jueves, 7 de agosto de 2014

LA SED DEL DESEO

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

Una de las causas para muestras dificultades en la vida es el deseo. El deseo es una incansable sed que nunca termina. Debido a que todos nosotros deseamos ardientemente, de que estamos hambrientos y sedientos de diversas experiencias y cosas diferentes, continuamos sufriendo. No se trata de que tengamos que despojarnos de las cosas que deseamos. Los objetos no son el problema. Es nuestro apego, nuestra identificación con lo que anhelamos, lo que causa el sufrimiento. Por tanto no son los objetos externos los que nos enredan. Es el aferrarnos internamente los que nos dificulta.

Las personas malinterpretan que se despojan del anhelo, nunca volverán a ser capaces de amar ni de vivir con pasión. Lo que es cierto es justamente lo opuesto. Seguiremos manteniendo nuestros deseos saludables, pero ya no están contaminados y mal dirigidos por una sed insaciable.

Por tanto hay que aprender a cultivar la bondad amorosa, la empatía y la integración. No debemos poseernos el uno al otro y tampoco debemos volvernos   tan identificados o apegados a las cosas (ya sean personales, pensamientos, sentimientos, profesiones, metas u objetos materiales) que nos hagan perder la visión de la realidad, del relativismo de la naturaleza cambiante de todo lo que es.

La sed insaciable del apego al deseo causan problemas vitales en nuestras vidas y hay que poner en mayúsculas lo que causa el deseo y el apego. Hemos escuchado varias veces algún amigo cercano o pariente decir “Deseaba tanto a esta persona que estaba a punto de perder la cabeza”, o “Haría cualquier cosa por conseguir (COMPLETE LA FRASE)  La cuestión es que con el deseo es que se apodera del control de su mente y de su vida. Se hace el dueño. En su forma más intensa, es semejante a estar poseído por un hechizo.

¿Cuántas horas al día dedicamos a la actividad incansable de tratar de obtener lo que cree que desea conseguir? ¿En qué momento esas interminables horas llegan a convertirse en obsesión? ¿Qué parte de su mente y de su tiempo invierte en fantasear acerca de las cosas que desea? Resulta demasiado fácil utilizar la mayoría de las horas de nuestras vidas para permanecer bajo la obsesión del romance, la carrera, el dinero, los amores turbulentos, los pasatiempos, el sexo o el placer. AL igual que una nube oscura, el deseo oscurece su naturaleza espiritual radiante y libre.

¿Es esta cultura la que puede resistirse a una sed insaciable de placeres sensuales, de riquezas o de poder? Existen tanta publicidad, tanta propaganda, tantos centros comerciales que capturan nuestra atención. ¿No se siente con frecuencia azotado por las brisas de “las atracciones” que claman  por su atención? Diariamente nos llegan catálogos, la televisión, la radio, los medios impresos y el mismo Internet  nos enseñan miles de objetos que al comienzo no deseamos, pero como son alentados a llevar vidas fantasía, en las cuales invertimos permanentemente un futuro incierto, aguardando con esperanza de ser tomados y transportados por un salvador en un descapotable coche rojo.

Pero existe un antídoto de una sola palabra para la sed o el deseo: Sabiduría. La sabiduría de la libertad del deseo. Tenemos la capacidad de descubrir o redescubrir nuestra sabiduría innata, nuestra conciencia, nuestro gozo interior, a través de las prácticas espirituales, incluyendo la meditación, el auto cuestionamiento, la oración, el cultivo de nuestro corazón amoroso, tierno, naturalmente sensible. La sabiduría es el medio para trascender el deseo y transformar una existencia monótona y rutinaria en un precioso e inspirador paseo por un jardín. Esa es la verdadera libertad.

Buda hablando a sus discípulos les dijo: “Todo el que, en este mundo, supere su deseo tan difícil de trascender, hallará que el sufrimiento se va extinguiendo como las gotas de agua que caen desde una flor”.

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