VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
“Todo hombre tiene
naturalmente el deseo de saber” nos dice Aristóteles en su Metafísica, este
gran sabio tiene la razón, puesto que la curiosidad del humano desde que
comenzó a percibir su entorno es y sigue ilimitada, por su inquietud intelectual, por esa gran ansia de saber e ir
por el camino de las causas y razones u que son acicates para descubrir los
fenómenos de la naturaleza, quererles someterlas y dominarlas. Y esta gran
esfuerzo por llegar a sus respuestas explica las conquistas en todos los
dominios de las ciencias, la cultura, las artes, construyendo un mundo de
ciencia, tecnología y conocimiento que día a día asombra a la humanidad entera,
pero no se ha podido descubrir a si mismo como fundamento para una vida llena
de plenitud espiritual.
Cuando el humano comienza a
buscar respuestas a sus profundas inquietudes interactúan todas sus características psicosomáticas
adquiridas o heredadas, según el grado de evolución, según sus propias
vivencias como individuo, según los recuerdos del alma e intentará encontrarlas
a través del conocimiento, de las religiones, la ciencia, la políticas o la
misma filosofía, que desde siglos ha buscado respuestas a sus preocupaciones
interiores.
El hombre tiene
dos facultades: la inteligencia y la voluntad. Con la inteligencia se abre a la
verdad y puede conocerla, analizarla y dar juicios de verdad; puede también
equivocarse y errar cuando no tiene en cuenta todos los elementos de las cosas
y se precipita en sus juicios. Con la voluntad, el hombre decide, opta por el
bien particular, finito, limitado. No siempre ese bien elegido es el bien que
realiza al hombre y está conforme a su dignidad. ¿Por qué lo elige?
Y una de las preocupaciones
esenciales es la búsqueda de la libertad, que no se halla en soluciones
teóricas, sino que se encuentra en el interior de la conciencia humana, y la
existencia de este don se puede alcanzar
eligiendo vivir de acuerdo a nuestras
verdades, abrazamos la plenitud de la vida y el convencimiento profundo dirigir
nuestra voluntad a través del camino de la libertad.
INTERPRETACIONES DE LA LIBERTAD
Este don ha sido
interpretado con diferentes enfoques como son el libre albedrío, el determinismo, la concepción Spinozista, la materialista, la kantiana, la
hegeliana y la marxista, por nombrar algunas de ellas con sus diversas
convicciones del concepto de libertad.
Determinismo: La libertad del hombre se
encuentra negada. No existe fundamento que nuestras vidas y decisiones son una
sucesión de causas y efectos sobre los cuales la voluntad humana no tiene
ningún control, ya sea bajo el determinismo teológico que niega la libertad
basándose en la idea de un dios que todo lo crea o destruye. Todo lo define y
controla en un fatalismo u optimismo teológico. El determinismo científico
niega la libertad basándose en la ciencia, donde cada fenómeno, cada efecto de
la naturaleza, cada célula, átomo o gens tiene una función preestablecida en la
mecánica universal. El determinismo psicológico, que niega la libertad,
invocando el análisis del carácter como una sucesión de causa-efecto a las
acciones que realza el ser humano.
Por su parte el
concepto de libertad de Spinoza,
manifiesta que la libertad no es otra cosa que el dominio de la razón sobre los
efectos y actos casuales provocados por esos efectos, no existiendo la
causalidad puesto que la naturaleza determina la existencia y los actos de
todas las cosas.
La concepción de libertad del materialismo (Holbach) establece que como el hombre no es más que una parte subordinada del gran todo que compone la naturaleza, sus decisiones tienen que hallarse bajo su influencia, coartada de esta manera su libertad, la cual, por esencia, se encuentra condicionada por su propio sensación de bienestar y sentido de conservación. Por lo tanto, todos los movimientos de su ser son la consecuencia necesaria de este impulso primitivo.
La concepción de libertad del materialismo (Holbach) establece que como el hombre no es más que una parte subordinada del gran todo que compone la naturaleza, sus decisiones tienen que hallarse bajo su influencia, coartada de esta manera su libertad, la cual, por esencia, se encuentra condicionada por su propio sensación de bienestar y sentido de conservación. Por lo tanto, todos los movimientos de su ser son la consecuencia necesaria de este impulso primitivo.
Si el dolor nos
enseña lo que debemos evitar y el placer lo que debemos desear, queda de
manifiesto que nos condicionamos a obtener sensaciones agradables e impedir
todas aquellas que no lo son.
El aporte de la teoría kantiana de la libertad,
contrapone el mundo fenoménico de los objetos, de la experiencia sensorial, al
mundo nouménico (aquello que es objeto del conocimiento racional puro en
oposición al fenómeno), de los principios subjetivos e idealistas, puesto que
si al hombre se le considera como un ser físico, un ser sensorial cuya vida y
actividad están determinadas por los deseos y los objetos. Entonces hay que
considerarlo un ser necesariamente gobernado por las mismas leyes que gobiernan
al resto de la naturaleza y, en este caso para la libertad no queda lugar en
absoluto, pero cuando realizamos acciones morales y nos juzgamos de acuerdo con
los valores establecidos por la razón y la moral, descubrimos la libertad.
La concepción hegeliana platea que el
hombre no es una sustancia eterna e inmutable, colocada por encima de la
historia, sino un ser histórico nacido siempre en el mundo de la historia, que
forma a este mundo y a la vez este mundo que forma, lo forma a él y siendo así,
el hombre siempre es determinado por las condiciones histórico sociales de su
época, enfocando la libertad, no como un derivado de nuestra esencia eterna,
sino como el resultado de la evolución de la historia de la humanidad, donde la
necesidad del hombre se encuentra estrechamente asociada a la libertad
histórica imperante en la época.
La visión marxista de la libertad
establece que la libertad humana es absolutamente libre e independiente de toda
causa y consiste no en una dependencia imaginaria de las leyes de la naturaleza
sino de total conocimiento de la naturaleza en sí.
Según Lenin,
“Mientras no conozcamos las leyes de la naturaleza, ésta al existir y actuar al
margen de nuestro conocimiento nos convierte en esclavos de la ciega necesidad.
Una vez conocida esta ley que actúa independientemente de nuestra voluntad y de
nuestra conciencia, nos hacemos los amos de la naturaleza”. Así la libertad
actúa sobre la base de conocer nuestra necesidad y el libre albedrío no es más
que adoptar las decisiones con conocimiento de causa.
Luego de analizar todas estas teorías, podemos definir el concepto de libre albedrío a la facultad que se le atribuye al hombre de poder decidir por su propia voluntad, espontáneamente, lo que en cada caso quiere decir, eligiendo las vías buenas o malas que desee.
Luego de analizar todas estas teorías, podemos definir el concepto de libre albedrío a la facultad que se le atribuye al hombre de poder decidir por su propia voluntad, espontáneamente, lo que en cada caso quiere decir, eligiendo las vías buenas o malas que desee.
Aristóteles en
su “Ética a Nicomano” expresa que una acción obligada es una acción cuya causa
reside en las circunstancias exteriores, y una acción basada en la fuerza,
violencia o ignorancia, no puede definirse como una acción de auténtica
libertad.
Para poder
alcanzar un alto grado de libertad, se hace necesario lograr la independencia
subjetiva del yo con respeto a las condiciones exteriores, pero el hombre, no
puede emanciparse por completo de la influencia de la naturaleza exterior; por consiguiente, ni la absoluta sumisión a
la naturaleza ni una absoluta independencia con respecto a ella, constituyen la
genuina y plena libertad del hombre.
Sin embargo, la gran pregunta no es si existe el
libre albedrío en el humano, o dicho en otras palabras, si existe la libertad
en sus actos, sino que lo fundamental es disipar la interrogante ¿Es el hombre
realmente libre o vive solamente una ilusión de libertad?
Para llegar a
reflexionar adecuadamente acerca de esta interrogante y a todas y cada una
de
las libertades definidas para el humano como son la libertad psicológica, la
libertad civil, la libertad física y la libertad política, se hace necesario
tomar en consideración las diversas tendencias filosóficas expuestas, pero
además es imprescindible adoptar nuevas ópticas del pensamiento, aplicando
otras variables que inciden en el comportamiento humano como son, la herencia y
memoria genética del individuo, su conocimiento, su conciencia, sus emociones,
sus vivencias que entre otras cosas son la causa y el origen de sus más
profundos actos denominados instintivos o intuitivos.
Reflexionemos
por un instante en una de estas variables, la herencia genética, latente en el
proceso de la reproducción, al momento de fundirse en una sola, dos células
provenientes de seres diferentes, de la misma especie, produciendo el milagro
de la fecundación, y este milagro, traducido en miles de procesos similares,
experimentados de generación tras generación ¿No esta transmitiendo una
herencia genética como lo hace en la mayoría de los seres vivos de este
planeta?, y esta herencia genética, ¿no está condicionada gran parte del futuro
del nuevo ser, que aún no asoma sus ojos al mundo?
Al momento en
que este ser llega a desarrollar su capacidad de pensamiento, ¿lo hace por si
mismo o siguiendo una pauta predeterminada que le permite inferir nuevas
conclusiones? y si este pensamiento, esta reflexión, esta conciencia ¿es propia
o parte de una memoria genética adquirida a través de las generaciones?
Si nos salvamos
la historia del hombre, su evolución antropológica, desde la prehistoria hasta
nuestros días, veremos que a través de sus características intelectuales y
emocionales y aplicando el desarrollo de su inteligencia, el hombre conoce el
mundo que lo rodea, procesando a través de la percepción de sus órganos la
información que le proporcionan su oído, vista, tacto, olfato y gusto.
Sumando a lo anterior, adicionamos las funciones que se desarrollan a un nivel más abstracto como la generación de ideas que culminan con la “conciencia de su propia conciencia”. Todos estos elementos son mezclados y analizados: la memoria, la visión integral del mundo y su propio yo dentro de él, la programación de su actividad y finalmente el habla como culminación de esta función intelectual. ¿Lo hace actuar en libertad o les hace suponer que actúa en libertad?
Sumando a lo anterior, adicionamos las funciones que se desarrollan a un nivel más abstracto como la generación de ideas que culminan con la “conciencia de su propia conciencia”. Todos estos elementos son mezclados y analizados: la memoria, la visión integral del mundo y su propio yo dentro de él, la programación de su actividad y finalmente el habla como culminación de esta función intelectual. ¿Lo hace actuar en libertad o les hace suponer que actúa en libertad?
Sus propias
emociones que integran un campo mucho más subjetivo, pero no por ello menos
demostrable, ¿inciden en su libertad?, recordemos que somos la única criatura
en este planeta, que tiene conciencia de si mismo, y como tenemos conciencia de
las cosas, nuestro estado mental influye sobre todo aquello que tenemos
conciencia. El mundo físico que nos rodea, incluidos nuestros cuerpos, es una
reacción del observador y creamos nuestro cuerpo, nuestras reacciones y
nuestras decisiones, según creamos la experiencia de nuestro mundo.
Los biólogos
reduccionistas (Determinismo biológico) nos afirmarían que vivimos sólo una
ilusión de libertad, expresando de esta manera su esperanza de que en el futuro
serán capaces de revelarnos la existencia de los genes responsables de nuestra
capacidad intelectual, de las emociones y sentimientos, que hasta hoy son
ubicados en el plano de la metafísica, y de llegar a conocer las estructuras
moleculares que producen la “vocación” hacia lar artes, ciencias, letras o
cultura.
Las condiciones
biológicas que posee el individuo, condicionado cualitativa y cuantitativamente
por las imposiciones del genoma humano, es modificada continuamente a través de
cientos de generaciones por la incidencia del medio sobre nuestro genoma,
influenciadas por las leyes físicas que inciden en la mecánica molecular, en el
proceso de desarrollo del intelecto y en las emociones del individuo, todo ello
reforzado por las corrientes del pensamiento en boga en el tiempo y espacio
histórico al que pertenece, contribuyendo a condicionar sus actos buscando la
estabilidad y armonía intelectual necesaria para su desarrollo y entendimiento
interior, que a su vez, por las infinitas combinaciones que se han producido,
hace impredecible e indeterminable sus actos.
Nuestra
conciencia se caracteriza por una espontaneidad que, por esas mismas
combinaciones de nuestra condición biológica, variables físicas, psíquicas e
históricas a las que nos somete el entorno, en un permanente proceso evolutivo,
se muestra cada vez menos limitada y le permite desarrollar un número infinito
de ideas con iguales probabilidades de existir en una permanente creación de
innovaciones impredecibles.
Lo anterior, es
perfectamente coincidente con la teoría de la Libertad Psicológica que nos
manifiesta que el hombre tiene la facultad de poder elegir de una manera
impredecible entre diversas acciones igualmente posibles, reflexionando en el
hacerlo o no hacerlo, con soluciones igualmente posibles, y si se es libre
nadie podrá anticipar con certeza la decisión.
Sin embargo,
existe realmente la libertad psicológica?
Hago esta reflexión pues, todos los humanos antes de razonar, obedecemos, por desconocimiento o ignorancia, y antes de comprender creemos.
Hago esta reflexión pues, todos los humanos antes de razonar, obedecemos, por desconocimiento o ignorancia, y antes de comprender creemos.
Obedecemos,
antes de razonar, por los procesos de aprendizaje basándose en la fe, en el
respeto o en el temor a las órdenes que nos entregar, durante nuestra niñez.
Cómo caminar, hablar, comportarnos, cuando comer, que comer, cuando dormir,
llorar, defecar y hasta jugar. Vemos a nuestros progenitores y los utilizamos
como parámetros de referencia. A partir de allí, toda cosa o idea que nos
impresione al espíritu para bien o para mal tendrán contenidos de creencia y
seremos sensibles a las afirmaciones y los fundamentos sin objetar, y muchas
veces lo haremos así el resto de nuestras vidas, porque creemos que así es.
Razonar,
comprender y explicar, no tiene fundamentos si no se “cree”, si no existe el
convencimiento. Con esto quiero decir que los procesos del conocimiento tienen
por base un convencimiento y una creencia sólida, sin la cual no se puedan
sostener todas las teorías y valores humanos, que se consolidan además con la
actitud de los individuos que prefieren ser seguidores de aquellos que creen
tienen la verdad.
El conocimiento
tiene niveles de profundización, pues para manifestarse es necesario utilizar
ciertos términos que signifiquen los contenidos de lo que intentamos
transmitir, tales como el lenguaje hablado o escrito y, a medida que se va
profundizando en los contenidos de la verdad, se relacionan como lo
especializado, con lo científico, con el producto de la dialéctica y de la
razón.
Cada transmisor
de la verdad, lo hace siguiendo sus propios patrones, su propio razonamiento,
su propia dialéctica y nivel de pensamiento, por consiguiente, el lenguaje que
es la expresión del pensamiento transmite un conocimiento parcial e impregnado
de patrones subjetivos que caracterizan al individuo.
La humanidad se transmite generación tras
generación, adecuándose a las culturas y va siendo corroborada con las
realidades. Este conocimiento es recibido de acuerdo con nuestra propia
capacidad, nuestro propio nivel de recepción, los que nos lleva a preguntar
¿Existe la libertad psicológica en el hombre, o su libertad es en parte la
libertad que le ha sido transmitida de acuerdo a los límites de libertad de
otros individuos?
La libertad civil, definida como el poder que posee el Estado o la sociedad jurídicamente organizada, para conceder a los ciudadanos la libertad de poder hacer todo aquello que no dañe al próximo.
La libertad civil, definida como el poder que posee el Estado o la sociedad jurídicamente organizada, para conceder a los ciudadanos la libertad de poder hacer todo aquello que no dañe al próximo.
Ante este tipo de libertad, se puede manifestar
que ningún rey, presidente, dictador o todopoderoso en la tierra tienen tanto
poder como el de un individuo, que por enfermedad o desesperación ha decidido
quitarse la vida. Es la libertad más completa, como fue definida hace tiempo
por Albert Camus, la que se prepara para anularse a sí misma, a ir contra los
instintos más básicos del hombre, los más fuertes y sin embargo este derecho
intrínseco de libertad se la encuentra negada.
Veamos a nuestro
alrededor, analicemos y reflexionemos en las libertades civiles de los hombres,
cuando es el mundo aún se les persigue por ideas, color, raza o religión.
¿Podemos afirmar que la Libertad Civil es plena? Es mas ¿Existe la Libertad
Civil o existen solo algunas libertades?, ¿es el hombre libre de hacer todo
aquello que desee dentro de una sociedad o es solo una ilusión de libertad?
La libertad física, es el poder que tiene
el individuo para hacer funcionar sus miembros y/o trasladarse de un lugar a
otro a su libre decisión. Sin embargo, a través de una visión histórica del
desarrollo del ser vivo, desde sus orígenes a la fecha, ha manifestado
permanentemente su tendencia a auto organizarse, tratando de preservar su
propia existencia, lo que nos lleva a inferir de que existe una inscripción en
su propio genoma, en la cual el proyecto fundamental al que se dedica es el de
sobrevivir.
La voluntad es
alcanzar ese propósito de supervivencia se manifiesta en las mutaciones
internas del propio ser a partir de la primitiva expresión unicelular,
explicándonos de esta manera, el hecho de que las mil enzimas que componen una
bacteria, hayan logrado sobrevivir a todas las condiciones adversas del medio.
En cada uno de esos componentes debió existir un deseo de hacer para llegar a
un resultado.
Nuestros
antecesores, hombres primitivos, por evolución o mutación comenzaron por saltar
para alcanzar los alimentos necesarios para la subsistencia y llegando a
mantenerse erguidos por más tiempo, hasta que se convirtieron en bípedos,
liberando sus manos, relajando los músculos de su cabeza, desarrollando una
visión frontal y percibiendo la naturaleza desde otra perspectiva. Comenzaron a
emplear herramientas y su uso desarrolló habilidades manuales. El cerebro se
perfeccionó y creció en tamaño (el doble en un millón de años). La organización
de sociedades, el trabajo compartido, la tutela y la educación sustituyeron las
respuestas instintivas.
La voluntad de
sobre vivir que encontramos en los seres vivos, no se limitó a fijar las pautas
del organismo, se tradujo también en un esfuerzo coordinado del ser vivo por
dominar su entorno. Obligó al mundo que lo rodeaba a cambiar. A su vez, estos
cambios desequilibraron la ecología y el humano debió someterse a una nueva
adaptación para mantener la armonía.
El hombre no se
conformó a vivir dentro del mundo físico que la naturaleza le ofreció, sino que
en forma cada vez más acelerada lo fue manipulando para cubrir nuevas
necesidades de su desarrollo. La combinación del medio ambiente natural con las
variables introducidas por el humano, denominado medio ambiente humano, es
parte indisoluble del sistema que contribuye a crear. Es por ello que su
actuación lo ha llevado a una verdadera trampa, en la que debe adaptarse
psíquica y físicamente al mundo que lo rodea, bajo amenaza de su propia
destrucción si no logra con él una relación de armonía.
La influencia
del mundo físico sobre el ser humano se ve equiparada en importancia por la
variable sociocultural. Esto produce una presión permanente sobre el fenómeno
biológico singular que es el hombre, moldeando su personalidad en forma
individual, pero siguiendo pautas comunes con el resto de sus congéneres. El
conocimiento, la educación, los usos, las costumbres, las leyes, la ocupación,
los medios de comunicación, van formando una estructura común a los humanos
pertenecientes a su misma sociedad.
El humano va desarrollando pues su psiquis, lo que trae como consecuencia una mayor ambición, ansias ilimitadas de llegar a nuevos objetivos, nuevos misterios que desvelar, barreras que superar. Amplía la capacidad de su cuerpo y su mano se ve extendida con un palo, con un hacha, con un arco y una flecha, con un fusil, con una aguja o un bisturí y más tarde con los milagros de la ciencia y la tecnología. Sus ojos se auxiliarán con lentes, telescopios, microscopios, aparatos de medición, de localización. Los nuevos medios de comunicación como la televisión, el cine, el internet, el teléfono, el satélite nos une más hasta llegar a ser una aldea global.
El humano va desarrollando pues su psiquis, lo que trae como consecuencia una mayor ambición, ansias ilimitadas de llegar a nuevos objetivos, nuevos misterios que desvelar, barreras que superar. Amplía la capacidad de su cuerpo y su mano se ve extendida con un palo, con un hacha, con un arco y una flecha, con un fusil, con una aguja o un bisturí y más tarde con los milagros de la ciencia y la tecnología. Sus ojos se auxiliarán con lentes, telescopios, microscopios, aparatos de medición, de localización. Los nuevos medios de comunicación como la televisión, el cine, el internet, el teléfono, el satélite nos une más hasta llegar a ser una aldea global.
Su memoria se va
ampliándose a través de los libros, las computadoras. Hoy el hombre es mucho
más que un sr vivo, es la fusión del hombre y la tecnología.
Por lo tanto a
raíz de esta variable ¿Podemos decir que el hombre es físicamente libre, o sus
impulsos se encuentran atados a sus miembros tecnológicos en una aparente
fusión de libertad?
La libertad política se encuentra definida
como la libertad de cada humano en participar
en la administración del Estado.
Si nosotros hemos de dirigir la evolución de las
sociedades, deben ser capaces de dominar los procesos de su desarrollo. Pero
¿Puede ejercerse verdaderamente este dominio?
En la concepción
evolucionista de la historia, el determinismo se alterna como el
indeterminismo: el orden con el caos. Durante las fases del orden determinista
la sociedad es previsible, al menos el principio: sabiendo bastante de los
elementos que constituyen una sociedad, de las fuerzas que la rigen y de las
fuerzas ambientales que obran sobre ella, podremos predecir con cierto grado de
exactitud cómo se comportará, es decir, cuál será en el futuro su estado o
condición aproximados. Sin embargo, durante una fase de cambio, como es la presente,
el determinismo desaparece; y conocer los elementos y las fuerzas que obren
muchas trayectorias posibles y el observador es esencialmente incapaz de decir
cuál de ellas se adoptará y por consecuencia, que derechos o libertades
impondrán a sus sociedades y a los individuos que la componen.
Conclusiones
Entre todas estas libertades, la que otorga mayor libertad al individuo es su libertad psicológica, que es la conciencia de la libertad en sí, que como manifiesta Fellicien Chayalle en su Filosofía Moral, ¿Qué razón de orden psicológico hay para creer en la libertad? Una sola, pero decisiva, la conciencia de la libertad.
Entre todas estas libertades, la que otorga mayor libertad al individuo es su libertad psicológica, que es la conciencia de la libertad en sí, que como manifiesta Fellicien Chayalle en su Filosofía Moral, ¿Qué razón de orden psicológico hay para creer en la libertad? Una sola, pero decisiva, la conciencia de la libertad.
Tenemos
conciencia de la libertad antes de la acción, pero eso es que reflexionamos
antes de saber que decisión tomar y, también después de la acción, por eso es
que nos juzgados moralmente responsables, aprobamos o desaprobamos nuestra
conducta o la de los demás.
Esta conciencia
de la libertad no es la ignorancia de los motivos a los cuales obedecemos.
Jamás nos sentimos libres, como cuando después de haber reflexionado
profundamente conocemos con toda claridad los motivos o móviles que nos llevan
a tomar tal o cual decisión.
Los
deterministas, sin embargo, objetan que la conciencia se engaña cuando nos
afirma nuestra libertad. Los humanos realizan sus actos razonando su
cumplimiento y creyendo que lo realiza libremente. Se creen libres, pero no lo
son.
Es cierto que la
conciencia a veces engaña, como nos engañan los sentidos, pero al igual que estos,
la conciencia no nos engaña siempre. Cuando un dato sensible está de acuerdo
con todos nuestros estados de conciencia y con todos los estados de todas las
otras conciencias, el dato es verdadero, la convergencia mental es signo de la
verdad.
El hombre que ha
reflexionado profundamente antes de obrar, creerá siempre que en ese momento
era libre, y todos los demás le juzgaran libre también, el acuerdo entre la
conciencia del individuo y el acuerdo de las conciencias colectivas, serán los
que permitan distinguir entre la conciencia sana y la ilusión de libertad.
Los actos
realizados bajo la influencia de la pasión, de la coerción, de un deseo
irreflexivo o de un hábito automático nunca serán actos libres. Solamente lo
serán aquellos precedidos por el conocimiento y una profunda reflexión. Cuando
el hombre conoce, reflexiona, actúa con todo su ser, obra con todo su yo, con
el alma entera como dijera Platón.
Cuando digo que
soy consciente, es que tengo consciencia de sensaciones tales como el dolor, el
calor, el movimiento, el sonido, la tristeza, la felicidad, el hablar o el
soñar. También tengo conciencia de recuerdos del pasado, de la comprensión de
una idea propia o ajena, de la proyección de futuro o de una nueva idea, tengo
conciencia de las causas y efectos de las cosas, dado por el conocimiento. Al
mismo tiempo, esa actividad consciente razona y emite juicios, tiene la
capacidad de considerar valores éticos como el bien o el mal. Se preocupa de
problemas metafísicos como la religión, el origen y el destino del hombre. Y
finalmente, trata de conocer su ubicación dentro del cosmos. Y esa conciencia
que hoy ocupa su lugar en el espacio tiempo que es finito, procede de la suma
de todas las consciencias que hemos heredado a través de los miles de millones de
años y que han pasado de generación en generación, desde la aparición del
primer gen humano hasta el presente convirtiendo, por la evolución natural de
esas consciencias, a un hombre que es consciente de su propia consciencia.
Por tanto podemos comprender que la libertad tiene sus límites, la falta de conocimiento, las emociones y las circunstancias exteriores pueden impedirnos reflexionar y de ese modo alcanzar la verdadera libertad, transformándonos en seres de instintos y de hábitos. Ciertas condiciones psicológicas, hereditarias o adquiridas, los límites es el carácter del individuo y en sus disposiciones momentáneas, pueden asimismo limitar su propia libertad.
Por tanto podemos comprender que la libertad tiene sus límites, la falta de conocimiento, las emociones y las circunstancias exteriores pueden impedirnos reflexionar y de ese modo alcanzar la verdadera libertad, transformándonos en seres de instintos y de hábitos. Ciertas condiciones psicológicas, hereditarias o adquiridas, los límites es el carácter del individuo y en sus disposiciones momentáneas, pueden asimismo limitar su propia libertad.
Si la libertad
varía con la reflexión y el conocimiento, esta a su vez tiene grados, puesto que
los hombres reflexionan y poseen conocimientos en diferentes escalas. La
libertad más elevada resulta de la educación de la voluntad y del estudio
profundo. En todo caso, es menester, antes que nada, querer llegar a ser
hombres de voluntad. La principal ventaja moral de la creencia de libertad es
que se puede impulsar al hombre a liberarse de la tiranía de los deseos y de la
ignorancia y de los hábitos. Ni impulsivo ni rutinario, sino sereno,
meditativo, reflexivo y libre. Buda dice: “Dueños y herederos de nuestros
actos, de ellos nacidos, a ellos ligados, de ellos dependemos. Todo acto que
uno comete, sea bueno, sea malo, de aquel acto heredará”.
Por tanto todo
depende de uno mismo. Ya que en el universo no hay garantías, pero tampoco
límites.
Bibliografía:
Los problemas
filosóficos del hombre, Manuel Rojas Polo
Cuerpo sin edad.
Mentes sin cuerpos, Deepak Chopra
Teoría del
conocimiento, J. Hessen
Diccionario
Filosófico
Cosmos e
Inmortalidad, José Schosser.
Tus zonas
mágicas, Wayne W. Dyer