sábado, 24 de enero de 2009

TRASCENDENCIA DEL RITUAL MASONICO


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

En la vida profana asistimos con frecuencia a ritos y ceremonias en su mayoría llenas de intrascendencia. Sin embargo, sus actores la sienten con mucha riqueza, aunque esta sea de carácter material. Esta aseveración se la hace porque este tipo de ritos no están llamados a un progreso interior si producen lo que antiguamente llamaban magia, en la cual se invocaba a las fuerzas de la naturaleza para el beneficio de sus protagonistas.
En contraposición a ellas, los masones practicamos nuestros ritos, en la pasividad de nuestros templos, rodeados de la grandeza y sinceridad de su trascendental significado, donde las enseñanzas nos parecen siempre nuevas, inspiradoras, vivificantes y prácticas para la vida.
El rito es una vía para asegurar la comunicación intuitiva entre el mundo profano y lo sagrado. Permite al iniciado trascender para colocarlo en un estado de receptividad para captar verdades universales, y con ello romper el gran misterio. Son representaciones o psicodramas de mitos o leyendas, verdaderos calidoscopios de símbolos o alegorías en acción, que ocultan a la inteligencia común verdades superiores que son percibidas por el adepto solo por medio de la repetición exacta del ritual; enseñanzas que trascienden el tiempo y el espacio. Por ello era llamado el “Oráculo eterno” por los antiguos egipcios.

El rito es en realidad una apertura. Se trata de romper con el mundo exterior e introducirnos en el mundo interior, de tal manera que repercute dentro de nosotros la revolución del universo, su constante transformación y su influencia en nuestra interioridad. Somos el macro y microcosmos, y de esta manera nuestra alma tiene una constante evolución hacia la búsqueda del conocimiento oculto que nos permite avanzar hacia la luz.
Por ello al asistir a las tenidas masónicas, en nuestras fuerzas internas, deviene una cohesión entre los hermanos para convertir el templo material en un templo espiritual, donde las pasiones no pueden desencadenarse, y más bien nos envuelve una atmósfera predispuesta a recibir las enseñanzas.
Nosotros, en el interior del templo, no estamos en presencia de un simple acto teatral rodeado de misterio. Más bien su sentido es pasar a un estado de reflexión sobre el sentido simbólico, que va dejando huellas intensas en cada uno de sus participantes. Va creando una confraternidad, donde cada uno de los participantes son eslabones que forman una cadena indestructible de unión, que va desde las tinieblas hacia el descubrimiento de la luz.
Pero para llegar a ese estado de iluminación interior tiene que darse gradualmente, de escalón en escalón, según los grados de nuestra jerarquía iniciática. La calidad iniciática se perenniza en nuestro ser, aunque dejen de ser activos y esté en sueños. El carácter sagrado de la iniciación no puede ser borrado de su conciencia, siempre será masón o tratará de ser tal.
En el instante de la apertura de los trabajos masónicos, cuando el Venerable Maestro invoca a través de la fuerza de la palabra, la presencia del Gran Arquitecto del Universo, éste se convierte en el mediador entre las fuerzas del cosmos y capta esa fuerza, es transmitida al Ara de Votos, que actúa como un condensador de energía, y de esta al primer y segundo vigilante. Una vez que esa fuerza ha sido irradiada a todos los hermanos presentes en el Templo, regresa para acumular en el ara, siendo esta la energía que se irradia permanentemente en toda la atmósfera del Templo. En el momento del respectivo cierre se agotan las energías, baja la secuencia al segundo vigilante, luego al primero, al Ara de Votos y al Venerable Maestro. 
El ritual es completado con la formación de la cadena mágica de la unión, que actúa como una barrera infranqueable sostenida por las energías que emanan de todos los hermanos y que han sido recogidas durante el proceso del rito. Allí entrelazadas las manos, se pone a prueba la acción y puede determinar las reacciones de los hermanos. La fuerza que circula encauza a cada uno de los hermanos hacia fines precisos.
La ceremonia masónica debe expresar más allá de las palabras del ritual mismo. Es una reunión para recibir y emitir corrientes magnéticas, a fin de construir una radiante forma mental de perfectas proporciones, que sirva como hilo conductor de la energía espiritual y distribuida en forma magnánima.
La Masonería tiene un ritual de profundos significados simbólicos, que cuando se comprende su armonía, se deja fuera de sus muros el mundo externo; cesan las disputas y se enaltecen los valores, se aprende lecciones de fraternidad y la cooperación como la suprema voluntad de la evolución, a fin de ordenar todas las cosas en forma bella, fuerte y sabiamente dispuesta.

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