesa al humano, en el tiempo. Es decir el pasado ya no existe y el provenir es una secuencia del presente.

Si el momento actual vale lo que la vida y es lo único que interesa, es lo que ahora piensas y lo que ahora haces, lo que verdaderamente importa. Ya estudies, trabajes, descanses, te recrees, cada una de tus ocupaciones, atienda a su espíritu o a tu cuerpo, debe determinar una feliz solución al presente y marca una guía al alma inmortal.

La solución feliz del instante demanda un acopio de fuerzas para enfocar con vigor las facultades en el vivir momentáneo.

La solución feliz del presente es el preludio de un futuro victorioso. Si estás seguro de que das al presente cuánto eres capaz de dar, no temas al porvenir, espéralo confiado y optimista.

Pero no vuelvas al pretérito, si no es para aplicar en favor del presente, las experiencias que te dejó. No vuelvas a las cosas ingratas del pasado, ellas están sepultadas definitivamente en la nada. No obstruyas el curso del vivir momentáneo, no impida la posible felicidad actual, viviendo ayer, lamentando los errores y extravíos que cometiste, apesadumbrándote por lo que pudo ser y no fué, por lo que pudiste hacer y no hiciste.

Si te alimentas del pasado, tu presente será lúgubre, huraño y reservado. No inspirarás simpatía y empatía. No podrás ganar amigos sino enemigos, ni prosperar en ningún plano de la vida espiritual.

Publicado por la Oficina
de comunicación de Dios Apolo
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