domingo, 22 de marzo de 2009

SEAMOS ESE GRAN RIO


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

...Quién pudiera como el río,
ser fugitivo y eterno..."

Basado en los escritos de Lao Tsé y Chuang Tsé, el taoísmo que significa “el camino” o “vía”, es decir el poder omnipresente que lo impregna todo y que trasciende el nombre y la forma. Tao Sté se había desilusionado porque sus congéneres no sabían vivir en armonía con la naturaleza. Deseando pasar sus últimos de su vida en soledad, se subió al lomo de un búfalo de agua y se dirigió al oeste, el lugar que hoy es Tíbet. Cuando llegó al paso de Hankao, un guardián al enterarse de sus intenciones de apartarse de la sociedad, intentó persuadirle para que volviera atrás. Pero aunque no consiguió, logró convencerle de que al menos escribiera la esencia de sus enseñanzas para que los demás pudieran aprovechar la sabiduría. Al cabo de tres días Lao Tsé volvió con un conciso volumen compuesto de ocho y un aforismos titulado Tao Te Ching, que significa “El camino y su poder”. Una de las principales percepciones descritas en el libro es que si observamos la naturaleza que expresa el innombrable misterio de Tao, conectaremos con la sabiduría intuitiva que hay en nuestro interior y ésta nos guiará en cualquier situación.
Muchos occidentales conocen los principios del taoísmo al practicar el tai chi chuan, una meditación dinámica realizada con movimientos lentos que se practica para gozar de salud, equilibrio y longevidad; el chi gong, un antiguo sistema chino de respiración y movimientos concebido para mejorar la salud y el bienestar y para prevenir las enfermedades; el feng shui, el arte chino de crear un entorno basado en patrones yin y yang y en la circulación energética; y la acupuntura, una medicina complementaria que equilibra la polaridad de las energías del cuerpo insertado unas finas agujas en puntos de los meridianos para que el chi vuelva a circular adecuadamente y el paciente recupere la salud. 
Sus principios


El tao no es un ser supremo, sino un principio cósmico que infunde vitalidad a todos los aspectos de la creación. Cosmológicamente, que al moverse se convierte en dos polos opuestos que fluyen entre sí, conocidos como el yin y el yang y de los que surge a su vez el mundo material, referido como “los diez mil seres”, que aparece ser lo opuesto a esta unidad.
El taoísmo se practica siguiendo el tao y aprendiendo a vivir en armonía con la sabiduría. El Tao te ching aconseja la quietud y el wui wei, o el no ir en contra de la acción de la naturaleza. El agua es un símbolo común en los textos taoístas que nos recuerda que la adaptabilidad es también un signo de fuerza. No hay nada que sea más adaptable que el agua y, sin embargo, el agua puede erosionar una piedra.
La esencia del taoísmo es el wu wei, o "el no interferir" que nos enseña a fluir con los procesos y los cambios naturales en lugar de ir en contra de ellos. practicar el wu wei es valorar la flexibilidad y la humildad.
La vida y la muerte son, sobre todo en los escritos de Chuang Tsé, partes de un ciclo que se van alternando y que no se debe desear ni temer. Nuestro destino es participar en la coagulación y la dispersión del chi. El taoísmo también hace hincapié en preservar el chi para gozar de longevidad e incluso de inmortalidad mediante prácticas de alquimia interna y externa: meditación, ejercicios de visualización y prácticas físicas como el tai chi chuan y el chi gong
La corriente


Con esta introducción que nos hace más asequible a entender el Tao, podemos reconocer fácilmente el símbolo del yin y el yang, que consiste en un circulo dividido en el centro por una línea que parece unserpentiante río fluyendo de la parte superior a la inferior del círculo.
Una mitad del círculo es negra y otra blanca. dentro de cada mitad hay un pequeño circulo de color opuesto: en la parte negra es blanca, y en la parte blanca es negro. Simboliza la energía que fluye de un polo a otro en la continua danza del tao entre estas polaridades. El día se convierte en la noche y la noche se convierte en el día. las mareas suben y bajan. la temperatura cambia de caliente a fría. A veces estamos sanos y otras enfermos; a veces estamos alegres y otras tristes. Todos experimentamos en la vida cotidiana este fluir que se da entre las polaridades.
De la misma forma que el invierno se convierte en primavera y que los nuevos retoños reemplazan a las ramas desnudas del invierno, nuestra vida tiene una inteligencia y un misterio que la guían como un río invisible que sabe cómo volver a su fuente. Esta inteligencia entrelazada en el paso de las estaciones fluye a lo largo de nuestra vida.
Podemos ver este río fluyendo en nuestra vida cuando conocemos a las personas que necesitamos conocer, o cuando nos encontramos con las oportunidades que nos permiten prosperar, y con los retos que nos ayudan a cultivar nuestros recursos interiores.
Para lograrlo hay que ser receptivos, observándolo en la simplicidad de la naturaleza y cultivando la sensación intuitiva que nos permite ceder (principio femenino del yin) o actuar (principio masculino yang). Ninguno de los dos se considera bueno o malo, ambos son complementarios, necesarios para mantener el equilibrio. El equilibrio se da en la circulación de la energía entre opuestos. El yin y el yang representan los polos opuestos entre lo que fluye el Tao. El yin es oscuro, húmedo y femenino como la tierra. El yang es luminoso, seco y masculino como el cielo.
No resistir


En el desarrollo de nuestro camino espiritual, del progreso material, de una vida correcta, de una relación afectiva, comprendemos que el camino siempre está fluyendo. Que seguimos un proceso. 
También hay ocasiones en las que nos resistimos a dejarnos llevar por la corriente de nuestra vida. No queremos aceptar las realidades, y por más que nos opongamos a ellas seguimos bajando por el río de nuestra vida. pero al verlo en retrospectiva puede que comprendamos lo estúpido que es resistirnos, no sólo porque es inútil, sino además porque aquello que tanto temíamos nos ofrece unos regalos inesperados. Incluso en estados intermedios en los que nos sentimos impotentes, afligidos y desolados, advertimos que al aceptar estas emociones en lugar de rechazarlas experimentamos una profunda y extraña paz. Por tanto podemos sentir que es más sensato fluir con el río de nuestra vida.
Lograr


Fluir con el curso de la vida implica aceptar los procesos relajados, aceptar las situaciones en lugar de intentar cambiarlas o controlarlas. Tenemos que aprender a ser como el agua. El agua sortea cualquier obstáculo y se adapta a aquello que lo contiene, busca los lugares más bajos. El agua vence lo duro y lo quebradizo. Excava los cañones de roca y desmorona las montañas. El agua es infinitamente dúctil y adptable y, al mismo tiempo, infinitamente fuerte.
Es absurdo resistirse a la corriente. El agua se escurre por nuestros dedos, no podemos retener ni rechazar esta escurridiza corriente. Y sin embargo, en otros contextos intentamos oponernos a ella todo el tiempo y ello nos impide avanzar en armonía y explotamos.
Seguir en el fluir


Morder una dulce naranja o aspirar el perfume de una flor es maravillarnos de la perfección de la naturaleza. Estos hechos de que los actos creativos de la naturaleza se lleven a cabo a través de un misterioso proceso más allá de nuestro control nos enseña a ser humildes ¿Por qué interferir o intentar controlar aquello que ya es magnífico en su fluir natural? sin embargo, nos cuesta mucho intentar hacerlo. Queremos controlar y cambiar las cosas y a veces incluso forzarlas a que salgan como nosotros queremos. ¿Qué podemos hacer para vivir dejando que la corriente siga su curso?
Quizás hayamos observado una práctica de tai chi en la que los participantes se mueven de manera lenta y concentrada, siendo conscientes de la respiración. Este proceso meditativo nos da una idea de lo que es estar presente. Hay que bajar el ritmo habitual de pensar y actuar para ser conscientes de lo que está ocurriendo en el momento presente. Si aprendemos a observar podremos reaccionar de la forma más adecuada.
No controlemos el flujo


Posiblemente una de las cosas que más nos cuesta a los occidentales es dejar que las situaciones ocurran en lugar de intentar que sucedan como nosotros queremos. Tenemos un ego tan fuerte que estamos convencidos de que tener el control, o las riendas significa ser responsables, decididos. Pero esta postura no es la mejor.
Veamos algunas de las implicaciones que tiene. Muchos de nosotros tal vez creamos que para hacer mejor un trabajo por importante que éste se, tenemos que empujar una gran roca hacia la cima de la colina. Quizá descubramos que los logros más importantes son difíciles de alcanzar y creemos que debemos seguir luchando contra la corriente. dejar de intentar controlar una situación no significa que no debamos esforzarnos. hacer un esfuerzo adicional cuando es necesario no es ir contra la corriente, sino que de hecho puede ser justamente lo que debes hacer. Al igual que el río fluye con fuerza al ir colina abajo, también hay momentos en los que es adecuado que re esfuerces más. Hay muchas situaciones personales, familiares, laborales que nos van a exigir un esfuerzo adicional, pero esto no significa que es ir contracorriente, sino que al contrario significar responder a la situación que se requiere, es más bien es ir con la corriente. 
Los signos de nuestro curso


La vida nos dice cuándo hemos perdido el equilibrio. La corriente de nuestra vida nos indica que estamos intentando manipular una situación en lugar de dejar que siga su curso natural. Si somos sensibles al fluir de la corriente de la vida, podremos adaptar el esfuerzo que aplicamos y ver si es más adecuado ceder a ella o actuar. Ignorar las señales y seguir yendo empecinadamente por el mismo camino o quitarles importancia a cualquier precio implica que estás intentando controlar la situación en lugar de rendirte a la sabiduría que el fluir de la vida nos ofrece a cada momento.
Hay que aprender a confiar en el fluir de nuestro río de la vida para dejarnos llegar. No se trata de renunciar temerariamente a tener el control. Al contrario, ceder al curso que sigue la inteligencia del tao, es una decisión muy sagaz, aunque a veces parezca no exigir esfuerzo, no siempre es fácil.
Por tanto hay que confiar en el fluir que nos lleva el río. Si confiamos en su sabiduría nos sentiremos más seguros mientras nos aventuramos hacia lo desconocido. A veces cuando tenemos miedo, buscamos alguna certeza. Queremos conocer el lugar al que nos estamos dirigiendo. Podemos incluso crearnos una vida pobre y previsible para evitar la desazón que nos produce lo desconocido. Sin embargo, la vida nos obliga a entregarnos a ella. Quizá de pronto nos quedamos sin trabajo, enfermamos, romperos una relación sentimental, o nos encontramos en medio de un desastre natural. Y sin embargo de estas situaciones inesperadas nos enseñan a afrontar la vida de una nueva forma, a manifestarnos en nuevos recursos interiores.
Si aún nos hemos aprendido la actitud de no ir en contra de la acción de la naturaleza, no perdamos la oportunidad de hacerlo. Pero para ello hay que cultivar la paciencia como la nieve que cae de la hoja en el momento exacto en que la fuerza de la gravedad la impulsa a hacer. El sauce se dobla bajo la fuerza del viento. Nuestras vidas también están sometidas a la presión y al empuje de los ritmos de la naturaleza. Para estar en armonía con este fluir, debemos cultivar la paciencia que nos permite esperar el momento adecuado para actuar o ceder. Lao Tsé escribe: 
¿Tienes la suficiente paciencia para esperar a que el lodo se asiente y el agua se aclare? ¿Puedes permanecer inactivo hasta que la acción apropiada surja por sí misma? El hombre superior no persigue un resultado ni busca, ni lo expresa, solo está presente, dándole la bienvenida a todo.
Al esperar, la situación se aclara. A veces, al esperar, el lodo de la ambivalencia, la confusión o la indecisión, se acaba asentando. Para estar atento al momento oportuno hay que ser paciente. En algunas ocasiones, es más prudente esperar a que nuestro amante se acerque y nos diga un cumplido o nos dé un beso antes de preguntarle si nos quiere. En otras ocasiones, es mejor quedar con la persona que nos atrae en lugar de dejar que siga con su vida sin hacerle saber que la amamos. Los Taoístas dirían: " espera el momento idóneo guiándote por tu intuición para sentir cuándo debes actuar o ceder". Las cosas suelen ir más lentas de lo que nuestro ego desea. hay una parte nuestra que es impaciente y quiere la respuesta ahora y al observar esta parte podemos reconocerla.
Debemos aprender a llevar una vida armoniosa con el misterio invisible que está tejido en la matriz de la naturaleza. Ella nos invita a mantener una actitud abierta ante la vida para fluir intuitivamente con sus siempre cambiantes corrientes. Al practicar esta nueva danza de la vida aprendemos a cultivar la paciencia, a esperar el momento oportuno para actuar o para ceder, y a fluir con el ritmo de las energías mientras éstas se mueven entre los polos opuestos complementarios del yin y el yang.
Vivimos en una cultura que fomenta el actuar que el esperar. Para esperar el momento oportuno en el que actuar, necesitamos tener paciencia. Cuando estamos en una sala de espera de un médico, en la parada de autobuses o detenidos en el vehículo en un semáforo esperando que cambie a verde, muchas veces advertimos impaciencia y así la espera se hace todavía más larga. Pero esos momentos podemos cambiar, en vez de impacientarnos nos vamos a sumergir con más profundidad en el momento presente, respiramos hondo varias veces para calmarnos y armonizarnos con el fluir de los acontecimientos, disfrutamos de ese momento con la tranquilidad que nos produce nuestra quietud interior, que es uno de los regalos de la paciencia. Así hemos aprendido a mantener la calma y a esperar pacientemente y fluirás en la corriente de la vida con más destreza. 

EL AMOR PERFECTO





VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
M.·. M.·.

Año 5.768
R.E.A.A.

Todos estamos a la búsqueda de un amor perfecto. Los científicos nos explican que esa búsqueda tiene que ver con el funcionamiento de nuestras hormonas, antiguos rituales de cortejo o un "complejo materno" no resuelto. Es posible que haya algo de esto, pero debajo de estas explicaciones parciales, se esconde una profunda verdad espiritual.
Y esa verdad espiritual es que existe -en alguna parte de este inmenso Universo- un ser que puede amarnos mas allá de todo lo que conocemos: lo llamamos nuestra alma gemela.
El término ha sido tan manipulado, que se hace necesario marcar una distinción importante: la que existe entre almas compañeras y almas gemelas.

Almas Compañeras

 Cualquier miembro de la familia puede ser un alma compañera. Venimos encarnando juntos como grupo de almas que trabajan temas de crecimiento específicos (por ejemplo: un grupo de parientes caracterizados por una crítica despiadada puede haber decidido encarnar juntos para trabajar temas como la tolerancia y la aceptación incondicional del otro).
En experiencias cercanas a la muerte se ha determinado que muchas personas- al morir y ascender a niveles superiores- se encuentran con sus parientes muertos, pero no siempre con su cónyuge muerto. Incluso se encuentran con personas a las que no conocen pero que sienten que son sus familiares. Esto reforzaría la idea de una encarnación grupal.

Asimismo, atraemos personas (amigos, colegas cercanos, parejas, etc.) cuya frecuencia es similar a la nuestra y con las que también tenemos trabajo espiritual que hacer (por ejemplo, en el Colegio, puedo haberme acercado al grupo mas revoltoso, porque nuestras almas querían experimentar juntas con las consecuencias que trae el quebrar normas establecidas) .

Hay dos tipos de almas compañeras, las kármicas y las dhármicas.

Almas compañeras kármicas: aquellos con los que puede haber cierto antagonismo, debido a que tenemos asuntos pendientes que resolver que proceden de otras vidas. La clave para liberarnos de esta relación es el perdón. (Por ejemplo, vínculo conflictivo con un jefe autoritario).
Almas compañeras dhármicas: aquellos que se acercan a nosotros porque tenemos temas que trabajar juntos, pero desde la afinidad y la ayuda mutua. Si bien puede haber vidas pasadas juntas, no hay deudas o conflictos previos. Uno se siente automáticamente atraído hacia ellos. (Por ejemplo, un maestro de escuela que nos enseñó algo más que la lección diaria).

Los amigos muy cercanos, las personas que consideramos maestros de nuestra vida, y cualquier persona que consideremos de gran influencia, son almas compañeras.
Las personas que atraemos en el área del amor de pareja, contienen información muy útil respecto a nuestras vidas pasadas. Por empezar, suelen parecerse a como fuimos en otras vidas (por ejemplo, si una mujer atrae hombres agresivos y dominantes, es probable que haya sido ella misma un hombre con esas características en vidas anteriores).

Cuando decimos "me enamoré en cuanto lo vi", en realidad estamos reaccionando al reconocimiento de que esa persona ha tenido que ver con nosotros en vidas pasadas.A veces nos encontramos con una alma compañera sólo para casarnos y tener hijos juntos. Una vez resuelto el vínculo que traíamos de otras vidas (por ejemplo, una compensación kármica por un vínculo con poco compromiso en vidas anteriores) la relación termina.A veces, el karma fundamental que un niño tiene que resolver es con su madre, y -si no hay otras condiciones kármicas que dispongan otra cosa- el padre desaparecerá de su vida.A veces el karma es sólo entre hermanos, y ambos padres desaparecen. Las personas abandonadas al nacer y dejadas en instituciones específicas, tienen un karma que resolver con las personas que los atienden allí o -eventualmente- con sus padres adoptivos. 
Almas o almas gemelas 
El alma gemela es algo diferente, es nuestra otra mitad.

En el origen, éramos entidades únicas. Dado que el mundo que conocemos es el reino de la dualidad, tuvimos que dividirnos en dos mitades. El plan consistía en vivir vidas separadas y cumplir funciones diferentes, hasta que -habiendo experimentado todas las formas de nuestras cualidades únicas a través de distintas encarnaciones y recuperado nuestro recuerdo de quien somos en realidad- estuviéramos preparados para el reencuentro. Una vez logrado éste, podríamos cumplir nuestra Misión Conjunta.
Puede estar encarnado o no, pero siempre que aparece en nuestra vida es para mostrarnos los aspectos elevados de nuestra alma y el camino hacia el cual dirigirnos para seguir creciendo. Nos acerca a nuestro propósito elevado.Tenemos muchos compañeros de alma pero una sola alma gemela.Lo que se siente cuando uno se encuentra con esta persona es algo que no se puede describir con palabras. Es un amor más allá de toda dimensión.
A lo largo de la vida, van apareciendo distintos maestros que nos recuerdan que existe un alma gemela que encontrar (por ejemplo, personas que nos hablan del tema, libros que leemos, conferencias sobre el tema). Pero para que el recuerdo de quien es quien pueda resonar en nosotros y la unión se pueda producir, es preciso estar al mismo nivel de evolución. Una vez que nos reunamos con la alma gemela, podremos viajar a otras galaxias, experimentar otras formas de vida o simplemente regresar flotando hasta el Centro de la Fuente de Creación.Para que aparezca, hay que llamarlo. En lo posible a diario. Es un permiso que le damos para que se acerque. Puedes utilizar la Invocación propuesta en la segunda parte de este artículo.Si creemos estar ante nuestra alma gemela y la persona no parece darse cuenta o nos rechaza, debemos entregar la situación al Universo.
Lo más probable es que ocurra alguna de las siguientes alternativas: a) la persona cambia su actitud hacia nosotros, se acerca, cambia. b) aparece otra persona con las cualidades necesarias para este tipo de vínculo. 

Si tu alma gemela no ha aparecido aun, no tienes que preocuparte. Cada persona con la que te vincules es un maestro en el gran aprendizaje del amor. Trata de aprovechar al máximo cada encuentro personal y estarás más y más cerca de tu alma gemela. Si esta no ha aparecido es una señal de que todavía tienes mucha estructura que transformar en tu vida. 

Características típicas de una relación con el alma gemela

Para identificar una relación que podría caracterizarse como de "almas gemelas", busca los siguientes indicios: 1) A menudo no es nuestro tipo de pareja. 2) A nivel racional, uno podría presentar mil razones para no involucrarse con esta persona. 3) Sincronicidad de encuentros. El Universo parece confabularse para acercarnos a esta persona. 4) Surgen muchas intuiciones respecto a esta persona. 5) Sentimos una urgente necesidad de llamarlo o encontrarnos con él / ella. 6) Los roles suelen invertirse. Si éramos una persona que solía tomar la iniciativa, con esta persona asumimos una actitud más pasiva. 7) Un patrón interesante que suele aparecer es que inmediatamente antes de encontrar el alma gemela hayamos estado involucrados en algún tipo de "amor imposible". 

Una vez que nos liberamos de esto, la alma gemela suele aparecer. En general esto sucede muy rápido.
Encontrar Una Alma Compañera
Visualiza a tu alma gemela 1 metro delante de ti. Trata de sentir su energía. Concéntrate en esa energía por un minuto (trata de visualizarla aunque no tengas una imagen clara, solo deja fluir lo que vaya saliendo poco a poco, con el tiempo la imagen se irá haciendo mas clara, sino enfoque en sentir que energía te irradie. Visualiza una luz aproximadamente a 2 metros encima del punto medio entre tú y tu alma gemela. Crea un triangulo de luz uniendo con hilos dorados tu chacra del corazón, el chacra del corazón de tu alma gemela y la fuente de luz que esta brillando. Únete también mentalmente con otros triángulos de almas gemelas en el mundo. Termina la meditación con la afirmación: "¡Así sea!” La meditación deberá ser corta pero intensa no mayor de 5 o 10 minutos. Es recomendable hacerla cada semana para que los ayudantes "invisibles" que construyen la red de Luz en los planos superiores puedan tenerlos en cuenta. Si tu habilidad para percibir la energía de tu alma gemela no esta tan desarrollada, piensa en el/ella durante todo ese tiempo aunque no puedas verlo o sentirlo. Después de la meditación puedes dibujar a tu alma gemela o escribir las características que "quisieras" que esta tenga. De esta manera una imagen mental irá siendo "creada" y poco a poco se irá haciendo "acomodando" a la imagen verdadera de tu alma gemela. Cada semana será mas fácil percibir la energía de tu alma gemela y gradualmente el contacto telepático. 
Invocación al Alma Gemela 


En el nombre de mi Yo Superior y el Yo Superior de mi alma gemela, Invoco tu divina presencia, amado mío, Para que nuestros corazones vuelvan a fundirse en uno solo, Para que recordemos y realicemos nuestro Propósito y Misión. Invoco la Luz del Espíritu Santo, la de los Maestros Ascendidos, los Ángeles y Guardianes de la Luz y todos mis Ángeles y guías personales, Ellos protegerán nuestro reencuentro en el plano físico.
Pido que sean eliminadas las barreras que me impiden recordarte y encontrarte, Que se dispersen las nubes que nos impiden reconocernos, Que se disuelvan las tensiones kármicas que puede haber entre nosotros, Siempre y cuando esto sea apropiado a nuestro bien superior.
Vizualisación de las almas gemelas

1) Cierra los ojos, respira profundamente, relaja tu cuerpo 2) Pide que la siguiente visualización sea elevada teniendo en cuenta tu deseo de no interferir con el libre albedrío de nadie, y atendiendo a tu propósito elevado dentro de la presente encarnación. 3) Imagina que estás en un lugar extraordinariamente bello del Universo. En el paisaje de tus sueños, en un ambiente que te hace sentir extremadamente sereno y feliz. Imagina este lugar con todos sus detalles: lo que ves, lo que oyes, lo que hueles, lo que sientes. 4) En este lugar tu corazón se expande y vibra con alegría. 5) De pronto percibes que hay otra presencia que te acompaña en este lugar. 6) Diriges tu atención a esa presencia y ves que es tu alma gemela. Trata de sentir su energía radiando hacia ti. Concéntrate en esa energía durante uno minuto. 7) Visualiza un punto de luz un poco por encima de ustedes dos. Crea un triangulo de luz que una tu corazón, el corazón de tu alma gemela y el punto de luz por sobre sus cabezas. 8) Imagina que hay hilos dorados que forman los lados de este triangulo. 9) Conéctate mentalmente con otros triángulos de luz en el mundo. 

10) Afirma mentalmente: Así sea.Se recomienda hacer esta visualización en forma corta y rápida, al menos una vez por semana, para que los asistentes espirituales puedan ayudarnos. Si nuestra habilidad para percibir a nuestra alma gemela no se desarrolla mucho, no importa, con pensar en ella alcanza. Después de la meditación es conveniente dibujar el alma gemela o escribir alguna de sus características que creemos que posee. Cada semana, la energía de nuestra alma gemela se sentirá mas claramente y gradualmente iremos ganando contacto telepático con el / ella.

(Nota) Este trabajo tiene el aporte de muchas personas que han escrito y contribuido a una mejor percepción de este tema que influye mucho en la felicidad o desgracia de muchas personas. Les agradezco.

 

domingo, 15 de marzo de 2009

LA TECNOLOGIA CONTROLA NUESTRA EVOLUCION


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

No puede desconocerse que el motor de los cambios profundos y acelerados que experimentamos es la tecnología. Y una mirada más profunda obliga también a reconocer que la tecnología ha sido el motor principal de todos los cambios importantes en la historia de la humanidad. Sin embargo, es frecuente escuchar, en nuestro tiempo, alegatos condenatorios contra la tecnología. Se le acusa en bloque de deshumanizar al hombre, de esclavizarlo, de destruir la naturaleza, de contribuir a la ruina de lo cultural y a la destrucción de lo social. Se mete en un mismo saco a las técnicas de guerra, de transporte y de comunicación y a todas se las enjuicia por igual. Al ponerlas en relación con el aspecto ético de la vida humana, no se las somete a una serena reflexión sino que se parte descalificándolas prejuciosamente de antemano. Algunos llegan al extremo de proclamar la abolición de las tecnologías y la vuelta a un primitivo "estado natural". En suma, cuando de levantar una ética se habla, la tecnología es el demonio deshumanizador. No seríamos lo que somos sin tecnologías. Eso en primer lugar. Y en segundo, no podemos desconocer el enorme beneficio que, día tras días, traen las técnicas a la humanidad. Muchos critican sueltamente la "civilización técnica". 

La pregunta que debemos hacernos es ¿es acaso posible que exista alguna otra clase de civilización?. Es cierto que las actuales tecnologías de guerra son capaces de una destrucción que es repudiable bajo todo respecto. Pero no hay que perder el sentido de las proporciones. No todas las técnicas deben considerarse destructivas. La mayoría no lo son, y habría que computar para los pesimistas y críticos los miles de millones de seres humanos que viven en nuestros días más y mejor gracias al desarrollo tecnológico. Pongámonos a considerar los detalles técnicos implicados al volar un avión, construir un transatlántico, trasplantar un riñón o un corazón, instalar un satélite artificial, filmar la conducta de los animales aéreos, terrestres y marítimos, trazar el gráfico de la actividad encefálica, computar el movimiento de los valores bursátiles, abrir un túnel bajo el mar, instalar una plataforma petrolera, lanzar una nave hacia las estrellas, fotografiar galaxias, reciclar desechos, desinfectar sembrados, extraer energía de las aguas, del viento, del sol, transmitir imágenes de un país a otro, de un continente a otro, etc. ¿Verdad que no se puede menos que resentir el ridículo de los argumentos en contra de las tecnologías?. 

Hay quienes acusan a la televisión de muchos males. Se enjuicia también la computación. En su tiempo también el libro fue objeto de indignación y condena. Hoy, en nombre del libro y la cultura letrada se persiguen las nuevas tecnologías de la imagen. Pero quienes ven una amenaza en el video, la TV y la computadora, están ciegos frente al hecho de que el libro, lejos de morir, hoy está más vivo que nunca, compitiendo eso sí con otros medios de información y transmisión del conocimiento. Pero, fíjense, nunca en la historia se ha leído más Shakespeare o a Platón, por ejemplo, como en nuestro tiempo, gracias a las técnicas contemporáneas de impresión y edición. 

Asimismo, en otro plano, nunca como ahora, y gracias a las técnicas contemporáneas de grabación y emisión, se ha escuchado tanto a los clásicos de la música como, por ejemplo, Chopin, Beethoven o Mozart. Con esto, pues, quiero salir al paso de aquellos juicios sobre que la tecnología atenta contra la cultura y los valores. Por otra parte, gracias a la red eléctrica de comunicación que envuelve el planeta, y que nos permite estar informados simultanea e instantáneamente de lo que ocurre en todo el globo, ha sido posible el establecimiento de una toma de conciencia mundial frente a problemas urgentes como la violencia social y las amenazas al medio ambiente. No todos los problemas que aquejan a la humanidad se están resolviendo, por descontado y lamentablemente, pero muchos si están siendo resueltos gracias al compromiso planetario que implica la globalización informativa electrónica. 

 Finalmente, en este punto, quiero referirme brevemente a los planteamientos de algunas figuras integrantes de movimientos contraculturales o de movimientos "verdes" extremos, que abogan por un rechazo a lo tecnológico y un retorno a condiciones preindustriales. Es obvio que no podemos volver atrás, pero si se pudiera, creo que no es de desear en absoluto. Historiadores y cronistas de tiempos no tan lejanos (de los últimos tres siglos solamente) nos enseñan sobre las dramáticas condiciones de salud, higiene, transporte, comunicación y educación que se vivían en aquellas épocas. Frente a esto, la nostalgia de los románticos hostiles a la tecnología demuestra todo su sin sentido.

miércoles, 11 de marzo de 2009

EL VALOR DEL PERDON

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
El perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para nosotros. Todo el conocimiento del mundo vale poco si nuestro rencor sigue creciendo cada vez más que el comportamiento de un desconocido que nos recuerda nuestras relaciones no sanadas. ¿De qué nos sirve conocernos a nosotros mismos, si lo usamos para avivar el odio que tenemos y el sentimiento de culpabilidad, que nos dicen que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, jamás seremos capaces de ser, de hacer, ni de servir lo suficiente para ser dignos de nuestro amor propio? 

 El perdón supone aceptar de verdad nuestro propio merecimiento como seres humanos, entender que los errores son oportunidades para crecer, tomar conciencia y desarrollar la compasión, y comprender que la magnitud del amor por nosotros mismos y por los demás es el pegamento que mantiene unido al universo. El perdón es una respuesta, la respuesta implícita de nuestra existencia. 

El perdón es el medio para reparar lo que está roto. Coge el corazón roto y lo repara. Coge el corazón atrapado y lo libera. Coge el corazón manchado por la vergüenza y la culpa y lo devuelve a su estado inmaculado. El perdón restablece en el corazón la inocencia que conocimos en otro tiempo, una inocencia que nos permite la libertad de amar. Cuando perdonamos y somos perdonados, siempre se transforma nuestra vida. Las dulces promesas del perdón se cumplen y se nos ofrece un nuevo comienzo con nosotros mismos y con el mundo. 

El concepto del perdón puede provocar dos cosas: o bien imposibilitarnos, limitando nuestra capacidad para la claridad y la alegría, o bien animarnos, ofreciéndonos una manera de dejar el pasado y ser libres para vivir con mayor paz y felicidad. Perdonar no es justificar comportamientos negativos o improcedentes, sean propios o ajenos. El maltrato, la violencia, la agresión, la traición y la deshonestidad son solo algunos de los comportamientos que pueden ser totalmente inaceptables. ¿Se puede perdonar a un trabajador incompetente y despedirlo por no hacer bien su trabajo? No es preciso ir y decirle: Te perdono, aunque a veces esto puede ser una parte importante de perdonar. 

El perdón solo requiere un cambio de percepción, otra manera de considerar a las personas y circunstancias que creemos que nos han causado dolor y problemas. Como todos sabemos, la rabia y el rencor son emociones muy fuertes que desgastan nuestra energía de muchas maneras. 

Cuando nos quitamos las capas, probablemente se descubrirá que esa rabia en realidad es un sentimiento superficial. No en el sentido que sea trivial o falso, sino en el de que hay muchos sentimientos y dinámicas por debajo de él. Cuando nos perdemos en la rabia nos volvemos sordos a nuestros sentimientos más profundos. Hemos aprendido a escuchar solo aquellos que saben gritar más fuerte. Muchos creen que permanecer enfadados, aferrarse al rencor es sinónimo de poder, energía y dominio. Pero en realidad lo único que descubren son sentimientos de impotencia, desilusión, inseguridad, aflicción o miedo y los usan con frecuencia en sustitución de los sentimientos de verdadero poder personal. A veces es mucho más cómodo sentir rabia que sentir el temor y la tristeza. De hecho, una razón por la que suele ser difícil perdonar es que para hacerlo se debe sacar a la luz y aceptar la verdad de lo que realmente sentimos. Esto puede ser una revelación dolorosa si hemos aprendido a convivir con la negación y la represión. Sin embargo, se debe tratar de recodar que al otro lado del dolor está el alivio y una mayor paz mental. Cuando se lleva gran parte de la vida sintiéndose víctima, puede que halle una enorme resistencia a perdonar, porque al hacerlo renuncia a una buena parte de su identidad. Perdonar no significa negar que se haya sido una víctima, quiere decir que el hecho de haberlo sido ya no domina necesariamente la identidad y la vida emocional actual. A medida que se vaya trabajando con el perdón, es importante tomar en cuenta los pensamientos que afloran y las reacciones. Si aparece el temor, la autocrítica, las dudas hay que ser amable consigo mismo. Estos sentimientos son como una parte natural del proceso de cambio. En realidad, ser amable consigo mismo es, de por sí, un gran acto de perdón para con uno mismo. Al margen de los pensamientos o sentimientos que surjan, afirma el compromiso de tratarse con amabilidad. Se amable con uno mismo no significa que no ponga esfuerzo y voluntad, ni que se justifiquen pensamientos o comportamientos que se consideran impropios, sino que se puede aprender sin necesidad de azotarse la dureza con uno mismo y que alimenta un ciclo contraproducente que quita poder y favorece el sentimiento de culpa, falta de respeto y autoestima por uno mismo. 

 El perdón es una decisión, una actitud, un proceso y una forma de vida. Es algo que ofrecemos a otras personas y algo que aceptamos para nosotros. El perdón es una decisión, la de ver más allá de los límites de la personalidad de otra persona, sus miedos, idiosincrasias, neurosis y errores, la decisión de ver una esencia pura, no condicionada, por historias personales que tienen una capacidad ilimitada y siempre digna de respeto y amor. Cada vez que se hace un cambio, debilitamos el monopolio del ego sobre nuestras percepciones y nos capacitamos para dejar marchar, liberar y olvidar el pasado. 

El perdón suele experimentarse como un sentimiento de dicha, paz, amor y apertura del corazón, alivio, expansión, confianza, libertad, alegría y una sensación de estar haciendo lo correcto. El perdón es una forma de vida que nos convierte gradualmente de víctima de nuestra propia circunstancia en poderosos y amorosos creadores de nuestra realidad. Supone un compromiso de experimentar cada momento algo nuevo, con claridad y sin temor. Es la desaparición de las percepciones que obstaculizan nuestra capacidad de amar. El perdón nos enseña que podemos estar en desacuerdo con alguien sin retirarle el cariño y respeto. Nos lleva más allá de los temores y mecanismos de supervivencia propio de nuestro condicionamiento, hacia una visión valiente de la verdad que nos ofrece un nuevo campo de elección y libertad, en donde podemos descansar de nuestras luchas. Nos guía hacia donde la paz no es desconocida y nos da la posibilidad de saber cual es nuestra fortaleza.

 

lunes, 9 de marzo de 2009

LA INDUSTRIA DE LA FELICIDAD


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

“Felices los felices”, decía el metafísico escritor argentino Jorge Luis Borges en sus bienaventuranzas. Los políticos nos dicen que trabajan para nuestra felicidad, aunque nadie les haya dado permiso. Y con esta idea se sienten autorizados a cruzar a menudo la frontera que separa lo público de lo privado. Por nuestro bien, por supuesto. Y con nuestra resignada aceptación, porque ¿Quién se resiste a ser feliz? Desde los medios de comunicación se apela a una visión positiva de las cosas. A los comunicadores se piden buenas noticias, porque la gente quiere ser feliz. Y las actitudes críticas, que un día parecían casi condición de estilo del debate público, son rechazadas como resentimientos de mentes anticuadas que no saben ser positivas. Se ofrecen manuales de salvación que ponen la felicidad al alcance de cualquier espíritu con tal de que sea suficiente sumiso y tenga suficiente capacidad de creencia. Los libros de autoayuda sustituyen o refuerzan a la religión en la tarea de conseguir lo que se llama “crecimiento personal”. Y franquicias de religiones nos traen las promesas de felicidad y de reconciliación consigo mismo. Las farmacias están llenas de remedios para la mejora del cuerpo y de rebote del espíritu, con la promesa implícita de alejar a la muerte de nuestras vidas. Del gimnasio a los rigores de las dietas alimenticias, toda la industria del cuerpo y del espíritu consigue grandes ganancias con la promesa de una felicidad que a menudo se concreta en el aumento de la esperanza de vida como fantasía de inmortalidad. 

Quizá tenga yo razón cuando afirmo “que ésta es la primera sociedad que ha hecho a la gente infeliz por ser feliz”. Estamos sumergidos en una cultura y en una economía de la felicidad que nos invita a sustituir el placer por la ganancia, haciéndonos esclavos de una absurda contabilidad del deseo. Cada día se nos ofrece felicidad entre las mercancías de consumo. Adquirida una nueva mercancía ya se nos ofrece otra. De modo que la felicidad acaba siendo un ejercicio de sufrimiento permanente para conseguirla. 

La felicidad como premio al esfuerzo bien orientado. Nada nuevo, al final de todos los sistemas de valores acaba apareciendo siempre la sospecha de que la constancia tiene premio. Y sin embargo, nada de esos tiene que ver con la felicidad. Porque la felicidad es un arte de lo indirecto, que como ya sabían los clásicos tiene que ver con la virtud pero también con la suerte. Aristóteles se preguntaba “si la felicidad es algo que puede adquirirse por el estudio o por la costumbre o por algún otro ejercicio, o si sobreviene por algún destino divino o incluso la suerte”. En el cristianismo la felicidad es la gracia y la gracia se distribuye al capricho de Dios.

domingo, 8 de marzo de 2009

NUEVOS VALORES DE VIDA


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

¿En qué mundo vivimos? Esta pregunta, en nuestro tiempo, resulta totalmente legítima. Porque ya no contamos con la seguridad de la permanencia de las cosas con que se contaba en otros siglos. El mundo siempre ha estado cambiando, pero antes los cambios eran lentos, lo suficientemente lentos como para que las sociedades pudieran digerirlos y adaptarse a ellos. En este siglo XXI, sin embargo, el cambio nos ha golpeado cada vez más profunda y vertiginosamente: con gran velocidad se transforman las normas, los hábitos, las instituciones, las ideas, las organizaciones y por ende sus relaciones. Por donde miremos, todo es dinamismo, constante introducción de nuevas maneras de relacionarse, de actuar, de expresarse, de pensar. Vivimos, pues, un mundo inédito. Nuestro siglo es un verdadero gran laboratorio de nuevas experiencias y avances en diferentes conceptos acerca de la vida, la naturaleza y el humano.
Hagamos un recuento somero de las vivencias nuevas de este flamante siglo: los viajes interplanetarios, las guerras de exterminio masivo, los trasplantes de órganos, la intervención clínica del cerebro, la ingeniería genética, la fecundación y el desarrollo fetal fuera del útero materno, la información electrónica instantánea, la computación, la economía multi y transnacional, la guerra mundial, la guerra bacteriológica, la guerra química, el dominio de la energía atómica, la bomba neutrónica, la revolución de los medios de transporte, las células madres, los nuevos modelos de comunicación, la matrix, los placeres, las relaciones amorosas, etc. En esta época no comparable a ninguna otra en la historia de la humanidad, y en la que la sensibilidad y el pensamiento humanos experimentan inéditos desafíos, es fácil caer en la tentación de emitir juicios apresurados y extremos: por una parte, que ésta es una era llena de progreso y bienestar para la humanidad; por otra, que vivimos tiempos decadentes, plenos de crisis moral y ruinas culturales y sociales. Se escucha, también, hablar del "fin de la historia", de que vivimos de post-historia (¿qué vendrá después?), de que el mundo se ha vuelto loco. No creo que el mundo se haya vuelto loco, por lo menos no más loco de lo que lo ha sido durante toda su historia. Lo que sí aseguro es que se trata de un mundo nuevo, de que estamos experimentando rupturas radicales con las ideas y las instituciones tradicionales. ¿Qué sentido tiene, en estas condiciones, hablar de "fidelidad al pasado", de "apego a los valores clásicos", de una "continuidad de la historia occidental"? 

Cuando no se trata de demagogia, argumentos como éstos no reflejan más que el efecto de una nostalgia romántica y estetizante. No vivimos una crisis de valores; lo que ocurre es que, como todo, los valores se transforman. No está nuestra juventud en crisis; lo que ocurre es que son hijos de otra civilización. El mundo no se ha vuelto loco; lo que pasa es que experimentamos una época de transición, en que persisten elementos del pasado y aparecen con con fuerza muchos fenómenos nuevos, que no entendemos y a los que nos cuesta adaptarnos. Por cierto, en estas condiciones también la ética se conmociona. Si las condiciones históricas, sociales, culturales y hasta psicológicas cambian, ¿cómo no va a tener que cambiar la teoría sobre la moral de esta época? Necesitamos, pues, levantar una nueva ética, acorde con las ideas, las acciones, las instituciones y las experiencias de nuestro tiempo. Y frente al problema de los valores y la ética, se manejan erróneas concepciones. Mientras se sigan manejando, no podrá actuarse eficazmente en pro de erigir una teoría de la moral adecuada a nuestro tiempo. 

sábado, 7 de marzo de 2009

PIEDRAS DE NUESTRO SENDERO

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

Todo sendero está sembrado de piedras, generalmente, con frecuencia puntiagudas, rara vez lisas y redondas. Si el caminante tropieza con ellas a cada paso, se lastima los pies, se hiere y sangra. No las puede sortear haciendo un rodeo por las lomas onduladas. Quiéralo o no, las piedras están allí, esperándonos. Entonces se nos viene a la mente la pregunta ¿Qué hacer con las piedras del camino?

Esas piedras son los sucesos que tenemos que afrontar todos los días. Atascos en la circulación vehicular que hace que nos atrasemos al trabajo, conforme avanza el día: accidentes, atentados, cambios climáticos inesperados que se convierten en catástrofes, enfermedades, inflación, guerras, crisis económica, malas noticias, etc. He aquí que enumerado muy pocas de las piedras en el camino.
 
Metidos en ese fuego cruzado, cercados por todas partes, como podemos mantener la calma para no sucumbir y terminar devorados por la angustia ¿Cómo salvarnos de la muerte cotidiana? ¿Cómo transformar las piedras en amigas o hermanas?

La regla de oro es ésta: "dejar que las cosas sean lo que son". Una vez que hemos llegado a la conclusión de que no hay nada que hacer de nuestra parte, y que los hechos se harán porfiadamente presentes a mi lado sin mi consentimiento, la razón aconseja aceptarlos todo con calma y casi con dulzura.

Aceptar significa admitir, sin irritación, que el otro sea tal como es, que las cosas sean como son. Utilizaremos indistintamente ambos verbos: aceptar y dejar; y, si bien es verdad que aceptar tiene un tono más bien activo y dejar más bien pasivo, en el fondo, ambos hacen referencia a la misma actitud.

No te dejes acribillar por las flechas que te llueven desde todas partes. Más bien, suelta los nervios, concéntrate serenamente tu atención en cada suceso que se hace presente a tu lado, y, en lugar de irritarte, deja tranquila y conscientemente –casi cariñosamente- que cada cosa, una por una, sea así.

No maltrates a las piedras que te encuentres en tu camino. No las resistas. No te enojes con ellas ni la trates a puntapiés. Solo tú sufres con eso. No transfieras cargas emocionales agresivas a todo lo que te sucede; el blanco de tales furias eres tú mismo, sólo tú.

Se delicado con las piedras. Acéptalas tal como son. Tus cóleras no las puedes atemperar. Sé cariñoso y dulce con ellas; ésa es la única manera de que ellas no te hieran. Y si no puedes asumirlas, si no las puedes cargar a hombros con ternura y llevarlas a cuestas, al menos déjalas atrás, sobre el camino, como amigas.

He aquí la piedra filosofal para transformar los enemigos en amigos y disecar innumerables manantiales de sufrimiento.

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