VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
La vida es la última forma artística y
nosotros somos los creadores, ya que estamos creando vidas que deseamos.
Estamos haciendo lo que deseamos hacer, comportándonos como deseamos comportarnos.
Todas estas acciones nos muestran nuestras el aprendizaje sobre lo que somos:
generosos, pacientes, altruistas, disciplinados, atentos, sabios. En una
palabra hacemos lo que decimos o estamos huyendo huir de nuestros propios yo.
En el universo somos semillas: semillas kármicas.
El sentido común de las leyes de la causalidad nos hace comprender que las
semillas de manzana no producen limones. Cuando
nos aferramos a valores cuestionables, obtenemos resultados
cuestionables. Si herimos a los demás nos herimos a nosotros mismos; sirviendo
a los demás, nos servimos a nosotros mismos también. Por ello es fundamental
cultivar la bondad y la virtud como modo en que tratamos a los demás, esto se
refiere a crear armonía en nuestro mundo, en nuestro hogar, en esta vida misma,
ahora mismo.
Lo anterior dicho se reduce a un antiguo
principio: Trata a los demás como deseas que ellos te traten a ti. Y podemos
lograrlo con un espíritu generoso y un corazón abierto, siendo un desafío a
todos a ser lo más sabios, sanos, amorosos y compasivos que podamos; a ser todo
lo que somos. A no ser más, a no vivir
la vida de otros, sino despertar y ser verdaderos cada día a los que somos y a
quienes somos; no solamente en lo que pensamos y decimos, sino también en lo
que hacemos.
Las acciones de bondad, inegoistas y
virtuosas sirven para varios propósitos. 1) Ayudar a otros, 2) Ayudarse a si
mismo para acumular mérito y karma bueno, lo que sirve para impulsar a lo largo
del camino de una vida que quiere conseguir la iluminación; 3) Constituye una expresión
de sabiduría, de cordura superior y de iluminación misma. Esta clase de
beneficios múltiples asegura felicidad y alcanzaremos la virtud que es
conocimiento.
Otra vía para vivir con plenitud es ir a
donde le llamen y enseñar donde se lo pidan, esta acción ayuda a los demás a
liberarse a sí mismos, a través de sus propios esfuerzos espirituales. Este
altruismo contribuye a crear la vida llena de felicidad para afrontar con
alegría este singular viaje que es muy personal, lleno de complejidades y
asombro. En cada recodo del camino se nos presentará grandes oportunidades,
todas ellas representan etapas diferentes, gozos y dificultades que nos cambia
la vida de acuerdo a nuestra propia medida, por lo que tenemos que tener
confianza en nosotros mismos eliminando el temor o ansiedad acerca del futuro,
confiando en que si somos virtuosos y hacemos lo correcto, el futuro se cuidará
de sí mismo.
La ética que vamos adquiriendo con el
conocimiento y la experiencia nos informará
lo que es correcto en un
comportamiento que resulta más útil que dañino y que nos conduce a la
liberación y a la libertad. Aunque podamos
juzgar que ciertos actos son indeseables o pocos útiles, no juzguemos el
sujeto de la acción como negativo o indeseable, en lugar de ello abramos el
camino hacia la comprensión, revelándonos como operan las cosas con conceptos
simples pero que hay mucho detrás de ello que lo que podemos ver.
La práctica espiritual es una forma de vida
sana y humanitaria, un fin positivo en sí mismo; no es simplemente un medio
para llegar a una dimensión distinta. Un vivir consciente y atento requiere
estar totalmente presentes, como si intimáramos plenamente con todos y con
todo. Si bien es más fácil de lo que uno piensa; es también más difícil de lo
que uno cree, porque hay que actuar con todo el corazón para preservar, amar y
respetar la vida, todo tipo de vida y esta actitud nos recuerda que todo
esfuerzo, atención y amor nos dará respuestas satisfactorias sobre la vida
plena. Por lo que es necesario dirigir nuestras energías y acciones hacia la
bondad y ayuda a los demás. A medida que
mejoremos el acceso a nuestra propia y pura naturaleza, amando la vida, respetando la vida y salvando
la vida, estamos acumulando energía
trascendental que se llama karma positivo.
Para
lograr esto se requiere una profunda comprensión de nuestras conexiones con los
demás y de lo que significa amar a toda la vida. Esto suele significar el
desarrollar un punto de vista diferente acerca de los detalles de vivir,
incluso de los más pequeños como es disfrutar del sonido que en la noche
producen los insectos. Es un verdadero desafío alterar su perspectiva del mundo,
en tal grado como para reconocer que todos los seres tienen las mismas
necesidades que usted. Es todavía más
impresionante cuando uno trata de poner la creencia en acción, siendo menos
egoísta. Podemos aprender a amar y venerar cada vida individual y cada forma de
vida.
Reflexionando en que todos somos iguales,
todos pertenecemos al universo por ende
a la verdad. Todos los seres: árboles, perros, gatos, serpientes peces, aves y
humanos tenemos el derecho de vivir y lograr la felicidad; ninguno de nosotros
es, por derecho, el arbitro del destino de los demás. La vida es un don.
Desarrollar una actitud de amar la vida
cuando aprendemos a ceder, a admitir, a soltar y ablandar nuestros corazones y
nuestras almas, estamos haciendo el mejor esfuerzo para superarnos día a día, a
pesar que estamos rodeados de propaganda
que induce a la violencia como son los medios de comunicación sensacionalistas que
nos recuerdan que somos parte infectada de una sociedad violenta. Por ello
nosotros debemos permanecer en alerta
ante cualquiera de estas tendencias ayudando a mantener nuestras vidas
equilibradas y sanas para ser conscientes de la oscuridad, así como de la luz
que hay dentro de nosotros, de modo que nunca estemos desprevenidos ante
impulsos negativos inconscientes. Hagamos un voto de no matar o dañar con el
fin de que nunca olvidemos ser gentiles, bondadosos, amables, amorosos hacia
las demás formas de vida de nuestro frágil planeta.
No busquemos en ninguna enseñanza que
abogue o condene la violencia y exhorte a no dañar a los demás, debe nacer de
nuestra propia conciencia, de la capacidad de confianza en nosotros mismo, de
creer en lo que estamos haciendo y allí sentiremos la cualidad maravillosa que
es amar, alejando a la sombra y atrayendo a la luz.