VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
La naturaleza se preocupa de producir cosas
elementales, mientras que el hombre produce cosas compuestas por los elementos
que da la naturaleza. Sin embargo el humano es incapaz de crear lo que produce
la naturaleza, exceptuando la vida como la suya, a través de los hijos.
Los alquimistas que nunca han conseguido ni por
casualidad ni por ensayo, crear elemento alguno de los que puede ser producido
por la naturaleza, pero si han podido inventar miles de objetos útiles para
brindar comodidad al ser humano, creando también elementos nocivos que pueden
destruir todo rastro de vida en el planeta. En esta lucha constante por
alcanzar el nivel de la naturaleza en su creación, el humano a través de la historia,
se destaca por su afán de transformar el plomo en oro, que es el verdadero hijo del sol, por ser éste
el que se parece más entre todas las cosas. Nada de lo creado es más duradero
que el oro, ni siquiera puede destruirle el fuego, que tiene el poder sobre el
resto de las cosas creadas, el tiempo tampoco lo hace daño, no lo corroe ni lo oxida, se mantiene
inalterable, siempre brillando.
Parecería que los alquimistas eran unos avaros
y ambiciosos materialistas, que solo
querían producir oro. La pregunta que me hago: Por qué no utilizan el método
más sencillo, cual es ir a la mina y extraer, allí no hay mercurio, ni gases,
azufre ni fuego, ni ninguna otra clase de calor que el de la naturaleza que da
vida a nuestro mundo. Ese calor natural les brindará a los alquimistas una
demostración de que el oro se expande a través del azul del lapislázuli, a cuyo
color no le afecta el poder del calor.
Examinando detenidamente las ramificaciones del
oro, se podrá ver que las extremidades están continuamente expandiéndose en un
lento movimiento, convirtiendo en oro cuanto toca, y en su interior puede
apreciarse que existe un organismo viviente, cuya producción es imposible. Lo
que se demuestra que la función de la alquimia no se ejerce en la naturaleza,
sino en las interiores psíquicas del ser humano, donde la piedra bruta e
imperfecta que yace en su ser interno hay que labrarla para dejarla perfectamente perfecta,
pulida y bella. Simbólicamente la piedra informe e irregular hay que
desbastar con el cincel y el mazo, es decir por la fuerza de la
inteligencia, a fin de instruido en el renacer a una nueva vida, donde
comprenderá a través del conocimiento cómo funcionan los grandes misterios de la naturaleza en los
procesos que se producen en el macro y micro universo. Con paciencia y
perseverancia logrará el alquimista transformar esta piedra en una bella y
perfecta obra del Arte Real que se
convertirá en el emblema de los conocimientos humanos.
He demostrado que pese a todos los talentos al
servicio del hombre, no hay poder para alterar los
elementos que rigen al
universo. No hay cerradura o fortaleza que pueda frenar o alterar los fenómenos
que a diario la naturaleza nos demuestra, como es apagar el relámpago, frenar
la fuerza un huracán, apaciguar las tormentas del mar y lo peor escapar de la
muerte.
Con este pequeño trabajo quiero explicar la
utilidad del arte de la alquimia, que puede causar resultados grandiosos en los
seres humanos que lo quieren experimentar para construir la armonía grandiosa
de la vida. Los fuegos secretos permitirán convertir las cenizas en el oro de
la perfección, desechando los demás metales imperfectos, convirtiéndole al ser
en un recipiente sagrado que con el tiempo pasará a ser un faro que guíe hacia mejores iniciativas y metas.
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