VÍCTOR MANUEL GUZMÁN VILLENA
Caminamos y siempre vemos rostros de amargura,
llenos de tristeza en su mirada que inyecta rutina, desazón, decaimiento,
neurosis y que muchas veces se debe a un factor decisivo en sus vidas y que hacen o dedican su tiempo y energía a
lo que no quieren o no les gustan, sin intentar liberarse por miedo o complejo.
No quieren plantearse una autoanálisis
de lo que les hace estar mal y en definir lo que sí es importante para
ser felices, lo que les harían sentirse felices, libres, serenos, armoniosos,
positivos y realizados. No saben que para lograrlo hay un secreto? ¡El Secreto
es la Pasión!, que te marcara el camino que te conducirá de una forma clara y
sencilla a descubrir cuál es tu destino, cuál es tu misión, para poder así
vivir una vida satisfactoria, llena de emoción y alegría.
La pasión es eso que nos hace existir, eso que
nos motiva a hacer algo. Nos hace ser perseverantes para llegar al destino
propuesto. La única manera de superar los obstáculos que vas a encontrar en el
camino es amando lo que hagas. Si sientes este atributo en tu vida vas a tener
mucha fuerza para seguir buscando maneras de lograr lo que te propongas; y
cuando falles en ciertas iniciativas no hay que caer en el pesimismo y querer
dejar todo atrás, sino sentir que una puerta se ha cerrado y debes buscar otra
para abrir.
La pasión es la emoción más intensa que existe,
es la locomotora que tira del éxito. Uno sólo la siente cuando se dedica a lo
que realmente le entusiasma, a lo que ama y a lo que es más importante. Cuando
uno realmente siente pasión por algo, no tiene que esforzarse en poner
atención, sale sólo, y ni siquiera siente el paso del tiempo, porque éste pasa
rápido cuando uno se dedica a lo que le apasiona, ya que es la energía que mueve tu fe para que te
dirijas hacia la meta de cumplir los objetivos propuestos, es como si fuera la gasolina
que mueve el vehículo que lo manejas a la perfección.
Nos abre camino a la trascendencia, pues ella
instala el instinto en una dimensión de
profundidad tal, mediante la
conciencia, que hace posible el crisol de los más altos ideales del espíritu.
La pasión hace del alma un fuego siempre vivo, un constante fluir de aguas varias,
fugaces y profundas en un río. Por la pasión, el alma es vuelo, es travesía; trayecto
en cuyo devenir el alma crea, inventa, ejecuta con una fuerza increíble, sensible, receptiva, que le llevan a vivir la
pasión construyendo una existencia plena, llena de satisfacciones y alegrías de
haberlo hecho bien, y del cual ya no podrás prescindir en el curso de tu vida. Muchas
veces esa sola palabra interior que fluye desde tu mente creadora, evolucionada
se traduce en sentimientos, emociones, pensamientos que se van hilando, lenta o
febrilmente, con el mismo ritmo del vivir obras que trascenderán tu existencia.
Así tenemos a los poetas, literatos,
músicos, pintores, escultores, orfebres, arquitectos, cineastas, cantautores,
científicos, inventores, políticos y estadistas que han impreso en su arte y en su creatividad y en sus ideales con primor y emoción la
hermenéutica de los grandes misterios que abraza la pasión.
La pasión es una potencia, una fuerza que no
depende de ningún objeto exterior para existir; es la fuente misma de la
espontaneidad creadora del alma, pues aun cuando es receptiva ante las
afecciones exteriores, es también activa e incluso reactiva para entretejer los
universos imaginarios que hacen del corazón humano un reino de posibilidades
inagotables. Así como los elementos primeros de la naturaleza fueron la materia
prima para construir el gran drama del universo, así las pasiones son el origen
del drama del alma humana (para escenificar el gran teatro de lo humano).
Sin la pasión no podríamos crear el mundo de la
valoración ni, mucho menos, podríamos abrir el reino de posibilidades que
constituye la libertad misma. Porque la pasión provoca que el humano salga de
sus límites espaciales y temporales y deje de ser un organismo atado a los
condicionamientos puramente naturales para lanzarse a la indeterminación y a la
espontaneidad de la libertad. La pasión es la fuerza que anima a la libertad.
No es un camino fácil, requiere abundante
reflexión y búsqueda interna en primer término, posteriormente mucho valor y
determinación. Se necesita luego mucho aprendizaje y experimentación, y
finalmente compromiso y disciplina en el tiempo. Pero todo merece la pena, cada
segundo de tu esfuerzo y tu valor. Porque al final, tendrás algo que
transformará tu vida en mil formas y te dará esa razón para vivir y conquistar
tus sueños. Es el resplandor oculto de
lo trascendente, del dramatismo de nuestra historia y del profundo misterio que encierra
en nuestra intimidad. Sería muy empobrecedor quedarse en los puros hechos, sin
ser iluminados y transformados por la luz de este misterio. En definitiva, la pasión
es una hermenéutica de la propia vida. Sería trágico quedarse en mero
espectador, sin llegar a ser actor principal del drama. Debemos proponernos a
ser intérpretes y actores de esa pasión que nos embarga y embriaga.