VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA
Sucedió una vez que la gente
de una tribu de África noto que sus vacas producían menos leche que antes. Y no
explicaban el motivo un joven se ofreció a velar toda la noche y ver que podía
estar pasando. Después de varias horas de espera en la oscuridad vio algo
extraordinario. Una joven muy bella bajaba del cielo montada en un rayo de luna,
trayendo un gran cubo. Ordeñó las vacas, llenó el cubo con la leche y volvió al
cielo montada en el rayo de luna, el hombre no podía creer lo que había visto.
A la noche siguiente puso una trampa y cuando vino la doncella a ordeñar las
vacas él accionó la trampa y la atrapó ¿quién eres? le preguntó, ella le
explicó que era una doncella celestial miembro de una tribu que vivía en el
cielo y no tenían con que alimentarse, de modo que le habían encargado que
bajara a la tierra de noche y recogiera la comida. Ella le rogó que la liberara
de la red y haría lo que él le pidiera. El hombre respondió que la liberaría
solo si ella accedía a casarse con él " me casare contigo" dijo la
doncella pero debes dejarme ir a mi casa tres días a prepararme después volveré
y seré tu esposa, él estuvo de acuerdo. Tres días después la doncella regreso
portando una caja grande " seré tu esposa y te haré muy feliz" le
dijo al joven, pero debes prometerme que nunca mirarás lo que hay dentro de
esta caja. Durante varias semanas fueron muy felices. Hasta que un día mientras
su esposa estaba ausente el hombre fue dominado por la curiosidad y abrió la
caja. No había nada en ella, cuando la mujer regreso vio que su marido la
miraba con una mirada extraña y le dijo " miraste dentro de la caja"
¿no es cierto? No puedo seguir viviendo contigo " Por qué pregunto el
hombre" ¿qué hay de terrible que mire el interior de una caja vacía?
"No te abandono porque hayas abierto la caja de todos modos supuse que lo
harías. Te abandono porque dijiste que estaba vacía y no lo está, está llena de
cielo, contiene la luz y el aire y los olores de mi casa en el cielo. Cuando volví
allá por última vez llene la caja con todo lo más preciado para recordar
siempre de donde provengo ¿cómo puedo ser tu esposa si lo que para mí es lo más
precioso para ti no es nada?
De la leyenda narrada
podemos darnos cuenta de la diferencia que existe entre ver y mirar. Ver es
exclusivamente quedarnos con lo superficial de las cosas, mirar es tomar parte
del objeto, de nuestra propia alma, de nuestro interior. Por lo tanto, mirar es
sentir, es emplear nuestra alma, y eso es algo que la mayoría de los humanos no
hacemos, salvo los grandes maestros, los poetas, artistas y fotógrafos. Todos deberíamos aprender no sólo a ver sino a
mirar.
La diferencia entre mirar y
ver son dos cosas que confunden a las personas. Mirar es ver algo pero te crea
una imagen que tu podrás recordar, cuando miras eres como una cinta grabadora
que puedes llegar a casa y volver a verlo, incluso con más detalles que cuando
lo viste por primera vez. Cuando miras detenidamente a una persona, se pueden
sacar sus más profundos detalles, su forma de ser, el tipo de persona que es,
etc. Cuando ves simplemente, son caras, ves gente pasear por la calle, carros, vitrinas
que expone la moda del momento o artículos, pero nada más, no se sabe cómo es
la esencia de las cosas
Mirar no es sólo
abrir los ojos y percibir las imágenes. Mirar es penetrar en las imágenes, captar
su esencia. Por eso es tan difícil y debemos vivir en alerta, atento a lo que
las imágenes dicen, buscando la verdad de lo que nos rodea. Desgraciadamente,
el hombre moderno posa la vista en los objetos sin comprender su trasfondo,
aturdido por la avalancha de imágenes que le bombardean constantemente por
varios medios.
He dicho que solo
los artistas, los genios, los hombres excepcionales saben mirar la realidad de
las cosas. Sólo ellos emplean a fondo sus sentidos. En cambio la gente corriente, la masa, jamás logrará descubrir
qué se esconde tras la apariencia externa, está entrenada para simplemente ver,
pasando la vida sin vivirla, porque para vivirla hay que interpretarlo, comprender
la esencia y asumirla como suya propia. Por eso aprender a mirar debería ser
obligatorio para los niños, para no tener en el futuro sociedades amorfas sin
reflexión ni análisis ni sensibilidad.
El mirar es una
necesidad vital. Si no podemos captar la esencia de las imágenes, nuestra vida se diluye, es vacía. No podemos
vivir de las apariencias externas, limitándonos a una aproximación superficial de lo que nos
rodea, de lo que acontece en la sociedad. Hay que aprender a asimilar, a
reforzar la huella que deja en nuestra rutina y por ende en nuestra manera de
pensar y sentir. Y así romperemos la coraza que nos ha impuesto la sociedad
actual entre el humano y el mundo
Cómo miran los artistas?
Son capaces de
perforar la corteza externa de la realidad y penetrar en su verdadero yo, a
manera de los psiquiatras que estudian el subconsciente. Para mirar se usa el
alma. Y no hay dos almas iguales, por mucho que se hable de las almas gemelas.
Así pues, nunca una mirada podrá ser igual a otra, aunque se fijen en el mismo
objeto. Por lo tanto, la mirada del artista no es sino otra mirada. Quizá más
original, comparada con la del hombre medio, pero otra mirada. Ni mejor, ni
peor sino con una carga de sensibilidad y expresividad.
Los poetas, los artistas
y los genios emplean su alma profundizando más allá de la imagen externa. Para
ver bastan un ojo y una luz, para ser conscientes de la realidad. Enseñar a ver
y a escuchar es muy importante en nuestra sociedad. En nuestros días es
frecuente confundir el mirar al ver por el ritmo de vida que llevan muchos individuos
estresados que no encuentran el tiempo
para profundizar en el mundo que les rodea y por ello no son capaces de
apreciar el verdadero significado de las cosas.
Cambios
Si cambiamos la
rutina de la vida y se libera del condicionamiento a que estamos sometidos, también podremos llegar a mirar. Pero para
ello necesitamos querer mirar. En el tiempo en que vivimos, todos tenemos
demasiadas prisas y no nos detenemos a ver ni a sentir las cosas en
profundidad. Preferimos llevar una vida en la que no tengamos que pensar
demasiado, en las cosas que creemos que no son interesantes y que no nos van a
servir para nada y que solo asimilan sin tener que pensar. Tan sólo nos centramos
en las cosas de las que pueden sacar provecho. Pero al mirar las cosas en
profundidad, sacaremos algo de beneficio; quizá no material, pero si agradable
para el espíritu. Si nos detuvieramos a mirar lo que nos rodea, lo que está
ante nuestros ojos, seguramente seríamos más felices. Viviríamos más en paz con
nosotros mismos y no sufriríamos tantas presiones. Las personas no le damos
importancia, por lo menos no mucha, a las demás personas. Sólo pensamos en
nosotros mismos, somos egoístas. Pero tenemos que comprender que todas las
cosas y personas con las que convivimos, forman parte, queramos o no, de nuestra
vida. Y que no debemos fiarnos de las apariencias, tenemos que profundizar para
poder llegar así a la verdad.
Como colofón puedo
afirmar que hay que aprender a mirar, y he sumado otra condición valiosa, aprender
a escuchar, son asignaturas fundamentales para trascedente en la vida y no ser
parte de ese rebaño de ovejas. Tan sólo vemos y oímos, aunque nos gusta que nos
miren y que nos escuchen. ¿Por qué entonces no miramos y no escuchamos
nosotros? Porqué somos egoístas por naturaleza; y aunque no lo digamos o no lo
pensemos directamente, está dentro de nuestra condición humana. Para poder
aprender a mirar y a escuchar, tendríamos primero que aprender sensibilizarnos
con nuestro entorno y a respetar a todos los seres vivos que pueblan la tierra.
Tarea difícil. ¿Lo lograremos algún día? En todos está la respuesta.
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