VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
En el cuerpo
humano el punto central es, por naturaleza, el ombligo. Pues si situamos a una
persona tumbada de espaldas, con las manos y pies extendidos y un compás
centrado en el ombligo, los dedos de sus manos y pies tocarán el perímetro de
un círculo que tracemos desde ese punto. Y así como el cuerpo humano produce un
contorno circular, también se puede formar una figura cuadrada a partir de él.
Ya que medimos la distancia entre las planta de los pies y la coronilla y
aplicamos luego esa medida a los brazos extendidos veremos que la anchura es
igual que la altura, como sucede con las superficies planas que son totalmente
cuadradas.
Estas divinas proporciones lo descubrió el fraile franciscano e innovador matemático Luca Pacioli por el año de 1496. Con este descubrimiento abre un coloquio sobre el número áureo en base a las proporciones del cuerpo humano, observando que en la naturaleza, todo tipo de proporción y proporcionalidad puede ser encontrado y producido a instancias de las fuerzas físicas que controlan el cosmos, mediante misterios íntimos que ella nos proporciona. Luego de una década Leonardo Da Vinci que era un apasionado por las matemáticas encontró en este sacerdote una mente similar a la suya, llena de talento y sabiduría. Para ambos hombres las proporciones armónicas del cuerpo humano no eran más que uno de los muchos misterios íntimos de la naturaleza, que refleja la perfección que hay en la naturaleza.
Mientras que apenas se recuerda el libro de
Pacioli, la famosa ilustración denominada elHombre de Vitrubio de Leonardo de
Vinci se ha convertido en el dibujo más famoso
del mundo, en un símbolo universal del potencial humano y de la
integración del espíritu, la mente y el cuerpo, hoy ensalza las cubiertas de libros, folletos, anuncios que tienen que ver
con la salud, la buena forma y el bienestar, mientras que la más famosa obra de arte denominada Mona Lisa,
del mismo pintor, se ha convertido en un
icono universal para representar el equilibrio de las energías masculina y
femenina.
El Hombre de Vitrubio toma su nombre del
arquitecto romano marco Vitrubio, que es la fuente de muchas ideas de Pacioli.
Vitrubio, conocido como el primer arquitecto, estudió las proporciones del
cuerpo humanos desde una perspectiva arquitectónica.
El reconocimiento por parte de Da Vinci del
concepto de la divina proporción quedó reflejado en sus dibujos y pinturas de
la gente, de sus estudios arquitectónicos y urbanísticos. Pero el interés
del maestro por la anatomía humana fue
mucho más allá de la mera consideración de las proporciones de sus miembros o
de su utilidad como modelo de diseño. Mediante sus precursoras investigaciones
anatómicas trató de entender los secretos más recónditos del cuerpo y entrar en
el mismo meollo de la evolución, y en este proceso llegó a una nueva
comprensión de la salud y la curación. En dichos estudios profetiza el enfoque
holístico que ahora muchos médicos actuales practican, donde la medicina es el restablecimiento de
elementos discordantes infundidos en el cuerpo humano y creía que para mantener
una buena salud la integración armoniosa de los elementos del cuerpo y el alma
era esencial.
En sus estudios de anatomía, como en el resto de las cosas que hizo, Da Vinci siempre trató de conseguir el tipo de comprensión más integrador posible, así como el más detallado. En el prólogo de sus notas de anatomía hace la siguiente promesa: “Hablaré de las funciones de cada parte en todos los sentidos, poniendo ante vuestros ojos la descripción de la forma y sustancia del hombre en su totalidad”. Luego define sus trabajos de anatomía como una cosmografía del minor mondo, una cosmografía del microcosmos.
Pienso
que el dibujo de Leonardo da Vinci contiene cuatro en uno, ya que puede
representar dos posturas diferentes del brazo y dos posturas de la pierna.
Combinando cada posición del brazo con cada posición de la pierna, da un
resultado de cuatro posturas diferentes posibles. Estas cuatro posturas
reflejan los estados de energía de los cuatro niveles del humano: físico,
astral, causal y espiritual. Aunque los diferentes modelos de pensamiento
tienen etiquetas diferentes. También puede representar el estado de los cuatro
elementos que posee todo humano: agua,
fuego, aire y tierra; la unión de estos cuatro elementos produce un quinto elemento, al que se le
denominaba éter o alma que domina al cuerpo material y que es la perfección misma, la piedra
filosofal, el elixir de la vida que sólo es posible una vez que se llega a un
estado de pureza y se logra transmutar
el plomo en oro, que no necesariamente se refiere dichos metales.
Pero lo importante es que todas las teorías
llegan a la misma conclusión, que es que la idea de las cuatro dimensiones es
universal y se llama cuerpo, pues son visualizados como caparazones de energía
alrededor del cuerpo físico, volviéndose cada uno de ellos menos denso a medida
que se alejan de aquél. Desde el nivel astral obtenemos las sensaciones
psíquicas y visitamos a menudo ese mundo en nuestros sueños. El cuerpo causal
se experimenta en el sueño profundo y es el ámbito en el que tanteamos lo que
Jung llamaba el “inconsciente colectivo”. Éste es el ámbito de la conexión con
los arquetipos. El mundo más elevado es el mundo espiritual, donde el yo soy o estado de contemplación primordial
de un individuo alcanza el clímax de plenitud interior que guía lo exterior
para restaurar la armonía.
Este cuerpo se denomina microcosmos como parte
del macrocosmos aplicando de esta manera la ley universal de cómo es arriba es
abajo. La universalidad de esta certeza hace que sea hoy tan relevante como lo
que fue para los antiguos sabios y se está aplicando como terapia para mejorar
la salud a través de las curaciones de la medicina alternativa y cuyo
fundamento es que el cuerpo humano y el modelo de energía que lo rodea es una
réplica en miniatura de un orden más amplio y universal.
Pero el secreto que una buena salud es crear
una buena sintonía de lo físico con las
energías sutiles, y así conservaremos el
diseño cósmico en nuestra forma humana donde nuestras cualidades humanas
recobren sus cualidades divinas, al igual que una gota de agua tiene las mismas
propiedades que el océano.
Las fuerzas que gobiernan el cosmos es el macronivel
que gobierna al individuo en el micronivel. La vida es una, y todas sus formas
están interrelacionadas en un todo enorme y complicado, aunque inseparable. La
unidad subyacente se transforma en puente entre el microcosmos y el
macrocosmos. Y esta relación entre el cuerpo y el universo se comprende con la
integración del cuerpo y la mente, donde se refleja la vida que se lleva entre
su interior y su exterior en armonía, lo que Deepak Chopra describe como “la
integración perfecta de cuerpo, mente, carácter y alma”. Así que quien quiera
tener una buena salud deberá recordar que hay que evitar el mal humor y
mantenerse alegre siempre, a pesar de los malos momentos que le puedan suceder.
Al tener alegría y optimismo aprende a cuidar su salud y su entorno donde
determinan las cartas que la naturaleza reparte y que nosotros decidimos cómo
jugarlas.
El problema de las personas negativas es no ver el cuerpo como un todo, en tomar parte en lo que se conoce como pensamiento sistemático, centrándose en aliviar sus desequilibrios en vez de dirigirse a las causas subyacentes para suprimir en forma definitiva los males que le perjudican y desequilibran su cuerpo y alma frenando su felicidad interna y su armonía.
Hay que recordar el enfoque holístico e integrador que aconsejaba Leonardo da
Vinci, donde toda la naturaleza, ya fuera planta, animal o ser humano siempre
estará estableciendo conexiones y entendiendo las partes con el todo, es decir
buscan el equilibrio perfecto entre lo interno y lo externo para desarrollarse
en plenitud en una integración armoniosa.
Por ello es importante aplicar en la vida
diaria los dones más valiosos que las fuerzas físicas y químicas del universo
nos ha proporcionado correspondiendo a nosotros a desarrollarlo y profundizar en lo
que es la vida, cultivando la conciencia
de la unidad del cuerpo, las emociones, la mente y el espíritu y así
descubriremos un sentido más profundo de la completitud de las proporciones
divinas que yacen en nosotros.