jueves, 2 de junio de 2016

MITHRA EL CREADOR DEL SOL



VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

El culto de Mithra es desconocido y aun su relación con las creencias de Persia. Por un lado parece tener todos los caracteres del mito aryo, mientras por otro lado parece de origen semítico. Mithra como todas las divinidades antiguas, presenta fases opuestas y contradictorias. Así como en la religión védica, Mithra y Ahrimán aparecen como dos aspectos  diferentes, aunque siempre asociados, de la luz solar divinizada, el primitivo Mithra parece que representó aquel planeta que es el lucero de la mañana y el primero de la tarde, he aquí el doble carácter que presenta como dos auroras, bajo dos aspectos el físico y el moral.


Los romanos con su gran poder de asimilación, introdujo en sus ritos el culto de Mithra. Parece que conocieron este culto por medio de los piratas de Cilicia, capturados por Pompeyo hacia el año 70 antes de N. E. El culto de Mithra arraigó en tiempo del emperador Domiciano y fue establecido con regularidad por Trajano hacia el año 100 después de N.E., y por Cómodo hacia el 190.

La fe en las divinidades en Grecia y Roma empezaba a desaparecer, y los espíritus abrazaban con entusiasmo un culto cuyo carácter misterioso hablaba más a la imaginación, dilataba el campo de las esperanzas y favorecía las aspiraciones a lo invisible que son los principales resortes del sentimiento religioso; sólo que, como sucede siempre con las religiones trasplantadas fuera de su propio suelo, el mistracismo se alteró. Mithra sacado fuera de la teogonía de que formaba parte integrante, fue tomando proporciones y formas de las divinidades helénicas y latinas, cuyo culto por otra parte iba en decadencia. Entonces los misterios de Mithra tuvieron un éxito prodigioso y llegaron a contar millares de adeptos.

El politeísmo antiguo, viendo caer su prestigio, se refugia en el sagrado de las creencias orientales. Mithra llegó a ser adorado, no sólo en Persia, sino también en Armenia y Capadocia, en donde se dejaba sentir poderosamente la influencia romana. Llegó a ser tan popular que en el tiempo de Adriano, que un escritor griego, Palas, compuso sobre esto un tratado especial. Así, pues, sin perder del todo su carácter exótico, había Mithra tomado asiento en la teogonía grecolatina, o sea en la religión oficial del imperio, en los últimos siglos del paganismo.

Su culto hería vivamente la imaginación del pueblo, era un objeto de horror para los cristianos, los cuales acusaban a los mithríacos de recurrir a los sacrificios humanos. Del emperador Juliano el Apóstata se sabe que los quiso apoyar y ello le valió la acusación de haber inmolado víctimas humanas y la fama de sanguinario. Por lo demás, no parece cierto que el sacrificio humano  fuese práctica habitual en el culto mithríaco, y si hubo algo de esto, fueron más bien intemperancias del emperador Cómodo, en su devoción exagerada a Mithra.

ORIGEN

Los historiadores coinciden en afirmar la creencia de que nació de una roca, es decir que había visto la luz en la hendidura de un peñasco o gruta. Esta leyenda concuerda con una cantidad de símbolos, conocidos no solamente por los persas, sino también por los primeros cristianos. Por la misma razón, los misterios de Mithra, en memoria de su nacimiento místico, celebrabas  en  oriente, en grutas naturales o artificiales, mientras que el Occidente sus santuarios estaban instalados en subterráneos: una sala precedida de un pórtico, daba acceso a una escalera que conducía a una cripta dividida en tres partes: la primera, la Cella (dependencia o cárcel); segunda, podía (galerías para los asistentes a la ceremonia); tercera, el adyton (santuario) algo más elevado, en cuya pared delantera  se veía una representación del sacrificio del toro y en el fondo había dos altares, ante la imagen de Mithra, un pequeño foso para la sangre de las victimas y unos recipientes para el agua lustral.

La iglesia mithríaca tenía sus sacerdotes, sus obispos (antistites) y un sumo pontífice, y un cierto número de sus fieles hacían votos de castidad. Exteriormente había comunidades organizadas (sodalitia), con sus dignatarios, era una organización parecida a la iglesia cristiana, profesando una especie de monoteísmo sincrético como aquella; lo cual no es de extrañar, pues era la obra de una misma raza, de unos mismos hombres, de unas mismas ideas e iguales necesidades. Esta analogía afectaba no solamente a la organización sino también al dogma en su aspecto exterior; Mithra tenía muchos puntos de contacto con el logos (verbo encarnado), había una adoración de los pastores, una cena, una ascensión (Mithra sobre el carro del sol), y su sacrificio creador y redentor.

CEREMONIAS

Como en todas las Fraternidades, en el mithracismo había sus ceremonias para el acto de iniciación a los neófitos y la iniciación seguía varios grados.

En el  primer grado consistía en lustraciones purificantes a que se sometía al neófito en cuya frente se hacía una señal, mientras él ofrecía al dios una torta y una copa de agua. Luego le presentaban una corona en la punta de la espada y él se ponía en la cabeza diciendo: Mithra es mi corona.

En el segundo grado, el aspirante se vestía una coraza, y armado arremetía contra los monstruos y gigantes, organizándose una especie de salvaje cacería en las cuevas subterráneas. Los sacerdotes y ministros del templo, disfrazados de leones, tigres, leopardos, osos, lobos y otros animales atacaban al aspirante Allí el  candidato demostraba su fortaleza para vencer y no ser vencido por el miedo, así salía avante y demostrada su compromiso de ser miembro de la Orden.

En el último grado el aspirante se vestía con un manto, en el cual se veían pintados los signos zodiacales. Atravesaba el templo entre gritos y figuras de monstruos que le atacaba en su viaje. Después de sufrir estas pruebas, si no perdía el valor era saludado como “León de Mithra”, aludiendo al signo zodiacal del león, en el cual el sol llega a su más alto grado de fuerza y calor, fecundando la tierra con sus ardorosos y benéficos rayos. La imaginación oriental cultivaba los dos atributos del poder y de la fuerza, las dos manifestaciones más s grandiosas que de estas facultades se conocen, o sea el león y el sol, rey de los animales, el soberano del desierto, el símbolo de la fuerza y del despotismo por un lado, y por otro, el rey de los astros, el soberano y la fuente de la luz, el regenerador y vivificador del mundo sensible, el que prodiga la vida y la fuerza a todos los seres animados e inanimados que viven y se reproducen con su calor.

Puesto ya en este estado, se comunicaba al neófito el gran secreto de la Fraternidad. Se ignora cuál fuese éste. Pero es de presumir que los sacerdotes le hacían sabedor de las más auténticas tradiciones de las más acreditadas teorías acerca del origen del universo y los atributos, perfecciones y prodigios de Ormuz.

LEYENDA

La leyenda de Mithra, además de los libros de Zend-Avesta y de los autores antiguos que de ella hablan Herodoto, Plutarco, Dionisio Areopagita, Paulino de Nola y otros se pueden sacar varias interpretaciones como también de los monumentos que subsisten hasta hoy y describen a Mithra inmolando al toro a la entrada de la gruta sagrada. El dios acompañado de dos dadóforos, con una rodilla sobre el toro, le hunde el cuchillo hasta la garganta y vuelve los ojos hacia el cuervo mensajero del sol. En la tradición persa, el toro es la primera criatura de Ahura Mazda, su sacrificio es el origen de la creación; de algunas partes de su cuerpo nacen las plantas; sus semillas purificadas por la luna, da vida a los animales.

Mithra es un dios creador, y será el redentor al fin de los tiempos después del sacrificio de otro toro y resucitarán los muertos puesto que él pasó a otro mundo.

Otros dioses subalternos hay en el cielo mithriaco: un dios con cabeza de león, que representa el fuego con cuatro alas, símbolo del viento, a cuyo cuerpo se enrosca una serpiente símbolo de la tierra.

El 25 de diciembre coincidiendo con el solsticio de invierno, se conmemoraba el nacimiento de Mitra. También eran sagrados los días 16 de cada mes. Los adeptos de Mitra santificaban también el domingo, día del Sol.


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