jueves, 27 de diciembre de 2007

LA SUERTE Y LO EXTRAORDINARIO

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

Si comer manzanas un día nos alimentara, y al día siguiente nos matara; si nuestro vecino fuera tan pronto un hombre agradable como un homicida maníaco; la vida humana y la sociedad no lo resistiría; en realidad no podría haberse desarrollado. Pero la regularidad y la normalidad del orden establecido no lo es todo en el reino humano. 
El azar y la casualidad irrumpe con frecuencia y trastocan dicha regularidad, provocando "sin saber cómo ni por qué" acontecimientos que afectan de forma considerable nuestro bienestar y nuestro infortunio. Y es justo aquí donde la suerte entra en escena. Tanto la suerte como la fortuna son notoriamente vanas. Según dice Horacio: "La fortuna, feliz en su cruel acción, y obstinada al jugar su juego perverso, siempre cambiando sus inconstantes honores, favoreciéndome ahora a mí o algún otro." 
 
La suerte es la antítesis de una expectativa razonable. Se manifiesta ella misma de forma más llamativa en situaciones contraindicadas, acontecimientos que son sorprendentes porque se oponen a todo tipo de previsión plausible. Algunos de los ejemplos fundamentales de sucesos que deberían sorprendernos son aquellos que están fuera de nuestro control y aquellos cuya eventualidad es inherentemente azarosa. 
La suerte crece entre la probabilidad y la realidad, entre lo que se puede esperar razonablemente (lo que por lógica debería ocurrir) y lo que realmente ocurre. Cuando ambos coinciden, la suerte desaparece, el individuo que obtiene una ganancia previsible es afortunado, pero no tiene suerte. Pero cuando lo bueno o lo malo entra en acción en circunstancias en las que la realidad está en desacuerdo con una expectativa razonable, entonces, la suerte, ya sea buena o aciaga, entra en escena.
Sin embargo, un acontecimiento feliz o infeliz puede ser un asunto de suerte desde el punto de vista del receptor, incluso si es fruto de una estrategia deliberada por otros. (Un secreto benefactor que nos envía un cheque con una importante cantidad representa un golpe de buena suerte, a pesar de que sea algo que él haya planeado desde hace años.) De tal forma que incluso si alguien distinto de la persona afectada es capaz de predecir un acontecimiento inesperado, el acontecer en cuestión entra en el terreno de la suerte para aquellos que están implicados. 
LAS COSAS BUENAS
Hay, en general, tres caminos para alcanzar las cosas buenas de la vida tal como son la salud, la riqueza y el éxito, y otros similares: en teoría se pueden lograr mediante el esfuerzo y el trabajo duro (al viejo estilo), o gracias a la fortuna (por nacimiento y herencia), o simplemente teniendo suerte ganando en la "lotería de la vida". Por regla general, para la mayoría de nosotros y durante la mayor parte del tiempo, las cosas buenas son fruto del esfuerzo, la planificación, el trabajo y la tenacidad.
La suerte representa una forma de obtenerlas más fácilmente, como si se tratara de un "regalo de los dioses". (Y, por supuesto, funciona en los dos sentidos: lo que la buena suerte da, la mala suerte se lo lleva). La suerte viene a ser un atajo que nos permite alcanzar las cosas buenas de la vida.
Con buena suerte obtenemos algo por nada, un nacimiento inesperado e inmerecido. Normalmente las cosas buenas que nos pasan son fruto de nuestra habilidad, nuestro esfuerzo, mientras que todo lo malo que nos ocurre lo achacamos, en consecuencia, a nuestros defectos. Pero la suerte nos proporciona una ruta alternativa. Para aquellos que tienen los favores de la suerte, "un golpe de buena suerte es tan bueno como un saco de sabiduría" (tal y como dice el refrán).
Cuando uno reconoce que tiene buena suerte, la reacción natural no sólo es de sorpresa, sino también de placer. Tener un favor que llevarse al cuerpo como un juego de circunstancias que se nos han anticipado y que no se han pedido es algo que uno tiene la obligación de encontrar agradable.
LO ESPERABLE
Puesto que la suerte implica que las cosas acontezcan para bien o para mal de forma imprevisible, se deduce que hay que considerar que la gente tiene suerte siempre que alcance el éxito más allá del nivel razonable de expectación que sus cualidades heredadas y sus condiciones adquiridas indicarían. Y por el contrario, aquellos que fracasan más allá del nivel razonable de expectación que indican sus defectos, sus deficiencias y sus déficits personales habría que pensar que simplemente tienen mala suerte. Por lo tanto, siempre que las cosas discurran por cauces normales, naturales y tal y como se espera que discurran, la suerte no está en escena.
La suerte implica un alejamiento de lo esperable, y su lugar en el escenario de los asuntos humanos se asegura por el hecho de que las condiciones de la vida son irregulares, ya sean éstas de carácter social, político o astrológico; las cosas no discurren siempre por cauces normales y regulares. Incluso Homero se duerme a veces, y personas como Muhammad Alí o Michael Schumacher pueden tener un mal día a pesar de ser casi invencibles.
SIEMPRE ES UN REGALO
No importa lo que la buena suerte nos depare, es siempre un regalo; siempre que la suerte esté implicada, no exige que pongamos a prueba nuestro talento ni que realicemos ningún esfuerzo, y ningún mérito está en juego. Por el contrario, sea lo que sea lo que la mala suerte nos quite, deja nuestros méritos intactos; nuestra valía no sufre disminución alguna cuando la suerte está en juego, no exige una disminución de nuestros talentos ni un fracaso de nuestro esfuerzo. 
La suerte afecta a nuestra condición personal, pero no refleja nuestra valía personal.Alfaro, Allende, Guevara, Lincoln fueron asesinados. Harry Truman, Ronald Reagan el Papa Juan Pablo II sobrevivieron a los intentos de asesinatos. (En el caso de Truman salió totalmente ileso y se puede decir que tuvo suerte). En este contexto, ningún mérito particular se añade a un lado de la dicotomía, ni ningún defecto especial al otro. Cuando decimos que es así como la suerte funciona, lo hemos dicho todo.
La casualidad se manifiesta de forma más notable cuando las circunstancias improbables ocurren en realidad. Tenemos especialmente suerte cuando las cosas nos son favorables a pesar de nuestra inacción, o incluso más, a pesar de los malos consejos y las acciones equivocadas. Y por ende, tenemos especialmente mala suerte cuando las cosas nos salen mal a pesar de haber hecho todo lo preciso para que salieran bien.
El enfermo que se recupera de repente a pesar de haber tomado las medicinas que no debía, tiene suerte; el que empeora a pesar de estar tomando la medicación precisa y siguiendo el tratamiento adecuado, tiene mala suerte. En tales casos, la lógica del sentido común de la situación concreta señala en una dirección, mientras que los dictados del destino señalan en dirección contraria. El funcionamiento de la suerte se manifiesta claramente en los aconteceres favorables y adversos que no tienen porque darse en absoluto "por lógica".
Entre mil acciones bursátiles algunas están destinadas a subir mientras que otras no, independientemente de que el momento sea propicio o no. La gente tiene participaciones en estas acciones. Por lo tanto, siempre habrá perdedores y ganadores. Y, dado lo azaroso del asunto, la diferencia entre ellos dependerá generalmente única y exclusivamente de la suerte. 

1 comentario:

  1. Q:.H:. Desde B.quilla Colombia, Nueva Estrella del Caribe No 3 con todo el amor fraternal te escribo para felicitarte y desearte mucha sabiduria, gracias por tus amables regalos a nuestro blok, es quizas lo mejor que tenemos.
    Edwin Rodriguez Peña
    Barranquilla Colombia

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