VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
El pensamiento de Hermes ha
dominado el entendimiento del mundo y sentó las bases primordiales de las
enseñanzas esotéricas que han sido transmitidas a través del tiempo mediante doctrinas fundamentadas en el
dominio de las fuerzas mentales. Siempre utilizó el recurso del sentido
alegórico, es decir hablar figuradamente, que consiste precisamente en la
aplicación de una metáfora continuada, cuyo objeto es presentar la esencia de
alguna cosa o materia de estudio, con lo que se da la idea de cualquier tema,
distinto al que se manifiesta, que también se puede lograr por medio de las
palabras, o por la representación de figuras y caracteres convencionales.
Sus enseñanzas se condensaron en un libro llamado el
Kybalion. Allí están expresadas las siete leyes que rigen el universo. Se dice
que es la llave para abrir las puertas mágicas del saber.
Entre los siete leyes
herméticas está descrito el principio de
la polaridad que voy a transcribirle textualmente y dice: “Todo es dual; todo
tiene polos, todo tiene su par de opuestos; semejante y antagónico son los
mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza pero disímiles en grado; los
extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades; todo lo paradójico
puede ser reconciliado”
Este principio incorpora la
verdad de que todo puede ser dual, todo tiene dos polos, todo tiene su par de
opuestos. Axiomas herméticas que dilucidan y explican viejas paradojas que dejaron
perplejos a tantos que no supieron ver.
Hermes determinó y
esclareció que no hay otro método o sistema que lo reemplace y que este principio
también actúa igualmente en el plano mental, ejemplo amor y odio, dos estados
mentales aparentemente irreconciliables, no son en realidad sinos grados de la
misma cosa, en este caso del mismo sentimiento, por tanto se puede cambiar las
vibraciones en la mente de uno y en la mente del otro. Al cambiar se ha
transmutado mediante la aplicación de la polaridad.
En cambio si a esta polaridad
lo aplicamos el número tres, éste desempeña un papel fundamental en el dominio
de la analogía que significa la relación
de semejanza o parecido entre cosas distintas. Si una cosa cualquiera es
análoga, todas las partes de que se compone la primera son análogas a las que
integran a la segunda.
Así los antiguos aseguraban
que el humano era análogo al universo, y por tales causas denominaron al humano
microcosmos (pequeño mundo) y macrocosmos (gran mundo) al universo. Mediante
esta aplicación hemos podido conocer la circulación de la vida universal hasta
fijarse en la de la vida en el humano, y recíprocamente para conocer los
detalles del nacimiento, el desarrollo y la muerte del humano y de una estrella,
porque se aplica los mismos fenómenos de la física y química que rigen el caos
y el orden del universo.
La aplicación del uno y del
dos al universo no fue invención de los filósofos actuales. Eran ciencias
aplicadas por los caldeos, sumerios, hindúes y egipcios y dio lugar a la
creación del Zodíaco, cuya división en doce casillas se encuentra en todas partes desde el tiempo inmemorial.
Los grandes iniciados de la antigüedad consideraron al universo como un gran todo viviente y compuesto
de tres elementos que son: inteligencia, alma y cuerpo y se le denominó Pan o Phanes, el humano o
microcosmos tenía igual composición, pero en forma contraria, constituida por
el cuerpo, el alma y la inteligencia. Cada una de estas tres partes era, a su
vez, determinada por tres modificaciones, de suerte que el ternario, reina en
todo el conjunto y también en cada una de sus partes. Cada ternario, desde el
que se abarca a la inmensidad hasta el que constituye el más insignificante ser
vivo brilla en el universo por doquier.
Esta predilección por el
número tres proviene tan reiteradamente
desde los tiempos inmemoriales. Estos Instructores de la humanidad tenían tres
modos de expresar sus pensamientos. El primero, era sencillo y transparente; el
segundo, simbólico y figurado; y el tercero, sagrado y jeroglífico. Allí se descubrió
el equilibrio en la aparente oposición de dos energías y que se debe reconocer
entre las dos propiedades hay una que da estabilidad y movimiento equilibrado. Es decir aplicamos
aquí el lenguaje de los números.
Vamos a tomar como ejemplo
la luz del día que se opone a la noche para producir el doble período de
actividad y reposo, que hallamos en toda la naturaleza. Lo sobresaliente es el
fenómeno que se da en la oposición entre la luz y la sombra que parecen
irreconciliables, separadas, pero existe algo que no es ni lo uno ni lo otro,
algo que en física recibe el nombre de penumbra y que participa de la condición
de ambas.
Cuando la luz disminuye, la
sombra aumenta. La sombra, pues, depende de la mayor o menor cantidad de luz
que exista. La sombra es una modificación de la luz.
Por tanto dos fenómenos
opuestos en apariencia no son más que grados distintos de una sola y misma
cosa.
Tomemos dos opuestos de
condición distinta y veamos si pueden aplicárseles las leyes que conocemos. En
la cuestión de los sexos hay dos diametrales y bien caracterizados, el macho y
la hembra. En el orden físico podríamos señalar los opuestos en la esfera de
las fuerzas (caliente- frio, positivo-negativo, sólido-gaseoso. Entre estas
fuerzas que luchan entre sí aparece un intermediario, que es la resultante de
las dos primeras.
De la fusión del macho y la
hembra aparece el hijo. De lo sólido y lo gaseoso aparece el estado líquido. De
lo caliente y lo frio está lo tibio. De lo positivo y negativo se forma lo
neutro.
Volvemos al fenómeno de la
luz (activo) y de la sombra (pasivo). Los dos se oponen, mientras que la
penumbra, neutra, flota entre ambos, porque tiene algo en común de los dos.
ACTIVO PASIVO ACCION RECIPROCA
Macho hembra hijo
Sólido gaseoso líquido
Calor frio tibio
Positivo negativo neutro
Atracción repulsión equilibrio
Negro blanco gris
Alegría dolor armonía
Y así podemos prolongarnos ilimitadamente
en la lista, incorporando nuevos hechos para hacer evidente la verdad de esta
ley que se aplica en todos los fenómenos químicos, físicos y biológicos de la
ciencia.
La Ley Ternaria tiene un
término activo, un pasivo y un neutro, resultados de la acción reciproca de los
dos primeros. Estos números son el 1 y el 2 que sumados dan 3 que es la
reacción.
Como conclusión puedo
manifestar que todo es cíclico y que en
todo preside la evolución de las cantidades
dividiéndole en tres grandes secciones: Los hechos, las leyes y los
principios, que los antiguos sabios le denominaron los tres mundos.
Si Buda hubiera aplicado
esta ley ternaria no le hubiera costado mucho tiempo iluminarse, al saber que
de los extremos del placer y el sufrimiento nace recta acción y la moderación
en todo, es decir el equilibrio o lo que se denomina el Camino del Medio. Así
hemos navegado por las regiones desconocidas de los antiguos misterios y nos
hemos apoderado del gran secreto que los iniciados mantenían celosamente
escondidos bajo una triple envoltura.
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