domingo, 18 de abril de 2010

LA LEY DEL AMOR FUERZA CURATIVA


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

Cada uno de nosotros en el fondo de nuestra alma llevamos el Árbol de la Vida, que crece y madura hasta su total perfección, que nos brinda abundantes y vivificantes frutos de amor. Ha sido definido como el más grande don que posee la humanidad, ya que el amor nunca deja de satisfacer todas las demandas del corazón. El principio divino del amor puede utilizarse para eliminar todos los pesares, enfermedades, las condiciones e incluso las carencias que hostigan al ser humano. Con la comprensión y el uso correcto de la influencia sutil e ilimitada del amor, el mundo puede curarse de sus heridas y el dulce manto de su compasión cubriría todas las discordias, la ignorancia y todos sus errores.
Con sus alas extendidas, el amor busca los puntos áridos del corazón humano, y con un toque mágico redime y transforma. El amor es eterno, ilimitado, inmutable; va más allá de cualquier visión y se adentra en la infinitud para concebir su fin. El amor satisface la ley por sí mismo, con su obra perfecta y se revela en nuestra propia alma. El amor siempre busca una entrada para penetrar en el alma y desbordarla. Si no se ve perturbada por la perversidad y el pensamiento disonante del hombre, la eterna e inmutable corriente de amor fluye sin cesar, llevándose por delante hacia el gran mar universal del olvido, cualquier discordia que pudiera perturbar la paz del humano. El amor es fruto perfecto del espíritu; avanza vendando las heridas de la humanidad, acercando a las naciones hacia una mayor armonía y trayendo paz y prosperidad al mundo. Es el latido del mundo, del universo. La humanidad debe cargarse de esa corriente de amor si quiere transformarse y transformar.
Para esta transformación en amor se necesita valor y fortaleza, y así éste sentimiento llenará tu corazón envolviéndote en un aura impenetrable donde el temor y el miedo no tienen cabida. Y más bien se expande como una conciencia universal. Amar es liberar y abrir el infinito depósito de tesoros del alma. Si amamos no podemos dejar de dar, y dar es obtener, para así cumplir los preceptos de la Ley del Amor. Al dar, ponemos en marcha la ley infalible de que cada uno recibe lo que se merece, pues la abundancia que das se te devuelve en cumplimiento de la Ley de Correspondencia que como es arriba es abajo y como es abajo es arriba.
Si trabajamos en el espíritu del amor nos mantendremos en contacto consciente con la armonía del universo que nos rebosa de abundancia para todos, y nos permite elevar la mente y alejar las limitaciones. Para concebir la abundancia debemos oscilar entre lo universal y lo particular, es decir entre el macro y el micro cosmos y así podemos gozar de la alegría de la perfecta libertad, siendo responsables de todo pensamiento y acción. Nuestra conciencia no puede alcanzar esta libertad en un instante. hay que recorrer un largo camino, lleno de obstáculos , pero con la preparación para este glorioso evento se abrirá a igual que el pétalo de una flor se perfecciona en todos sus detalles en el interior del capullo abre su sépalo y aparece la bella flor. De igual manera, el ser humano debe romper el caparazón del yo, antes de poder brotar. La Ley del Amor es beneficiosa, pues es buena. Cuando vivimos conforme a esta ley, se convierte en piedra angular donde basamos la salud, la felicidad, nuestra paz, nuestros éxitos y logros. Si nos guiamos por este sentimiento, ningún mal puede alcanzarnos. No necesitamos ser curados ya que somos totalmente íntegros.
Sabemos muy bien que el gran corazón de la humanidad hay un profundo anhelo que nunca puede ser satisfecho con nada que no sea una conciencia o comprensión muy clara del amor. Reconocemos este anhelo porque los corazones lloran por ser invadido por el amor. No hay nada que el alma humana anhele tanto como conocer al amor. Conocerle bien es vida eterna. Vemos que la gente no deja de ir de una cosa a otra, con la esperanza de hallar satisfacción o descanso a través de algún logro o con realizaciones de algún deseo limitado y mortal. Vamos tras de las cosas hasta obtenerlas, sólo para a continuación darnos cuenta que seguimos insatisfecho s porque queremos más, ya no nos satisface lo conseguido, y así entramos en una espiral de sufrimiento y agobio constante que nos produce a la larga enfermedades mortales, de la cual no saldremos con vida. Unos acumulan casas, tierras; otros aspiran grandes riquezas y algunos desean grandes conocimientos, sin saber que tienen el privilegio de saber porque el ser humano ya cuenta con todo ese saber en su interior. Por eso es importante meditar sobre nuestras vidas y sus procesos, hasta llegar a un estado de conciencia donde nos demos cuenta que solo amamos los logros y no lo que verdaderamente somos. Debemos revertir esa manera de sentir y hacer reinar al mundo espiritual sobre el material, de esta manera todas nuestras obras se mantendrá en comunión consciente con la fuente de la vida que es el amor.
Pero si malversamos el don del amor. Hacemos caso omiso de sus benéficas leyes, que en forma constante como un manantial de agua pura y dulce nos entrega su paz y la profusión, estaremos construyendo un desierto donde solo habite una vida cansada y nostálgica, llena de pesares, amarguras, conflictos, sin el disfrute de la paciencia y la tolerancia, llenándonos de enemigos gratuitos que te destruyen , y es en este estado de insatisfacciones cuando queremos intentar mediante pasos vacilantes regresar a la casa donde habita el amor. Pueda que haya que recorrer ese camino a través de experiencias amargas o bien en la alegría, resultante de soltar todas las cosas materiales con coraje sin derrumbarse emocionalmente. No importa cómo alcancemos la comprensión y el conocimiento, al final continuaremos avanzando hacia la realización de nuestra aspiración. Con cada paso fuerte y audaz que demos, sin titubear ni dudar buscaremos la iluminación de nuestro interior y así nuestra conciencia se despierta y descubriremos que el hogar donde mora el amor está ahí y es la fuerza que nos hace vivir, movernos y existir. Vivimos en ella con cada uno de nuestros latidos.
Por tanto hay que liberar al amor dentro de nosotros, dejando que fluya a través de la conciencia para alcanzar nuestro organismo estimulando cada una de nuestras células. Entonces el amor armonizará, el alma volviéndole radiante; la mente se iluminará; el pensamiento se tornará agudo, brillante, vivo, preciso; la palabra se hará positiva, verdadera, constructiva; la carne se renovará, purificará y dinamizará; los asuntos se ajustarán y todas las cosas adoptarán su verdadera posición. Se trata de un ejercicio muy difícil pero gratificante que agradeceremos para siempre al amor el estar vivos y ser felices.


Preceptos del amor
La inteligencia sin amor, te hace perverso.
La justicia sin amor, te hace implacable.
La diplomacia sin amor, te hace hipócrita.
El éxito sin amor, te hace arrogante.
La riqueza sin amor, te hace avaro.
La docilidad sin amor, te hace servil.
La pobreza sin amor, te hace orgulloso.
La belleza sin amor, te hace ridículo.
La autoridad sin amor, te hace tirano.
El trabajo sin amor, te hace esclavo.
La simplicidad sin amor, te quita valor.
La ley sin amor, te esclaviza.
La política sin amor, te hace egoísta.
La fe sin amor te hace fanático.
La vida sin amor, no tiene sentido.

lunes, 5 de abril de 2010

EL SILENCIO SIMBOLO DE PODER



VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
Este trabajo está dedicado a mi querida
amiga Elisa Golott, quien recorre el
camino del conocimiento en
la búsqueda de la verdad 
Cuando nosotros alcanzamos el lugar del silencio en nuestros pensamientos, estamos en el lugar del poder, donde todo no es más que una unidad, un solo poder. Ya que al concentrarnos, cuando llevamos nuestras fuerzas a un centro de energía único, tomamos contacto con esas fuerzas del universo que es el centro de energía único y tomamos contacto con este centro en el silencio. Estamos unidos a él; entonces estamos unidos a todo su poder para formar un solo ente.
La única manera de unirse a este poder es entrar en contacto consiente con él. Eso solo se puede hacer en nuestro templo interno, más no en lo externo, ya que esta unidad emana desde nuestro interior. Por tanto es importante en los estados de meditación alejarnos del exterior hacia el silencio interior. Sin ello no podremos esperar la unión consciente con el universo que está a nuestra disposición y nos serviremos de él constantemente. Es allí que sabremos que estamos unidos a su poder y comprenderemos a la humanidad. El humano renunciará a las ilusiones de su amor propio, constatará su ignorancia y su pequeñez y estará pronto a instruirse. Se verá que no se puede enseñar nada a los orgullosos y que sólo los humildes de espíritu pueden percibir la verdad. Sus pies reposarán sobre la roca, no se trabará más y adquirirá el sentido del equilibrio y la decisión.
En un primer momento, puede ser difícil comprender que esta fuente es el único poder, la única sustancia, la única inteligencia real comprobada. Pero a la medida que el humano capta la verdadera naturaleza y exterioriza activamente, toma un hábito de servirse constantemente de ese poder, comiendo, corriendo, respirando, amando y cumpliendo las grandes tareas de la su vida.
El humano no ha aprendido a hacer grandes obras, por no haber comprendido la inmensidad del poder de la naturaleza y por no saber servirse de ese poder para las obras menores. Las fuerzas armónicas del universo no escuchan nuestro flujo de las palabras, ni nuestros clamores ardientes repetidos. Es necesario buscarle en el centro de nuestro interior, en esa conexión invisible que poseemos con él dentro de nosotros mismos. Morado en espíritu y en verdad, el universo escucha la llamada del alma sinceramente abierta a él. Quien quiera que tome contacto con esta fuerza en el secreto constatará su poder para la realización de todos sus deseos, ya que el universo recompensa públicamente a quien le busca en el secreto de su alma y le tenga allí. Se puede hablar con esta inmenso poder en la realización interna secreta que se halla en lo más profundo de nuestra alma con una voz tranquila que nos da paz.
Esta noción de equilibrio mental nos da la llave de ir hasta el fin de una idea para que desaparezca y las nuevas se adapten y tomen su puesto. Así uno aprende el hábito de juntar todos los problemas delicados para meditarlos en silencio. No los resolveremos todos, pero nos familiarizaremos con ellos hasta que un día no lejano los dejemos escapar y olvidarnos. No hay persona más extranjera al hombre que él mismo. Y si quieres conocer a este extranjero que entra en tu sitio de trabajo, cierra la puerta y allí te encontrarás con su más peligroso enemigo y aprenderá a dominarlo, pero también encontrarás a tu verdadero Yo, tu amigo más fiel, el más sabio maestro, tu consejero más seguro, fuente de toda bondad, de toda fuerza, de todo poder. Allí uno siente y conoce la intimidad de las relaciones entre el cosmos y el humano, entre el espíritu y el cuerpo. Uno ve que la dualidad existe nada más que en la conciencia humana, ya que en la realidad hay unidad.
Ahora lo importante es conocer la puerta de entrada secreta y silenciosa de nos pone en contacto con el universo. Para ello voy a interpretar la escalera de Jacob, quien se había dormido sobre la piedra de la materialidad. En una resplandeciente iluminación divina percibió que el exterior no es más que una imagen concebida interiormente. Se impresionó tanto que gritó: El Señor (la ley) está ciertamente aquí en la puerta del cielo. A la manera de Jacob, comprenderemos que la puerta del universo se abre a través de su propia conciencia.. Para ello descubriremos que estamos en el centro del todo. Que estamos unidos a las cosas visibles e invisibles, bañados por el poder de transformar, de cambiar todas las formas, modificando los estados de conciencia a nuestro gusto.
 
La puerta se abre cuando el humano desea el bien. Su deseo es aquel del universo que nos rodea y que contiene una fuente inagotable de sabiduría, que es necesario para satisfacer todo un buen deseo. Ese deseo que nos servimos para escapar de nuestras propias limitaciones y volvernos abundantemente libres, y que le podemos llamar un nuevo nacimiento. Y ese gran don nos ofrece a través del silencio, donde el contacto con el pensamiento nos permite pensar y conocernos tal y como somos en realidad. El hombre contacta con el pensamiento que maneja la armonía del universo a través de la verdadera meditación y forma entonces una expresión verdadera. Actualmente por nuestras falsas creencias nos hemos formado una expresión errónea de que el ser supremo es el poder y nosotros sus súbditos. No se trata de cambiar el ser de esta forma sino la forma dada al ser. Para ello es necesario renovar nuestro pensamiento, transformar los conceptos imperfectos en conceptos perfectos y útiles.
Volviendo al poder del silencio, es necesario forzar a la imaginación personal a callar, para permitir al pensamiento iluminar la conciencia en todo su esplendor. Entonces comprenderemos cómo el sol de la justicia (de buen uso) se alza, trayendo la curación en sus alas. El pensamiento que mantiene al universo en su perfecto movimiento y expansión inunda la conciencia como cuando el sol inunda un cuarto oscuro. Este pensamiento del universo nos invade como el aire puro que penetra en un sitio cerrado, donde se produce una mezcla gracias a la cual solo queda un solo aire que es puro y sano. Eso llamamos la unidad de todas las cosas. Así cada alma tiene por tarea personal elevar su punto de vista a tal altura de conciencia que ésta se funda con el todo. En este estado de conciencia comprenderemos que todas las criaturas visibles e invisibles tienen su mismo origen en las leyes de la naturaleza que se expande por todo el universo. Por eso todos somos micro y macro cosmos. En este estado comprenderemos la inmortalidad que tenemos. Allí comprenderemos la identidad que no se pierde jamás porque somos eternos. Allí comprenderemos que hay que construir un solo templo en nuestro interior, construido por la mano del hombre que quiere cambiar para luego exteriorizar sus buenas acciones por la tierra. Este templo donde la conciencia y las ilusiones habiten en él para conocernos el poder que tenemos todos dentro de nosotros
MI SILENCIO ES MI MAESTRO 
En este espacio de mi vida he aprendido a escuchar al silencio... Mirando a mí alrededor me rodea una inmensa paz y una intensa alegría de encontrarme conmigo mismo Ya puedo sentir el sonido del viento, el golpeteo de la lluvia cuando visita el suelo, y hace eco en el murmurar de las plantas... En el silencio he descubierto que es mejor escuchar que hablar; que es mejor comprender que opinar; que es mejor dar que recibir. Es en la quietud de mi alma, donde encontrado los dones más maravillosos que se me han dado como un regalo la vida. Y es en silencio de la calma de mi mente, donde mis pensamientos se lanzan sin temor a explorar mis fantasías y a todos aquellos espacios que me rodean y que nunca antes fui capaz de captar y tampoco de percibir su esencia. Es en este gran manantial de amor que llamamos "Vida" es donde fortalezco mi espíritu, y a mi silencio lo hago libre ataduras buscando "no sabemos qué", pero que se lo hace imprescindible encontrarlo. Mi silencio es la sencillez de mi alma, donde conozco la verdad y el camino; es la humildad de sabernos nada, lo que me lleva a dar todo de lo que pienso y de que soy capaz de lograr, para que otros puedan ver en mí su espejo. Es en la razón ilógica de mi existencia, que no me percato que, mis sentidos se fortalecen cuando lo utilizo como guía y maestro. Y al escuchar la elocuencia del silencio, es cuando verdaderamente conozco el ritmo de los latidos de mi corazón desafiando a la muerte y enfrentado a la vida.

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