viernes, 23 de julio de 2010

LA LEY DE LAS REALIDADES


VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA 
Cuando la ley de la verdad alcance la conciencia, borrará todo lo que la humanidad ha pensado erróneamente. Con el paso de los siglos y el retroceso del velo material a cargo del proceso evolutivo, llegan pensamientos a la mente que tienen su origen en la verdad o como afirmo en el hecho cósmico original; y esos pensamientos que llenan la memoria del pasado, enfrentados a los hechos del presente y eclipsados por las profecías del futuro, se alzan sobre el camino de la evolución de la la conciencia de la raza. Así pues, la raza vuelve a ser llamada una y otra vez hacia el principio existencial original. Mediante este retorno y repetición, a la humanidad se le muestra que la creación es eterna; pero las criaturas humanas están siempre cambiando y se hallan bajo una manifestación de la Ley llamada principio de acción y reacción. Cuando los humanos han llegado lo suficientemente lejos, la Gran Ley de la Verdad absoluta se ocupa de ponerlos cara a cara con el plan original. De este modo, vemos que la Ley Cósmica nunca permite que la vida se salga demasiado de la tangente. Esta ley siempre está polarizada en ecualización, equilibrio y armonía. 
A pesar de los ídolos o credos, la humanidad será conducida a la unión completa con las Realidades Absolutas. Todo aquello que se no se halle en perfecto acuerdo y unión con el hecho cósmico existente debe desaparecer cuando la ley de la Verdad Absoluta domine en la conciencia humana. Cuando llega la verdad, los pensamientos de la humanidad liberan sus creaciones imperfectas, que son producto de verdades a medias.
La ley Cósmica Absoluta debe ser cumplida totalmente. Pensar, hablar o actuar conducirá finalmente a la humanidad a la ley de la Realidad. Las antiguas civilizaciones nos dicen que todo árbol que no ha plantado dentro de ti acabará siendo desenraizado, es como el ciclo en que los ciegos conducen a los ciegos a la maraña de ignorancia, superstición y falsedades creadas por quienes creen en que los humanos deben ser guiados y prohibidos de pensar para así lograr que nunca encuentren la verdad y por ende su libertad. Este tipo de charlatanes quieren una civilización que se erija en falsedades y supersticiones y ahogadas en confusión a través del dolor y la tragedia de sus emociones malversadas. Pero el humano empieza a crear una nueva raza evolucionada abierta de par en par para dar cabida a un nacimiento del saber a través de una auténtica verdad y no de la especulación.
No existe más camino que ir desde ese plano de conciencia a otro más elevado y avanzado en el sendero cósmico. La única condición prohibida en la vibración del gran cosmos en esa característica del pensamiento que lleva a los humanos a apegarse con tanta firmeza a lo que cree, de modo que, si se sigue aferrando desesperadamente a las viejas falsedades sin ser capaz de soltarlas, no habrá manera de que pueda despertar a una esfera más elevada de pensamiento universal.

Si la raza o nación se niega a soltar las cosas creadas por una parte del pensamiento en lugar de abrazar lo que de verdad existe, la Ley se ocupa de su progreso, permitiendo que las vibraciones acumuladas y emitidas por esa condición se reflejen universalmente sobre sí mismas, y luego mediante la guerra, la discordia, los conflictos y la muerte, esa raza o nación es barrida, a fin de que pueda situarse de nuevo en un plano más elevado. De esta manera, puede establecer un nuevo contacto con el principio de la gran conciencia humana. 
La civilización se acerca rápidamente a un gran momento reconstructivo. Todo lo que ahora parece estable y bien cimentado no tardará en sumergirse en un estado de inversión. Todos los árboles que no hayan sido plantados por la verdad serán desenraizados. Se avecina un desmantelamiento cósmico de las presentes instituciones sociales que dominan la tierra, sean políticas, financieras o religiosas, para hacer sitio a la emergencia de una nueva era, en que la humanidad podrá establecer un contacto más estrecho con lo que es y con lo que fue antes de la aparición de la presente conciencia humana. La verdad espera con una benevolencia atenta, amante y radiante a que el humano vea que puede abrazar aquello que siempre ha existido y convertirse en su conciencia. 
La humanidad está alejándose de los predicadores de las nuevas religiones que han aparecido como hongos y que ofrecen parar el sufrimiento, conducirles al nuevo edén o paraíso donde no habita el demonio, como fue en las anteriores generaciones. Solo es un negocio más de la crisis que afronta el mundo. Estas creencias van perdiendo valor por la pujante individualidad y el discernimiento espiritual de la conciencia de las nuevas generaciones. Falsedades, tradiciones y supersticiones se acercan a su fin. Lo mismo puede decirse de las civilizaciones que crearon. Los viejos ídolos están bien para las conciencias de los débiles pero que se aproximan a un punto muerto. Sus falsas ilusiones han provocado su destrucción, ya que han demostrado no ser más que cuentos de niños tramados por una alianza sacerdotal y paternalista con el fin de adormecer a los pequeños llorones de la escala evolutiva. Quienes pudieron ver más allá no lloraron, y por ello no los pusieron a dormir. Supieron que aquellos cuentos no eran ciertos, y muchos se han manifestado para denunciar las falsedades y que siempre ha podido ser visto y contactado por una parte de la humanidad. De ellos, surgirá una conciencia nueva y revitalizada, totalmente despierta y dispuesta a acabar con los ídolos que el hombre ha creado para que sus semejantes sigan en esas creencias. Con ello, crearán el espacio necesario para que surjan nuevos ideales, que en realidad, son tan antiguos como el amanecer de la creación.
Estos ideales exigirán a quienes enseñan, conducen o inspiran que lo hagan desde un plano de contacto real, tan elevado que no deje lugar a errores o contradicciones, y en un plano de interpretación sencillo que no dé lugar a malentendidos. Quien se despierte a la inteligencia y espiritualidad más elevada se negará a volver a su estado anterior de conciencia, pues se ha sentido maltratado y decepcionado con los fragmentos del pasado. Exigirá un pensamiento más intenso y vital y una construcción basada en la verdad.
Las multitudes escuchan en todo momento y por diferentes medios de comunicación las tradiciones ligadas a siglos pasados, sobre creencias de mensajes que les prepara a un sitio en el paraíso, mediante una vida de sufrimiento, de mortificaciones y dolores para obtener el perdón del pecado y ser privilegiado con ese sitio en un paraíso inexistente e irreal. Este mensaje nuevo y viejo a la vez, es el toque de trompeta que puede escucharse de las inconsistentes voces de los dogmas religiosos. Pero en el horizonte se expande un nuevo enfoque que tiene el significado totalmente nuevo, que provienen de una nueva visión más clara y de una percepción más definida, es la emanación de la verdad que se descubre que está dentro de nosotros mismo y que nadie manipulará. Así poco a poco empieza a surgir de las cenizas de la ortodoxia el auténtico templo que no ha sido erigido con las manos, y que es eterno como la expansión del universo. Así surge una nueva raza de pensadores que comienza a despuntar con pasos gigantes. La marea no tardará en barrer la tierra y se llevará con ella los restos de confusión, que han cubierto los senderos de quienes están poniendo todo su empeño en la evolución. 

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