martes, 16 de diciembre de 2014

EL IDEOGRAMA DE LA VIDA PLENA



VÍCTOR MANUEL GUZMÁN VILLENA 

 Debemos ser en primer lugar, personas felices, de manera que  nuestra felicidad nos lleve a desear una larga vida que nos permita disfrutar mucho tiempo de ese bienestar y esa satisfacción de haberlo conseguido. Esa longevidad se consigue con una buena salud, algo muy importante porque sin salud resulta imposible ser feliz.  Se consigue una  buena salud  teniendo el control sobre sus pensamientos, sentimientos y comportamientos. Sintiéndose bien consigo mismo y teniendo buenas relaciones interpersonales. Es un estado de bienestar y de equilibrio en todos los aspectos de la vida diaria, sea alimenticio, emocional, espiritual, físico. Por tanto cuando somos felices y sabemos que, gracias a un diario trabajo desarrollando ciertas cualidades físicas y mentales, vamos a gozar de una larga vida llena de salud, entonces, y sólo entonces, aspiramos a la paz, una paz interior que nos permita cultivar las virtudes.

Todo ello lograremos con la inacción, que no significa pasividad. Para conseguir tener una mente en paz, hay que permitir que las cosas discurran por sí mismo, sin interferir en los acontecimientos. Al renunciar al uso de cualquier fuerza, a las emociones agitadas, a la ambición por las cosas materiales descubriremos que intentar imponerse al destino, es como remover el agua de una charca y enlodarlo. Si, por el contrario, su acción consiste en no removerla, en dejarla como estaba, el agua permanecerá limpia o se limpiará por sí sola. La inacción no implica no actuar sino hacerlo siempre bajo el signo de la moderación, retirándonos discretamente una vez que hayamos terminado el trabajo.

Esto nos conduce a tener una vida plena y feliz y con propósitos, con el proyecto en la que la felicidad no es meramente lo que uno tiene (aunque es esencial tener cubierta las necesidades básicas) sino lo que uno tiene y quiere hacer con su vida, de manera que sienta que la vida tiene sentido, que desarrollamos las potencialidades, que perseguimos proyectos vitales. Tenemos que ir construyendo que en cada amanecer hasta el anochecer de la vida seamos protagonistas esenciales del destino, en la que no olvidemos que además del bienestar personal es importante contribuir al bienestar social. Entendamos que el bienestar personal desde el punto de vista ético –vida buena-no desde un punto de vista egoísta –vida en la que solo tiene importancia el deseo propio, contribuya o no al propio bienestar o al de los demás-.

Aquí influye mucho si manejamos el equilibrio en nuestras decisiones y acciones, esto nos proveerá de paz interior y nos permitirá apreciar la belleza que nos rodea a diario, apreciar lo valioso que son las personas con las que nos relacionamos, comprendiendo a los demás como a nosotros mismo. Cuando sintamos esa paz, todo fluye más fácilmente, y los obstáculos que nos presenta la vida se resuelven con menor esfuerzo, y esto sucede porque estamos continuamente pasando a niveles superiores de comportamiento y funcionamiento.

Y allí hemos encontrado la paz interior que no abre las puertas de la felicidad, y todos tenemos la capacidad de decidir y de orientarnos hacia esos fines. Nuestra maravillosa inteligencia nos guiará conseguir esa percepción y reduciremos los sentimientos de desánimo, impotencia y auto desprecio.


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