martes, 16 de diciembre de 2014

EL IDEOGRAMA DE LA VIDA PLENA



VÍCTOR MANUEL GUZMÁN VILLENA 

 Debemos ser en primer lugar, personas felices, de manera que  nuestra felicidad nos lleve a desear una larga vida que nos permita disfrutar mucho tiempo de ese bienestar y esa satisfacción de haberlo conseguido. Esa longevidad se consigue con una buena salud, algo muy importante porque sin salud resulta imposible ser feliz.  Se consigue una  buena salud  teniendo el control sobre sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. Sintiéndose bien consigo mismo y teniendo buenas relaciones interpersonales. Es un estado de bienestar y de equilibrio en todos los aspectos de la vida diaria, sea alimenticio, emocional, espiritual, físico. Por tanto cuando somos felices y sabemos que, gracias a un diario trabajo desarrollando ciertas cualidades físicas y mentales, vamos a gozar de una larga vida llena de salud, entonces, y sólo entonces, aspiramos a la paz, una paz interior que nos permita cultivar las virtudes.

Todo ello lograremos con la inacción, que no significa pasividad. Para conseguir tener una mente en paz, hay que permitir que las cosas discurran por sí mismo, sin interferir en los acontecimientos. Al renunciar al uso de cualquier fuerza, a las emociones agitadas, a la ambición por las cosas materiales descubriremos que intentar imponerse al destino, es como remover el agua de una charca y enlodarlo. Si, por el contrario, su acción consiste en no removerla, en dejarla como estaba, el agua permanecerá limpia o se limpiará por sí sola. La inacción no implica no actuar sino hacerlo siempre bajo el signo de la moderación, retirándonos discretamente una vez que hayamos terminado el trabajo.

Esto nos conduce a tener una vida plena y feliz y con propósitos, con el proyecto en la que la felicidad no es meramente lo que uno tiene (aunque es esencial tener cubierta las necesidades básicas) sino lo que uno tiene y quiere hacer con su vida, de manera que sienta que la vida tiene sentido, que desarrollamos las potencialidades, que perseguimos proyectos vitales. Tenemos que ir construyendo que en cada amanecer hasta el anochecer de la vida seamos protagonistas esenciales del destino, en la que no olvidemos que además del bienestar personal es importante contribuir al bienestar social. Entendamos que el bienestar personal desde el punto de vista ético –vida buena-no desde un punto de vista egoísta –vida en la que solo tiene importancia el deseo propio, contribuya o no al propio bienestar o al de los demás-.

Aquí influye mucho si manejamos el equilibrio en nuestras decisiones y acciones, esto nos proveerá de paz interior y nos permitirá apreciar la belleza que nos rodea a diario, apreciar lo valioso que son las personas con las que nos relacionamos, comprendiendo a los demás como a nosotros mismo. Cuando sintamos esa paz, todo fluye más fácilmente, y los obstáculos que nos presenta la vida se resuelven con menor esfuerzo, y esto sucede porque estamos continuamente pasando a niveles superiores de comportamiento y funcionamiento.

Y allí hemos encontrado la paz interior que no abre las puertas de la felicidad, y todos tenemos la capacidad de decidir y de orientarnos hacia esos fines. Nuestra maravillosa inteligencia nos guiará conseguir esa percepción y reduciremos los sentimientos de desánimo, impotencia y auto desprecio.


jueves, 6 de noviembre de 2014

GUIA Y LUZ


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
M:. M:.


Ser maestro es una facultad excepcional, que desarrollan algunos seres humanos, donde su sabiduría deja huella y relevancia en la inmortalidad del tiempo. Para esto, ese ser humano debe poseer algunas capacidades especiales, y desarrollar talentos que le permitan trascender en los demás. Se es maestro cuando se orienta, cuando se conduce, cuando con amor se acompaña; cuando se comprende al otro y se ayuda a que éste entre en el camino de la realización. Ese camino que ya el maestro caminó. 

No es maestro el que trasmite conocimientos. Lo es, quien posibilita que el otro los construya. Es maestro, el que logra que sus dirigidos comprendan sus orientaciones, las hagan suyas, las modifiquen de acuerdo a sus propios pensamientos y sensaciones; entonces serán capaces de llegar por si mismos a la meta anhelada por él.

Es un ser especialmente sensible. Su sensibilidad no es igual a la de los demás. Es comprensivo. Su comprensión va más allá de los hechos que observa. Es capaz de involucrarse en las posibles causas y consecuencias de los hechos; y así mismo, visualizar alternativas para mejorar lo observado. Como sabe que  aprender implica “ir” y “venir”, implica “acelerar” y “desacelerar”, entonces sabe esperar, sabe tener control sobre sí mismo y sobre el que aprende. Esto le permite entender qué le sucede a quien está aprendiendo, por donde se debe encaminar para conducirlo por el sendero adecuado.

El error permite aprender. Él convierte lo negativo en positivo, le posibilita al que aprende a verlo así. Con ello estimula a ir adelante. Para poder hacerlo así, requiere ser tolerante y con ello poder utilizar la adecuada medida del equilibrio, siendo el tiempo un aliado importante, y quien lo sabe utilizar es verdadero maestro. Igualmente acompaña. Sabe tomar distancia, sabe acercarse y cuando retirarse. Muchos de los elementos anteriormente mencionados dan forma a un valor especial en el verdadero maestro; ser amigo.

La amistad posibilita una positiva empatía, que ayuda a que las partes entiendan que la exigencia es necesaria, que el esfuerzo se requiere, y que la flexibilidad también, pero no siempre. Son muchas más las cualidades que podríamos seguir mencionando en el perfil del verdadero maestro, más quiero cerrar este escrito con intenciones de reflexión, con un valor que considero contiene a todos los demás. El amor.

El verdadero maestro se ama, por tanto ama a los demás. Al experimentar amor, siente las
necesidades del otro, de quien está aprendiendo, lo que lo lleva a dar lo mejor de sí para ayudar a que el que aprende. Experimentar amor, hace que ame lo que hace, disfrute con lo que hace, se sienta motivado permanentemente. Mira la vida entonces, de una manera muy especial.

Como hay amor en sus venas, en sus células, en todo sus ser, cada acto  que realiza lo hace de la mejor manera posible; entiende que hacerlo de cualquier manera no tiene cabida, pues el maestro por ser modelo, no puede ser modelo de mediocridad.  

Amor y maestría constituyen una llave inseparable, se nutren mutuamente. El amor construye y lleva al bien; el ser maestro también. El que ama tiene esperanza, el maestro espera para ver sus obras. La esperanza en él permanece.

El amor es juego encendido constantemente, es ese juego el que hace que el maestro verdadero vaya hasta el final, no reniegue de lo que es, de su suerte y de su vida y que todos los días se siente enaltecido, se siente motivado, porque lo que hace mueve al mundo, pues los seres son los que mueven el mundo, y esos seres un día estuvieron en sus manos.

domingo, 28 de septiembre de 2014

EL CUERPO COSMICO


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
 
En el cuerpo humano el punto central es, por naturaleza, el ombligo. Pues si situamos a una persona tumbada de espaldas, con las manos y pies extendidos y un compás centrado en el ombligo, los dedos de sus manos y pies tocarán el perímetro de un círculo que tracemos desde ese punto. Y así como el cuerpo humano produce un contorno circular, también se puede formar una figura cuadrada a partir de él. Ya que medimos la distancia entre las planta de los pies y la coronilla y aplicamos luego esa medida a los brazos extendidos veremos que la anchura es igual que la altura, como sucede con las superficies planas que son totalmente cuadradas.

Estas divinas proporciones lo descubrió el fraile franciscano e innovador matemático Luca Pacioli por el año de 1496. Con este descubrimiento abre un coloquio sobre el número áureo en base a las proporciones del cuerpo humano, observando que en la naturaleza, todo tipo de proporción y proporcionalidad puede ser encontrado y producido a instancias de las fuerzas físicas que controlan el cosmos, mediante misterios íntimos que ella nos proporciona. Luego de una década Leonardo Da Vinci que era un apasionado por las matemáticas encontró en este sacerdote una mente similar a la suya, llena de talento y sabiduría. Para ambos hombres las proporciones armónicas del cuerpo humano no eran más que uno de los muchos misterios íntimos de la naturaleza, que refleja la perfección que hay en la naturaleza.

Mientras que apenas se recuerda el libro de Pacioli, la famosa ilustración denominada elHombre de Vitrubio de Leonardo de Vinci se ha convertido en el dibujo más famoso  del mundo, en un símbolo universal del potencial humano y de la integración del espíritu, la mente y el cuerpo,  hoy ensalza las cubiertas de libros, folletos, anuncios que tienen que ver con la salud, la buena forma y el bienestar, mientras que la  más famosa obra de arte denominada Mona Lisa, del mismo pintor,  se ha convertido en un icono universal para representar el equilibrio de las energías masculina y femenina. 

El Hombre de Vitrubio toma su nombre del arquitecto romano marco Vitrubio, que es la fuente de muchas ideas de Pacioli. Vitrubio, conocido como el primer arquitecto, estudió las proporciones del cuerpo humanos desde una perspectiva arquitectónica.

El reconocimiento por parte de Da Vinci del concepto de la divina proporción quedó reflejado en sus dibujos y pinturas de la gente, de sus estudios arquitectónicos y urbanísticos. Pero el interés del  maestro por la anatomía humana fue mucho más allá de la mera consideración de las proporciones de sus miembros o de su utilidad como modelo de diseño. Mediante sus precursoras investigaciones anatómicas trató de entender los secretos más recónditos del cuerpo y entrar en el mismo meollo de la evolución, y en este proceso llegó a una nueva comprensión de la salud y la curación. En dichos estudios profetiza el enfoque holístico que ahora muchos médicos actuales practican, donde  la medicina es el restablecimiento de elementos discordantes infundidos en el cuerpo humano y creía que para mantener una buena salud la integración armoniosa de los elementos del cuerpo y el alma era esencial.

En sus estudios de anatomía, como en el resto de las cosas que hizo, Da Vinci siempre trató de conseguir el tipo de comprensión más integrador posible, así como el más detallado. En el prólogo de sus notas de anatomía hace la siguiente promesa: “Hablaré de las funciones de cada parte en todos los sentidos, poniendo ante vuestros ojos la descripción de la forma y sustancia del hombre en su totalidad”. Luego define sus trabajos de anatomía como una cosmografía del minor mondo, una cosmografía del microcosmos.

Pienso  que el dibujo de Leonardo da Vinci contiene cuatro en uno, ya que puede representar dos posturas diferentes del brazo y dos posturas de la pierna. Combinando cada posición del brazo con cada posición de la pierna, da un resultado de cuatro posturas diferentes posibles. Estas cuatro posturas reflejan los estados de energía de los cuatro niveles del humano: físico, astral, causal y espiritual. Aunque los diferentes modelos de pensamiento tienen etiquetas diferentes. También puede representar el estado de los cuatro elementos que posee  todo humano: agua, fuego, aire y tierra; la unión de estos cuatro elementos  produce un quinto elemento, al que se le denominaba éter o alma que domina al cuerpo material  y que es la perfección misma, la piedra filosofal, el elixir de la vida que sólo es posible una vez que se llega a un estado de pureza y se logra  transmutar el plomo en oro, que no necesariamente se refiere  dichos  metales.

Pero lo importante es que todas las teorías llegan a la misma conclusión, que es que la idea de las cuatro dimensiones es universal y se llama cuerpo, pues son visualizados como caparazones de energía alrededor del cuerpo físico, volviéndose cada uno de ellos menos denso a medida que se alejan de aquél. Desde el nivel astral obtenemos las sensaciones psíquicas y visitamos a menudo ese mundo en nuestros sueños. El cuerpo causal se experimenta en el sueño profundo y es el ámbito en el que tanteamos lo que Jung llamaba el “inconsciente colectivo”. Éste es el ámbito de la conexión con los arquetipos. El mundo más elevado es el mundo espiritual, donde el  yo soy o estado de contemplación primordial de un individuo alcanza el clímax de plenitud interior que guía lo exterior para restaurar la armonía.

Este cuerpo se denomina microcosmos como parte del macrocosmos aplicando de esta manera la ley universal de cómo es arriba es abajo. La universalidad de esta certeza hace que sea hoy tan relevante como lo que fue para los antiguos sabios y se está aplicando como terapia para mejorar la salud a través de las curaciones de la medicina alternativa y cuyo fundamento es que el cuerpo humano y el modelo de energía que lo rodea es una réplica en miniatura de un orden más amplio y universal.

Pero el secreto que una buena salud es crear una buena sintonía  de lo físico con las energías sutiles, y así conservaremos  el diseño cósmico en nuestra forma humana donde nuestras cualidades humanas recobren sus cualidades divinas, al igual que una gota de agua tiene las mismas propiedades que el océano.

Las fuerzas que gobiernan el cosmos es el macronivel que gobierna al individuo en el micronivel. La vida es una, y todas sus formas están interrelacionadas en un todo enorme y complicado, aunque inseparable. La unidad subyacente se transforma en puente entre el microcosmos y el macrocosmos. Y esta relación entre el cuerpo y el universo se comprende con la integración del cuerpo y la mente, donde se refleja la vida que se lleva entre su interior y su exterior en armonía, lo que Deepak Chopra describe como “la integración perfecta de cuerpo, mente, carácter y alma”. Así que quien quiera tener una buena salud deberá recordar que hay que evitar el mal humor y mantenerse alegre siempre, a pesar de los malos momentos que le puedan suceder. Al tener alegría y optimismo aprende a cuidar su salud y su entorno donde determinan las cartas que la naturaleza reparte y que nosotros decidimos cómo jugarlas.

El problema de las personas negativas es no ver el cuerpo como un todo, en tomar parte en lo que se conoce como pensamiento sistemático, centrándose en aliviar sus desequilibrios  en vez de dirigirse a las causas subyacentes  para suprimir en forma definitiva los males que le perjudican y desequilibran su cuerpo y alma frenando su felicidad interna y su armonía.

Hay que recordar el enfoque holístico  e integrador que aconsejaba Leonardo da Vinci, donde toda la naturaleza, ya fuera planta, animal o ser humano siempre estará estableciendo conexiones y entendiendo las partes con el todo, es decir buscan el equilibrio perfecto entre lo interno y lo externo para desarrollarse en plenitud en una integración armoniosa.

Por ello es importante aplicar en la vida diaria los dones más valiosos que las fuerzas físicas y químicas del universo nos ha proporcionado correspondiendo a nosotros a desarrollarlo y profundizar en lo que es la vida, cultivando la conciencia de la unidad del cuerpo, las emociones, la mente y el espíritu y así descubriremos un sentido más profundo de la completitud de las proporciones divinas que yacen en nosotros. 

martes, 2 de septiembre de 2014

EL GRAN VALOR SIMBOLICO DEL ASNO DE ORO


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

El libro titulado El Asno de Oro, tiene una importancia valiosa para entender el culto mistérico de Isis, la religión que disputó al cristianismo y al culto de Mitra, la supremacía religiosa del Imperio romano. Probablemente escrita durante la madurez de Apuleyo, representa el viaje alegórico del alma desde su caída al cuerpo del hombre hasta su liberación, después de las tribulaciones de la vida cotidiana.

Aparentemente el libro es la historia de un joven griego llamado Lucio que estando de invitado en casa de un amigo cuya mujer es maga, quiere experimentar la emoción de transformarse en pájaro. Esta, sin embargo se equivoca con el ungüento y lo transforma en asno, aunque conserva intactos el intelecto y la conciencia. Al ser irreconocible, puede observar lo que hacen los hombres y tomar nota de todos los comportamientos increíbles y desconcertantes. Después de muchas peripecias, consigue volver a ser hombre gracias a la intervención de la diosa Isis y a la iniciación en sus misterios.

También se encuadra en la narración varias historias, que son alegorías de los ritos de iniciación. La más conocida y hermosa es la de Amor y Psique, una representación dramática de la iniciación del alma (Psique) a los misterios de Isis, a través de sus sufrimientos amorosos.

La fábula describe todo el proceso iniciático, no de forma explícita sino comprensible del mundo isiaco. En esta clave de lectura, Psique es el adepto (mista) que quiere ser iniciado a los misterios de la diosa egipcia Isis.

Eros, el amante, en el Egipto helenístico recibe el nombre de Arpócrates y corresponde a Horus, hijo de Isis. El objetivo de su descenso es devolver al alma, mediante un vínculo sentimental con la divinidad, el deseo de estar de nuevo en el lugar celeste de donde ha caído.

Las bodas de las que habla el oráculo serán bodas de muerte: la iniciación es matrimonio y muerte. También
es típico que anuncios de este tipo se produzcan a través de un sueño o de un oráculo. La exigencia de secreto de Amor corresponde a la que se pide siempre al iniciado que ha de jurar no revelar el secreto ni sus familias o miembros. Si viola el juramento, se aleja del camino hacia la divinidad y para recuperarlo debe superar pruebas difíciles y largas peregrinaciones.

El ingrediente de la narración que tiene un gran valor simbólico es la escena de la lámpara que representa la relación entre el adepto y la posibilidad de acceder a una visión real del dios. El encuentro con lo divino es, por una parte maravilloso, pero, por otra, tiene una breve duración. El iniciado quizás ha visto la cabeza de dios en el templo, pero ahora debe volver a la vida de todos los días.

Otro elemento iniciático simbolizado en la fábula es el baño ritual, correspondiente al bautizo: Psique se arroja al río con la intención de morir. Así, el iniciado muere en el pecado, para renacer renovado. El agua aparece a menudo en las ceremonias de la iniciación: una de las muchas pruebas es la búsqueda del agua de la vida, que mana de la fuente de Estige (que estaría situado a la altura de las primeras cataratas del río Nilo) y que se recuerda simbólicamente bebiendo agua de un punto concreto del templo.

Las fábulas y la anécdotas se intercalan en el texto y encuentran su justificación en la última parte de la narración, en el libro XI, que representa, esta vez, de manera explícita, los ritos de iniciación del protagonista al culto de Isis. Entonces se ve claramente que todo el libro no es más que una alegoría del paso de la vida del no iniciado a la vida del iniciado, que encuentra en los misterios de Isis el camino hacia la liberación de la condición de inferioridad y el paso a un mayor conocimiento.

El libro  XI es la parte más importante de la obra porque en él se describe una ceremonia isiaca tal como tenía lugar en el siglo II d. de C., lo cual es un ejemplo completo y único en el mundo antiguo. El interés de este último capítulo reside en el hecho de que se muestra expresamente cómo estaba estructurada la gran fiesta de Isis y cómo, dentro de ella, aparecían claramente los elementos iniciáticos: Lucio, que a causa de la transformación de bestia a ser humano resucita gracias a la intervención de Isis, es invitado a entrar en la orden  a convertirse en un fiel de las religión de lsis, primero, y de Osiris, después.

En el recorrido de cualquier rito iniciático: el hombre antiguo necesita morir para nacer como hombre nuevo.
Aceptando las nuevas reglas impuestas y las enseñanzas de los iniciadores, la persona que se somete a la ceremonia se desprende de la piel vieja (la del asno), cargada de culpas y de pecados, y se viste de una nueva, igual ocurre en las fraternidades iniciáticas contemporáneas, cuando el nuevo iniciado es investido con una nueva indumentaria y con la espada es recibido como nuevo miembro, esto es un signo de renovación de su espíritu, que a partir de ese momento está protegido por los símbolos de la orden.

LA FABULA DEL AMOR Y PSIQUE

Psique es una doncella a la que todos consideran más bella que la propia diosa Venus. Ésta, envidiosa
encarga a su hijo Eros (Amor) que haga que se enamore  de Psique, pero Eros al verle se enamora de ella.

Como nadie quiere casarse con Psique, sus padres, obedeciendo a la respuesta del oráculo, la llevan a una alta montaña para entregarle en matrimonio a un monstruo terrorífico. Al llegar allí, es llevada a un palacio maravilloso, donde se encuentra con su esposo, que la visita cada noche, pero ella tiene la prohibición de verle el rostro.

Las hermanas de Psique, celosas de su suerte, la convencen para que descubra la identidad del esposo misterioso. Entonces, mientras este duerme, Psique lo ilumina con la lámpara y la observa embelesada. El marido resulta ser Eros, dios del Amor. Mientras lo mira, una gota de aceite hirviendo de la lámpara cae sobre su piel. El dios se despierta, se da cuenta de que psique no ha cumplido con su palabra y huye hacia el cielo, abandonándola.

Presa de dolor, la muchacha se tira al río, pero éste no acepta su muerte y la devuelve a la orilla. Allí encuentra al dios Pan, que la anima a ponerse en busca de su Amor.

A lo largo de esta empresa, Psique deberá superar muchas pruebas y se vengará de sus hermanas, hasta que por fin podrá estar de nuevo en los brazos de Amor, que la conducirá al cielo para compartir la suerte de los dioses.

EL LIBRO XI DE LAS METAMORFOSIS

Escapando  de su cautiverio, el asno Lucio llega a las orillas del mar y suplica a la diosa, llamándola Regina Coeli, reina del cielo, que le deje ser de nuevo un humano o, si no se le concede, por lo menos que le permita morir.

Al oír sus invocaciones, emerge del mar una divinidad de aspecto maravilloso: largos cabellos rizados, una corona de flores en la cabeza, un disco luminoso en la frente. A la izquierda y derecha, dos víboras la escoltan. detrás de su figura, hay un fondo de espigas. Viste una túnica de colores tornasoles y está envuelta en un precioso manto negro repuntado de estrellas, con una luna luminosa en el centro, bordado con una guirnalda de flores y frutos. En la mano derecha lleva el sistro de bronce que, si lo hace sonar tres veces emite un sonido argénteo, y con la izquierda sostiene una lámpara de oro. Sus pies están calzados con hojas de palma.

La diosa misteriosa se presenta y dice que se ha manifestado en respuesta a sus súplicas. Es la madre del universo, señora de todos los elementos, el origen primero de los siglos, la más grande entre los dioses: los frigios la llaman madre de los dioses; los áticos, Minerva Checropia; los chipriotas, Venus de Pafo; los cretenses, Diana; los sicilianos, Proserpina Estigia, pero los etíopes y los egipcios son los únicos que la veneran y la llaman por su nombre verdadero: Isis Regina. Y da a Lucio las instrucciones que debe seguir para encontrar la salvación.

Al día siguiente tendrá lugar la gran fiesta de Isis, Lucio deberá participar en ella en pureza total. El sacerdote llevará en la mano derecha, en torno al sistro, una corona de rosas. Lucio deberá abrirse camino entre la multitud, acercarse al sacerdote y comer las rosas. De este modo se convertirá nuevamente en un ser humano. A cambios, la diosa pide a Lucio devoción total hasta el final de sus días.

Lucio, cuando el alba anuncia un día maravilloso, se da cuenta de que un cortejo religioso se está
aproximando. El cortejo está formado por varios grupos de personas. El primero, no religioso, recuerda a un carnaval por los disfraces de los participantes: Luego está la parte más propiamente religiosa: mujeres vestidas con ropa clara y guirnaldas primaverales que arrojan flores por el camino. Otras mujeres llevan espejos brillantes colgados de la espalda y otras esparcen perfumes. Muchos de los que participan en la ceremonia sostienen lámparas, antorchas y velas, indicando que Isis, en tanto que madre de las estrellas que están en el cielo, encuentra en la luz su elemento natural y más verdadero.

El cortejo sigue con los músicos y los iniciados, hombres y mujeres vestidos con ropa de lino claro, que llevan sistros de oro, plata y bronce.

Seguidamente llegan los sacerdotes con los objetos de culto, una lámpara, un altar, un palmón, el caduceo de Mercurio y una copa para las libaciones.

Primero se muestra Anubis, con el caduceo en la izquierda y un palmón en la derecha, luego una ternera (simbolizando la fecundidad de la diosa), un sacerdote con la cesta mística que contiene los símbolos misteriosos del culto y, finalmente, otro sacerdote que lleva símbolos de la diosa, hecho en oro resplandeciente. Es una especie de urna de pequeñas dimensiones, de base circular y con representaciones egipcias con una abertura puntiaguda. El asa está envuelta por una serpiente espiral que yergue el cuello.

Ha llegado por fin el momento mágico en que Lucio dejará de ser un asno y se convertirá en hombre. Aparece el sacerdote que lleva en la mano el sistro y la corona de rosas espléndidas. Lucio avanza lentamente hacia él y devora las flores perfumadas. La escena de la transformación, un acto de magia propiamente dicho, impresiona a la gente, que se postra en adoración por esta intervención maravillosa de la diosa. El sacerdote hace vestir a Lucio para ocultar su desnudez y la anuncia que la diosa, la única capaz de desligarlo de sus cadenas, lo ha rescatado. Si Lucio desea recibir todavía más protección por parte de Isis, deberá iniciarse en sus misterios. Después de un sueño profético y de las pruebas patentes de la atención de la diosa. Lucio decide iniciarse, aunque será la diosa quien determine el día. Mientras tanto él deberá mantenerse alejado tanto de exceso de celo como de la indisciplina y deberá abstenerse de ciertas comidas.

Cuando llega el día establecido, el gran sacerdote lo acompaña delante de la gran puerta del templo, celebra
la ceremonia de abertura, realiza los rituales de la mañana y toma de la celda más secreta unos libros escritos con caracteres desconocidos, de los que lee a Lucio las instrucciones para la iniciación. Seguidamente lo llevan a los baños, donde recibe el agua sagrada y vuelve para arrodillarse a los pies de la diosa, la cual le transmite  una enseñanza secreta.

Durante diez días no puede tomar determinados alimentos y bebidas. El décimo día, al anochecer, llega gente de todas partes que le rinden homenaje ofreciéndole regalos. Luego, una vez que se han marchado los profanos, es cubierto con un vestido de lino y conducido ante el sacerdote que le estrecha la mano y lo lleva a la parte más interna del Sanctum Sanctorum.

La analogía es clara: del mismo modo que Anubis lleva de la mano al difunto a la sala de Osiris, el sacerdote lleva de la mano a Lucio a la parte más sagrada del templo. Por la mañana, una vez concluida la noche sagrada, sobre la que Apuleyo anuncia no querer revelar nada, Lucio, vestido espléndidamente, con una corona de palma en la cabeza y una antorcha en la mano izquierda, es invitado a subir los tres escalones hasta alcanzar el podio para que todos los presentes puedan admirarlo. Todo termina con un gran ágape.
Al cabo de un año, Lucio tiene una nueva y extraña visión: la diosa se le aparece en sueños y le habla de una nueva iniciación y consagración. Después de meditarlo, entiende que la nueva iniciación es la de los misterios de Osiris.

A partir de las visiones, Lucio, que vive en un estado de pobreza, decide vender una gran parte de sus vestimentas para obtener todo lo necesario para la iniciación. Pero nuevamente, sin que haya transcurrido mucho tiempo, los dioses le manifiestan, incitándole a una tercera iniciación. Esto le deja muy perplejo, porque está convencido de haber obtenido ya la consagración definitiva, pero un nuevo sueño le aclara las dudas: el hecho de ser iniciado varias veces debe ser motivo de alegría, porque los demás a duras penas lo son una vez.

El simbolismo del tres (en Egipto antiguo, es la forma para indicar el plural, es decir, todos) debería garantizarle que su felicidad durará para siempre.

Después de su tercera iniciación, Lucio, habiendo obtenido el favor del más grande de todos los dioses, Osiris, pasa a ser uno de los sacerdotes, y más tarde es elegido al cargo sacerdotal máximo del culto de Isis.


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