martes, 17 de noviembre de 2009

EL AMOR TRANSFORMADOR

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA


La energía sexual para quienes están en la búsqueda de su yo interno ha sido considerada con frecuencia como una fuerza volátil, que puede crear antagonismo con la soledad y el silencio interior. El amor personal puede ser una experiencia espiritAñadir imagenual capaz de abrir el corazón e incluso ser una experiencia del amor incondicional, que se profesa sin esperar nada a cambio, se considera motivado por un fuerte instinto que lo hace especialmente intenso, que resulta ser transformador.

El amor humano bien desarrollado, pleno en su capacidad de compartir es el significado del amor universal y que todas las personas pueden llegar a sentir por el medio natural y que los grandes místicos experimentan como nirvana, éxtasis o iluminación, manifestación sublime en la que se eclipsan o confluyen el resto de las manifestaciones. Por tanto las relaciones íntimas y la energía sexual pueden ser consideradas no como un impedimento al desarrollo espiritual, sino más bien, como un medio de combinar en forma sumamente habilidosa la pasión y la compasión; de manera que podamos ser capaces de involucrarnos e intimar más con el resto de personas y con el mundo.

En las enseñanzas tántricas, que utilizan todas nuestras energías como parte del camino, se reconoce la energía sexual como una fuerza muy poderosa y vigorosa que, al igual que la electricidad puede ser dominada. El tantra habla de integrar y asimilar todas nuestras experiencias vitales del camino, en lugar de excluir cualquier aspecto de nuestras vidas, como suelen hacer los monásticos. Los textos tántricos nos dicen que encontremos la pareja correcta, o el consorte, con quien poder practicar los ejercicios sexuales tántricos como una práctica transformadora capaz de elevar la conciencia. Las numerosas y específicas prácticas tántricas que pueden ayudarnos a cumplir con esa meta incluyen el visualizarse a sí mismo y a su pareja como deidades en lugar de cómo parejas humanas comunes llenas de lujuria. Existe una variedad de prácticas tradicionales del yoga, tales como la retención seminal, el abstenerse del orgasmo, las caricias y ademanes con las manos, los movimientos musculares internos especiales, la rotación con la respiración y el mantenimiento de la respiración dentro y fuera.
Otras prácticas tántricas están relacionadas astrológicamente y reflejan las energías complementarias solares y lunares dentro de nuestro propio ser.

Una de las prácticas, por ejemplo, involucra la visualización de lotos de múltiples pétalos suspendidos sobre la cabeza de los amantes; esto se hace con el objeto de elevar su nivel energético, en un movimiento de arriba en lugar de hacia abajo, elevando deliberadamente su agudizada atención. En los antiguos tantras hindúes existe una tradición que prescribe la penetración total con la inmovilidad. En esta práctica la pareja se une sexualmente y permanece en un estado meditativo sin moverse, durante 30 minutos, cuatro veces al día, sin orgasmo. Esto ayuda a desarrollar una maestría en la respiración, la energía, los canales psíquicos internos y la mente y abre ampliamente el centro del corazón, así como los otros chakras que son centros de energía. La práctica tántrica, si es auténtica, es una forma de utilizar la concentración natural del intenso deseo pasional para dirigir nuestras mentes mucho más allá de nosotros mismos.

Es importante recordar que las prácticas sexuales tántricas son espiritualmente arriesgadas y siempre vienen acompañadas de una etiqueta de advertencia. En verdad estas prácticas enumeradas son muy avanzadas y raramente cumplen con su objetivo. Pensemos que el tantra es como una construcción de una casa; antes de poner el techo, debemos construir los cimientos y las paredes. En forma análoga, nuestra vida espiritual necesita madurar y desarrollarse antes que utilicemos estas energías intensas que pueden ser fácilmente mal dirigidas.

Con demasiada frecuencia, el sexo tántrico ha sido utilizado como una racionalización y justificación para un comportamiento autoindulgente, para una explotación de desequilibrios de poder, e incluso para una mala conducta sexual. Algunos yoguis han exagerado y se han desviado hacia la sensualidad, en lugar de continuar su desarrollo espiritual congruente con su intención original. Esto nos recuerda que para el practicante sincero, el sexo tántrico puede convertirse en una peligrosa actuación en la cuerda floja. La práctica sexual tántrica no tuvo nunca la intención de ser una forma de justificar la adicción sexual o la hipocresía. Algunos maestros de los tiempos actuales han resbalado por esta pendiente y el budismo tampoco ha quedado inmune a la misma clase de desviaciones sexuales en nombre de prácticas espirituales elevadas de sexo tántrico. Si nos vemos involucrados en esta llamadas sabiduría loca, un avanzado estilo tántrico de enseñanza y práctica, haríamos bien en preguntarnos si nuestras vidas se están convirtiendo con ello en más sabías o más locas.

El acto sexual, si se realiza con la máxima sinceridad, puede proporcionar la forma de ser transportado más allá del sentido habitual del egoísmo finito y separativo y de experimentar un rapto semejante a la unión mística divina, aunque sea momentáneamente. Los tantras presentan una forma de realizar esa experiencia y utilizar la energía sexual como un propulsor hacia experiencias más penetrantes y amplias de desarrollo, liberación y despertar espiritual.

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