
VICTORMANUEL GUZMAN VILLENA
M.·.M.·.

Saber callar no es menos que saber hablar, y esté último arte no puede apreciarse a la perfección sin antes habernos adiestrado en el primero, rectificando por medio de la escuadra de la reflexión todas nuestras expresiones verbales instintivas.



Sin embargo, los estados de concentración y de freno impuestos por la racionalidad a exaltaciones afectivas, hacen del silencio una palabra interior, una conversación consigo mismo, que convierte al hombre de ciervo de sus pasiones en dueño de si mismo.
Saber argumentar y saber conversar son cosas necesarias en nuestras relaciones humanas, pero esto poco sirve en circunstancias donde lo útil es precisamente callar. Para los masones el silencio encierra una gran virtud, es una concentración en nosotros mismos para adentrarnos con toda la fuerza de nuestro espíritu en la práctica de nuestra doctrina.
El silencio interior es necesario para absorber las enseñanzas masónicas. Lo que nos ayuda a desarrollar con mayor claridad las ideas y conceptos que se expone en las tenidas. En estas circunstancias las intervenciones deben llevar el sello de fraternidad y prudencia, evitando provocar amarguras y desilusiones que merman nuestro concepto de la verdadera virtud y que representan los ideales de la Fraternidad.
El silencio y la compostura que debe imperar siempre en todos los actos y reuniones masónicas debemos observar los masones en todo momento, ya sea en el mundo profano y dentro de nuestros templos donde debe existir una verdadera seriedad y orden que nos ayude a perfeccionar cada día nuestra piedra bruta.
La Masonería nos enseña a darle el valor justo y preciso al
silencio. Los deberes masónicos figuran como una de las principales recomendaciones. Y una vez más nos enseña el camino para mejorar nuestra condición humana, pulirla y elevarla por encima de nuestros defectos y pasiones, para así convertirnos en personas más útiles a la sociedad, desarrollando al mismo tiempo los factores positivos de nuestra personalidad.
El silencio bien practicado se eleva al rango de virtud, gracias a la cual se corrigen muchos defectos, por lo mismo que se aprende a ser prudente e indulgente con las faltas que se observan. Por eso la Masonería simboliza con la llama, la cual debemos extender en silencio, una capa sobre los defectos de nuestros semejantes. Debemos hablar sólo cuando por medio de nuestras palabras hacemos labor constructiva, contribuyendo a enmendar errores o a esclarecer conceptos. Sólo entonces cumple la palabra su cabal y perfecta misión vertiendo el consuelo y la luz en las almas. Es más, el silencio guardado en algunos casos puede encubrir malas acciones o pensamientos torcidos y, en ese caso, que debemos desterrarlo valientemente para encender la luz de la verdad con nuestras palabras.

El silencio bien practicado se eleva al rango de virtud, gracias a la cual se corrigen muchos defectos, por lo mismo que se aprende a ser prudente e indulgente con las faltas que se observan. Por eso la Masonería simboliza con la llama, la cual debemos extender en silencio, una capa sobre los defectos de nuestros semejantes. Debemos hablar sólo cuando por medio de nuestras palabras hacemos labor constructiva, contribuyendo a enmendar errores o a esclarecer conceptos. Sólo entonces cumple la palabra su cabal y perfecta misión vertiendo el consuelo y la luz en las almas. Es más, el silencio guardado en algunos casos puede encubrir malas acciones o pensamientos torcidos y, en ese caso, que debemos desterrarlo valientemente para encender la luz de la verdad con nuestras palabras.
felicitaciones qqhh villegas, le animo a proseguir con la profundidad de vuestro trabajo,lo que hace que cualquier comentrio resulte no apto, siempre que sea no estimulante para que ud mejore .
ResponderEliminarUn TAF Nicola Desde Venezuela