sábado, 21 de abril de 2018

EL AZAR



VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA 

Cuando la oportunidad significa coincidencia, la posibilidad surge del hecho sin que ninguna inteligencia humana puede predecir, la intersección de estos eventos causales escogió por sorpresa a quien le condicionará para bien o para mal, era su centro ¿Cómo no creer en el azar cuando, en el recodo de una calle, en una plaza, uno se encuentra con un viejo conocido, un ladrón o la mujer de su corazón? Coincidencia o capricho del destino, el "azar" es la ilusión de aquel que, abrumado por la sorpresa y tomando temporalmente el centro del mundo, hace una ley de lo que le sucede y confunde lo inesperado con el impredecible. El hombre ha llamado el azar.

Desde otro punto de vista el azar significa contingencia,  es decir se refiere a la ausencia de significado, a la naturaleza indemostrable y fortuita de todo lo que existe, a la irremediable gratuidad de la realidad, ¿No naciste por casualidad, entre la nada y el infinito, en un mundo que no le importa, y del cual desaparecerás sin dejar más rastros que recuerdos? Ahora, así como el viento da la impresión de soplar al azar, de ser libre como el aire, mientras obedece las leyes de la física, el hecho arriesgado de tu nacimiento puede presentarse como el resultado de una combinación improbable de circunstancias, es, no obstante, el resultado de una concatenación implacable de causalidad, de una cadena de posibilidades absolutamente necesarias entre sí. Peor aún: intente, si puede, "caminar al azar", caminará de cierta manera, y si da o no un objetivo a su caminata, no obtendrá menos acción. En otras palabras, lejos de ser lo opuesto a la necesidad, el azar es solo otra forma de decir que las cosas son lo que son. Todo es coincidencia y todo es necesario: nacer por casualidad no significa que uno pueda haber nacido en otro lugar, sino que la apariencia de un ser es indiferente a la vida de la cual es inquilino. Ninguna explicación disipa la sensación de oportunidad que sigue, como su eco, la intuición de que el mundo es a la vez extraño y explicable, injustificable e imperioso, necesario, pero sin el por qué. La enigmática ausencia de misterio es una invitación permanente a complacernos ciegamente al azar que nos lleva, mientras damos a la vida el beneficio de la duda.

Podemos clasificar en dos tipos de categorías el azar: la llamada posibilidad subjetiva y la llamada posibilidad objetiva.

La posibilidad subjetiva sugiere que la idea de azar es un fenómeno que consideraremos aleatorio, como resultado del azar. El azar no es, por lo tanto, una operación inherente al sistema estudiado. Se considera subjetivo porque soy yo quien, como sujeto observador, concluye que hay posibilidad. En otras palabras, el azar no existe, es solo una aproximación que hacemos para explicar un fenómeno del cual no conocemos todas las causas. Entonces, si soy capaz de conocer todos los factores, todas las causas que conducen a un fenómeno dado, no hay más oportunidad, solo la complejidad de un fenómeno que pude desentrañar.

Por el contrario, la idea del azar objetivo considera que es una propiedad inherente a la estructura del mundo real y que no depende del conocimiento que tenemos de él. Una oportunidad objetiva puede asumir diferentes realidades:

 Se considera oportunidad objetiva cuando no es el producto de una causa intencional, cuando no hay diseño. También puede ser el encuentro casual de dos eventos independientes. Esto se llama en lenguaje común una coincidencia. Tenga en cuenta que para que exista esta oportunidad, debe haber posibilidad de independencia, es decir, que todo no está estrictamente conectado, que finalmente el universo o realidad está constituido por actos de libertad. Por lo tanto, podemos considerar como una casualidad, el encuentro casual en una luz roja de personas que no se han visto durante mucho tiempo, que por lo tanto viven de forma completamente independiente (la vida de uno no afecta la vida del otro), que se encuentran en esa ubicación específica por razones totalmente diferentes.

La sugerencia a mis lectores sería de no someternos ni al azar ni al destino. Para escapar de un orden de cosas totalmente determinado, debemos tener en nosotros mismos un principio de acción que es el nuestro y que nada manda imperativamente. Hay que trazar el camino, encontrar y transitar hasta llegar a la meta propuesta. En ese caminar encontraremos una infinidad de causas que se combinan e interactúan una con la otra pero seguiremos siendo responsables de nuestras acciones. Eso nos hace conocer el futuro lo suficientemente bien como para prepararse para él, y dado que el conocimiento de la causalidad resulta ser insuficiente, este conocimiento debe ser alimentado por la intuición como un instrumento de apoyo y decisión. Para ellos en el mundo espiritual cada fraternidad u organización mantiene bajo estricta observancia el ritualismo, que para el mundo profano puede parecen sin sentido, pero tienen sus efectos, tan increíbles y eficaces. 


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